Julian Mercer dio una palmada, tratando de disipar la tensión que flotaba en el aire como una nube de tormenta.
—¿Volvamos a encaminar esta fiesta, de acuerdo? —se dirigió al equipo de sonido y subió el volumen, haciendo que los graves retumbaran por el suelo.
Observé cómo la gente comenzaba a regresar lentamente a sus conversaciones, aunque sus ojos seguían alternando entre Rhys y yo. La confrontación había dejado a todos nerviosos, como cuando se observa una olla a punto de hervir.
La mano de Orion permanecía firmemente en mi espalda baja, su contacto estable y reconfortante.
—¿Estás bien? —preguntó, con voz baja en mi oído.
Asentí, sin confiar aún en mi voz. Mi magia seguía vibrando bajo mi piel, respondiendo al tumulto de emociones que me negaba a mostrar.