Ahora Max comenzaba a ver el panorama completo, no solo lo que estaba sucediendo frente a él, sino todo el sistema en juego. La estructura más profunda. Las ambiciones ocultas que impulsaban cada movimiento.
Cuando las pandillas trabajaban juntas, especialmente las pandillas callejeras vinculadas a un Sindicato mayor o grupo organizado, nunca se trataba solo de supervivencia. Todos tenían su propia agenda. Todos perseguían el primer puesto. Escalando, siempre escalando.
Debería haberlo notado cuando los Chicos Chalkline atacaron el restaurante. No fue un trabajo al azar. Ese lugar ni siquiera parecía un centro importante para los Cuerpos Rechazados. Era una distracción. Un puesto menor, no una base.
Y sin embargo, los Chicos Chalkline lo habían golpeado con fuerza, y luego pasaron a atacar varios otros lugares. Ese tipo de coordinación no gritaba pandilla callejera. Eso era estratégico. Eso era guerra.