—¿Quieres saber... por qué lucho? ¿Por qué me uní a Dipter? —repitió Jay, con la voz quebrándose en los bordes.
No era solo sorpresa en su tono. Era algo más pesado. Algo enredado profundamente en su pecho. Nadie le había preguntado eso antes, no así. No como a una persona. No como a alguien que importaba.
Y no lo esperaba de Max. De todas las personas.
Pensaba que Max solo lo veía como el músculo. Una herramienta contundente para un trabajo sucio. Tipo grande, puños grandes, fin de la historia. Pero ahora Max estaba preguntando por qué, y lo que es más, había dicho que Jay no tenía que luchar en absoluto si no quería. Sin presión. Sin condiciones. Solo una elección.
Eso le confundía la cabeza más que cualquier otra cosa.
Esas palabras resonaron, transformándose en algo cálido y desconocido. Lo llevaron de vuelta a la primera vez que Max lo había defendido, ese momento con Snide. Cuando Max había trazado una línea y dijo que Jay no merecía ser tratado como basura.