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Después de ese día, Mila nunca volvió a entrenar con Addison, pero Addison no se detuvo en ello. Sus días pasaron en un borrón, llenos de momentos tranquilos con sus gemelos y padres. Antes de darse cuenta, el cumpleaños de su padre se acercaba, y todo el Palacio bullía con los preparativos.
Los Omegas iban y venían, decorando el gran salón de banquetes con meticuloso cuidado. Vestidos eran entregados en sus aposentos diariamente —elegantes vestidos para ella y conjuntos a juego para sus gemelos. Incluso la Reina estaba inmersa en los preparativos, supervisando la disposición del salón y asegurándose de que cada detalle, especialmente la comida, coincidiera con su visión.