Capítulo 20: Invitaciones y fotos de cumpleaños

—¡Claro que estoy feliz! —asintió Javier, guiñándole un ojo a Félix con una sonrisa—. ¡Y el cumple de nuestro hermanito está súper cerca del tuyo! Ya casi es tu cumpleaños, ¡lo tengo apuntado!

Félix rió:

—¡Qué crack eres!

Se había olvidado por completo de su cumpleaños. Miró su móvil: faltaban tres días. Siempre se le pasaba; eran los demás quienes se lo recordaban.

Javier preguntó:

—¿Volverás para tu cumple?

Félix pensó un momento:

—No estoy seguro, ¿por qué?

—¡Vuelve, anda! —insistió Javier—. Tengo un regalo preparado desde hace tiempo.

Félix asintió:

—Vale, está bien.

El día de su cumpleaños caía en festivo, así que no tenía planes fijos. No quiso prometerle nada a Javier de entrada, por si surgía algo, pero un regalo preparado con tanto cariño merecía que volviera.

Su cumpleaños era fácil de recordar: el segundo día de las fiestas nacionales. Sus amigos siempre organizaban una salida para pasarlo en grande, así que todos lo tenían en mente. Pero Félix solo pensaba en las vacaciones, no en el día en sí, quizá porque las celebraciones eran tan frecuentes que no le marcaban.

Al día siguiente, mientras respondía en el grupo de amigos, que tras un mes de clases estaban ansiosos por salir a celebrar su cumple, Ivo le llamó.

—Ey —respondió Félix.

—¿Dónde estás? —preguntó Ivo.

—En el dormitorio, luego tengo clase.

—¿Cenamos juntos esta noche? —dijo Ivo—. Si no, me voy con Nicolás. Siempre me llamas de repente.

Félix no pudo evitar reírse. La frase sonaba casi tierna, aunque Ivo la dijo con su tono habitual, seco y sin emoción, como si estuviera recitando un informe. Félix, sonriendo, replicó:

—Avísame si tienes planes y no te molesto.

—¿Quieres venir? —preguntó Ivo.

Sin pensarlo mucho, Félix respondió:

—Claro, por qué no.

Ya conocía bien a Nicolás y a Iván tras el verano juntos; para él, eran amigos. La casa de Nicolás estaba cerca del campus, así que tras las clases caminaron hasta allí.

Al principio, Félix pensó que los cuatro estudiaban en la misma universidad, pero luego supo que solo Ivo y Javier lo hacían. Nicolás, mayor, ya se había graduado. Iván, con notas mediocres, estaba inscrito en una academia, pero apenas asistía.

Acababa de llover; el suelo estaba húmedo y el aire, fresco y cargado. El otoño del norte traía frío tras la lluvia. Félix preguntó a Ivo:

—¿No os hiela el invierno aquí?

—No está mal —respondió Ivo, con las manos en los bolsillos de la chaqueta. Sus brazos se rozaban a veces al caminar.

—¿Qué hacéis en las fiestas nacionales? —preguntó Félix.

—Nada especial, lo de siempre —dijo Ivo.

Era el último día antes del festivo; al día siguiente empezaban las vacaciones. Las calles estaban atascadas, con viajeros y gente regresando a casa.

Félix recordó su cumpleaños y llamó:

—Guerrero.

Ivo lo miró:

—¿Hm?

—Pasado mañana es mi cumple. Seguramente salga a cenar con los amigos —dijo Félix, pasándose una mano por el pelo rapado, que aún le gustaba tocar. Sonrió y preguntó—: ¿Vienes?

—¿Tu cumpleaños? —Ivo alzó una ceja.

Félix asintió.

—¿Quieres que vaya? —preguntó Ivo.

Félix lo miró y volvió a asentir.

—Vale —dijo Ivo.

Llegaron al edificio. Félix iba a decir algo, pero al levantar la vista, se quedó mudo al ver a alguien delante.

Ivo también miró: era Ivy (原宫琪).

Ivy se giró, cruzando miradas con ellos. Al ver a Félix, su sorpresa fue evidente. Tras meses sin verse, el encuentro era incómodo.

Ivy les saludó con la mano y se acercó a Félix:

—Cuánto tiempo.

—Hm, sí —asintió Félix, sin añadir más. Tras eliminarla de WhatsApp, no habían tenido contacto.

Ivy tenía mala cara, con los labios pálidos. Vestía ligero, y el viento la hacía parecer frágil.

Ivo le preguntó:

—¿Por qué no has subido?

—No, ya me iba —respondió Ivy, con una leve sonrisa.

Miró a Félix, como si quisiera decir algo, probablemente disculpas, pero no tenía sentido. No habló, y Félix no quería escucharla.

—Nos vemos —dijo Ivy, sonriendo de nuevo—. Subid vosotros.

Ivo asintió. Ivy se giró y se fue.

Su figura delgada temblaba en el frío, y su palidez era conmovedora.

Félix la llamó. Ella se volvió.

Félix se quitó la chaqueta, pero antes de dársela, miró a Ivo:

—Guerrero.

Ivo lo entendió. Se quitó su chaqueta, caminó hacia Ivy y se la ofreció:

—Póntela.

Ivy, sin rechazarla, la tomó y sonrió:

—Gracias.

Cuando se fue, Félix ofreció su chaqueta a Ivo, que negó:

—No la necesito.

—Póntela —insistió Félix, entrando al edificio—. Menos mal que me pillaste al vuelo.

Ivo, claro, lo entendió. Félix no podía ignorar a Ivy temblando, pero darle su chaqueta habría sido extraño, por su pasado o por Nicolás.

Un caballero cálido y atento.

Subieron. Nicolás abrió la puerta, saludando a Félix con una sonrisa.

Nicolás e Ivy parecían hechos el uno para el otro, ambos de una dulzura natural.

Ni Félix ni Ivo mencionaron el encuentro con Ivy, como si no hubiera pasado. Félix no quería tocar el tema; Ivo, indiferente, dejaba que cada cual manejara sus asuntos.

Iván salió de su cuarto en pijama, como recién despierto.

Ivo sin chaqueta, Félix con la suya en la mano, Iván los miró y rió:

—Los deportistas sois de otro planeta, ¿eh? Yo estoy helado dentro de casa.

—Hm, tenemos fuego interno —respondió Félix.

—¿Queréis liberar un poco de ese calor? —bromeó Iván, sentándose en el sofá con un bostezo.

Nadie le siguió el juego.

La comida de Nicolás era deliciosa; Félix disfrutó mucho. A mitad de la cena, Iván dijo:

—Cámbialme la luz.

—¿Qué haces ahora? —preguntó Nicolás, levantándose a cambiar la bombilla.

—Una foto —dijo Iván.

Nicolás puso una luz más suave. Iván apuntó con el móvil a Ivo y Félix, sacándoles dos fotos a cada uno. Félix, con las manos grasientas por unas costillas, protestó:

—No las subirás a Twitter, ¿verdad?

—¿Qué miedo tienes? Estás guapo —dijo Iván, sacándose una selfie con una mueca. Intentó fotografiar a Nicolás, que se cubrió:

—A mí no.

Iván desistió y se puso a editar los filtros.

Ivo ni siquiera le dedicó una mirada, comiendo como si nada. Solo levantó la cabeza cuando Iván se lo pidió. Félix, pillado desprevenido, sintió algo de vergüenza por su imagen: en una foto, con el ceño fruncido, su pelo rapado y su mirada daban un aire feroz y cool.

Iván, tras retocarlas, las subió a Twitter con el texto: Un dulce ingenuo y un oscuro por dentro. Chicas, ¿quién es quién?

Dejó el móvil y siguió comiendo. Félix dijo:

—¿Cuál es tu Twitter? Luego lo miro.

—¿Para ver cómo te piropean las chicas? —rió Iván—. ¿O para buscar si tenéis fans de pareja?

—¿Fans de pareja? —Félix miró a Ivo y luego a Iván—. ¿Es lo que pienso?

—Supongo —dijo Iván, sirviéndose sopa—. Antes pensaban que Ivo y yo éramos pareja. ¿Quieres ver los comentarios?

—No, paso —negó Félix, volviendo a su comida.

En ese momento no quiso mirar, pero de vuelta en el dormitorio, sin saber por qué, buscó el Twitter de Iván.

Tenía más de dos millones de seguidores. El tuit fijado era un anuncio en vídeo.

El primero tras el fijado era el de esa noche, con más de mil comentarios.

Iván era bastante popular; la actividad era alta. Félix no entendía del todo qué significaba “dulce ingenuo” o “oscuro por dentro”.

¡Aaaaah, Ivo, cuánto tiempo! Al de al lado no lo había visto nunca. Ya sabéis las tres palabras que repito siempre.

¡Dame su Twitter, Iván, porfa! Sé que Ivo no tiene, ¡quiero el del guapo! Esta gallina no se queda en el corral.

Apuesto a que Ivo es el oscuro por dentro. ¡Siempre lo pensé! Pero el nuevo tiene una mirada feroz, no parece tan ingenuo. Siguiente.

Mi turno de preguntar. Tres cenando juntos: ¿Iván e Ivo? ¿El nuevo e Ivo? ¿El nuevo e Iván? ¿O un trío…?

Félix, tras leer los comentarios más populares, se sintió perdido. No estaba familiarizado con ese mundo y apenas entendía algunas frases. Bajó más y vio muchos sobre “parejas”, algunos con ideas muy disparatadas.

Cerró Twitter, abrumado por términos nuevos como “quién x quién”, “oscuro x ingenuo” o “ingenuo x oscuro”. El “x” le parecía subido de tono, como si fuera un insulto censurado, y le chocaba que las fans debatieran eso tan abiertamente.

Víctor (原陈珂), saliendo de la ducha, vio a Félix inmóvil en la silla:

—¿En qué piensas, Félix?

Félix levantó la vista:

—¿Qué significa “quién x quién”?

—¡Joder! —Ivo (原沈登科), ya en la cama, asomó la cabeza—. ¿Quién se la mete a quién? ¡Eso es fuerte, tío! ¿Qué estás pensando? ¿Qué has visto?

—…Mierda, no —Félix, sonrojándose, se rascó la oreja—. La “x” de tachar, no eso.

Ivo, aún asomado, y Víctor se miraron, pensativos. Ivo dijo:

—Aun así, suena a lo mismo…

—No sé explicarlo —suspiró Félix, tirando el móvil a la cama y yendo a ducharse.

Bajo la ducha, pensó en mostrarle el tuit a Ivo para reírse juntos. Pero al salir, algo lo frenó; sentía que era raro compartirlo. Era solo una broma, pero le resultaba incómodo. No sabía por qué.

Antes de dormir, abrió el tuit de nuevo y leyó todos los comentarios. Sin darse cuenta, ignoró los piropos y las peticiones de su Twitter, centrándose en los de las “parejas”.

Luego, navegó por el Twitter de Iván. Vio fotos de Ivo en moto del verano pasado. Tras un mes acostumbrado al Ivo estudiante, verlo así le trajo nostalgia. Ese verano, con la casa vieja y la moto de Ivo, dejó en Félix un recuerdo cálido y libre.

Esas fotos las tomó él mismo; las tenía guardadas.

Siguió bajando. Iván tenía muchas fotos de Ivo, siempre serio, mirando a la cámara sin esquivarla, pero sin sonreír.

Félix recordó cuando Ivo, al fotografiarlo, cubrió sus ojos con el brazo haciendo una “V”.

Encontró un grupo de fotos en la casa vieja. Ivo, sentado en un escalón, tocando la armónica en la noche. La luz del patio era tenue; Ivo, en camiseta y pantalones deportivos, con una pierna estirada y otra doblada, como solía sentarse. Esa imagen coincidía con un recuerdo de Félix, evocando un verano especial.

Guardó esa foto y algunas más.

Félix, autoproclamado hetero de acero, pasó media noche en Twitter, convencido de que era por lo divertido de los comentarios y el contenido de Iván. Sin admitirlo, solo quería ver fotos de cierto alguien.

Guardar fotos de un colega, ¿qué hay más hetero que eso?