capitulo:36 más allá del ADN

El joven comenzó a convulsionar. La sangre que había vomitado seguía tibia sobre el suelo del callejón, mientras su cuerpo se arqueaba de forma antinatural. Los espasmos eran acompañados de un sonido húmedo, como si sus órganos estuvieran desplazándose dentro de él. La doctora Ayaka retrocedió, apretando con fuerza su estetoscopio.

—No es posible... —susurró, con el rostro pálido como la luna.

Marcus se inclinó junto al cuerpo mientras yo sostenía la piedra de reversión. Elena vigilaba los extremos del callejón, visiblemente tensa. El aire se sentía denso, como si algo invisible se deslizara entre nosotros, observando cada movimiento.

—Debemos actuar ya, —dije.

Marcus asintió sin decir palabra. Sus ojos mostraban la misma determinación que aquella noche cuando casi muere. Extendí la piedra hacia el pecho del joven, y apenas tocó su piel, una reacción inesperada nos sacudió: el ambiente se distorsionó brevemente, como si el callejón hubiera dejado de existir por un instante. Todo se cubrió de un zumbido sordo, y entonces... silencio.

El joven cayó inerte.

Por un segundo, nadie se movió. Luego, su pecho comenzó a subir y bajar, lento pero constante. El latido había vuelto a la normalidad.

—Funcionó... —murmuró Ayaka, incrédula. Pero su rostro no mostraba alivio, sino confusión. Había visto algo, lo sabía. —No entiendo... este material, esta piedra, no puede provenir de la Tierra.

Me acerqué a ella.

—Doctora, si supiera todo lo que hemos visto, tal vez entendería que el mundo dejó de ser lógico hace mucho.

Regresamos al motel esa noche. Nadie dijo una palabra durante el trayecto. Marcus caminaba en silencio, pero sus pensamientos parecían hervir tras sus ojos. Elena estaba retraída, como si las sombras de aquel callejón la siguieran pegadas a la piel.

En la habitación, Marcus se sentó frente a su portátil y comenzó a escribir sin parar. Yo, por mi parte, tomé mi teléfono.

—Doctora Ayaka, ¿podría venir? Marcus tiene algo que mostrarle.

Una hora después, ella llegó. En su rostro se notaba el peso de lo que había visto, pero también una curiosidad feroz. Marcus comenzó a explicarle todo: las mutaciones, las energías, las pruebas del ADN extraídas de la piedra.

—Creemos que esta infección es... una reescritura. Como si algo estuviera queriendo reconfigurar la biología humana desde sus bases. Pero no sabemos por qué ni para qué.

Ayaka analizó los datos y se quedó en silencio un largo rato. Luego alzó la mirada, con un destello inquietante en sus ojos.

—Esto no es una infección. Es una transformación contenida. Algo está esperando que ocurra... algo.

El silencio se apoderó de la habitación. Un silencio que no era normal, sino cargado, espeso, como si la realidad misma supiera que alguien había pronunciado una verdad que no debía ser dicha.

Desde algún lugar remoto, comenzó a escucharse un zumbido bajo, casi imperceptible.

Tome una decisión, volver al Rosario....