El pueblo perdido del Rosario
Testimonio de un hombre que cruzó la niebla
Aun recuerdo la primera vez que vi a un hombre salir de aquel pueblo que se decía que nadie regresaba. La verdad, no le creí a los habitantes vecinos del Rosario. Soy periodista, nacido en Michigan, Estados Unidos. Siempre he sentido una atracción inexplicable por lo oculto, lo inexplicable, lo que escapa a la lógica humana. Fue un amigo cercano quien me habló por primera vez del caso: un pueblo perdido en las montañas de Honduras, llamado Rosario.
El viaje fue largo y accidentado. No aparece en mapas modernos, y los pocos caminos que conducen hacia las montañas están plagados de advertencias hechas a mano, como si fueran reliquias de otro tiempo. Crucé aldeas donde el miedo era tan palpable que ni los perros ladraban al mencionar aquel nombre.
Los ancianos —los pocos que accedían a hablar— contaban que Rosario existía desde "antes del calendario", antes de que el tiempo se midiera con relojes. Según los relatos, nadie salía vivo de ahí... y si alguien lo lograba, regresaba cambiado. No solo en apariencia o comportamiento —sino en algo más profundo—. Uno de los nietos de un hombre que había regresado juró que su abuelo ya no tenía sombra.
Los médicos, según decían, ni siquiera podían registrar sus constantes vitales con los equipos normales. Y lo más perturbador: sus muestras de sangre y tejido no coincidían con ningún ser humano conocido. Como si el mismísimo pueblo los hubiera deshecho y vuelto a construir... a su manera.
Pero eso no es todo.
Lo que más me impactó fue la afirmación de todos los testimonios: el Rosario llama a quienes necesitan entrar. Nadie lo busca. Nadie decide ir por su voluntad. Siempre hay un motivo oculto, un sueño, una visión, un susurro durante la noche. Y cuando alguien escucha ese llamado, ya no hay marcha atrás. El pueblo los elige.
Y ahora, sentado aquí, revisando mis notas, mis grabaciones… me doy cuenta de algo: yo también he comenzado a soñar con él. Veo la niebla en cada esquina. Escucho campanas... aunque no hay iglesias cerca.
La niebla no solo rodea el pueblo.
Ya está empezando a rodearme a mi mismo.
Soy el autor: si les gusto el capitulo no olviden dejar un comentario positivo muchas gracias y feliz dia