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Todo el Consejo enmudeció cuando vimos la transmisión desde Honduras.
Un helicóptero de vigilancia sobrevolaba lo que alguna vez fue el pueblo del Rosario. Pero ahora... ya no era un pueblo. Era un nido. Las casas se habían convertido en capullos grotescos cubiertos de enredaderas pulsantes. Las calles estaban llenas de figuras humanas rígidas, inmóviles, cubiertas de musgo y flores de un rojo enfermizo, como si la vida se hubiera congelado a mitad de una transformación.
En el centro del antiguo pozo, la cámara enfocó lo impensable: la estructura triangular había emergido por completo. Estaba flotando a un metro del suelo, girando lentamente sobre su eje, emitiendo un zumbido profundo, gutural, como un cántico.
Lo peor no era su forma, sino lo que proyectaba. Alrededor, el aire era grisáceo: los seres vivos quebse hacercaban se convertían en su face mas grotesca, animales de pesadillas. Ecos de voces en idiomas extraños. Susurros como su de un bosque maldito se tratara.
Una figura se arrodillaba frente al monolito. Era un joven del pueblo. Pero su rostro no era suyo. No del todo. Tenía ramas brotando de su boca, y sus ojos estaban completamente negros. Cuando la cámara hizo zoom, pareció mirarnos a todos a través de la transmisión.
—Nos ve… —susurró Elena, con voz entrecortada—jhon esa cosa… nos ve.
Cada vez más esto me recordaba a criaturas cósmicas de terror abismal. que alguna vez leí en los relatos de Lovecraft.
De pronto, otra pantalla se encendió. Nadie lo esperaba.
El presidente de China. Una figura siempre silenciosa en reuniones de alto nivel, ahora pedía la palabra.
—Damas y caballeros… me temo que ya hemos cruzado una línea.
Un murmullo recorrió la sala.
—Hace exactamente siete días apareció una anomalía en la provincia de Qinghai. Un pueblo. No estaba en ningún mapa. No había registros satelitales. Solo… apareció. Como si se hubiera manifestado desde otra capa de la realidad.
Todos contuvimos el aliento.
—Enviamos un escuadrón. No regresó. Ni una sola transmisión.
Entonces tomé una decisión impensable. Una prueba… desesperada.
En la pantalla, imágenes satelitales mostraban una zona montañosa. En el centro: una agrupación de casas extrañas, con tejados imposibles, como hongos en crecimiento. Era otro pueblo “fantasma”, idéntico al Rosario, Crail, y Hamhŭng.
La siguiente imagen fue el despliegue de una cabeza nuclear táctica. Confirmamos la altitud: detonación a mil metros. Una explosión blanca lo cubrió todo.
El mapa térmico apareció.
Y entonces lo imposible ocurrió.
La nube de radiación no se dispersó. No se absorbió. No contaminó la zona.
El pueblo la rechazó.
La radiación fue devuelta… en forma de una onda que afectó a los sistemas satelitales chinos, derribó drones, y dejó sin comunicación a las bases cercanas.
—Este lugar —dijo el presidente, con el rostro pálido—, no está en nuestro mundo del todo. Parece coexistir entre dos realidades. Intentamos quemarlo, destruirlo, contaminarlo… pero lo único que logramos fue que aprendiera. La misma anomalía que devolvió la radiación ahora ha empezado a afectar el crecimiento de otras zonas vegetales en el país.
Marcus apretó los puños.
—No se trata solo de un patógeno extraño. Es un sistema de defensa inteligente. Como si esas “estructuras” fueran centros nerviosos de un organismo mayor. Llevo una semana sin dormir y por más que e intentado investigarlo no encuentro nada..
Elena se incorporó, visiblemente nerviosa.
—Lo hemos estado mirando como una infección local. Pero esto… Esto es el brote de una mente colectiva. Una mente dormida durante siglos. Las esporas, las transformaciones, las mutaciones… no son errores. Son ensayos de simbiosis.
Yo sentí un escalofrío profundo.
—¿Y si lo que sea que está detrás… necesita aprender de nosotros antes de actuar por completo?
El gobernador de Honduras murmuró con voz baja:
—¿Y si no estamos luchando contra plantas… sino contra una conciencia antigua que usó la biología como disfraz?
Todos en la sala se quedaron en silencio. Pero entonces, la pantalla de Crail en Escocia volvió a encenderse.
Un grito desgarrador se oyó al fondo. El científico escocés apareció corriendo ante la cámara, cubierto en sangre.
Una estructura triangular a surgido un medio de crail que emite ¡Una frecuencia que afecta el comportamiento humano! ¡Señales auditivas en sueños! ¡Estamos perdiendo a nuestros investigadores!
Y justo antes de que la transmisión cayera, dijo algo más, algo que aún resuena en mi mente como un eco húmedo y oscuro:
—No lo llames infección. No lo llames dios. Él es como un el jardín. Y nosotros... fuimos sembrados.
Acto seguido ramas brotaron de su cabeza de forma violenta. En las puntas de esas ramas aún se veían pedazos de cabello y cesos...