Kael, de 17 años, vive en la frontera minera de Volcria, un reino endurecido por el fuego y la guerra. Trabaja entre ruinas volcánicas con su madre enferma, sin saber que su sangre es el resultado de un experimento prohibido entre humanos y descendientes de los Primogénitos, seres ligados a los Flujos.
Cuando un temblor rompe el sello de una cámara ancestral bajo la mina, Kael queda expuesto al Fuego Primordial. Sobrevive al contacto, pero algo despierta en él. A partir de entonces, es perseguido por inquisidores, cazadores de reliquias y una sombra ancestral que se alimenta de los fragmentos rotos del mundo.
Su única opción es huir hacia el norte, hacia la ciudad prohibida de Serathal, donde según las leyendas, aún queda uno de los antiguos Guardianes… si es que no ha sido consumido por lo que juró proteger.