Llegó el día siguiente. A eso de las 9 de la mañana, nos despertó el sonido de los tambores rituales y el aroma a humo de hierbas. Los locales, con una amabilidad silenciosa, nos ofrecieron una infusión caliente. Era un té espeso, de color verde oscuro, elaborado con “plantas espirituales”, según nos explicaron. Lo acompañaron con pan sin levadura. Dijeron que esa combinación servía para "alejar el caos que nos persigue".
Lo aceptamos sin discutir. Estábamos en su hogar, bajo sus reglas… y, de alguna forma, todo en aquel sitio parecía más antiguo que la civilización misma. Como si el tiempo allí fuera solo una ilusión.
A eso de las 11, un grupo de guerreros tocó suavemente la tela de nuestra cabaña. Uno de ellos, el más alto, vestía ahora un abrigo ceremonial de piel y plumas negras.
—El chamán pedir verlos —dijo con seriedad—. Es hora.
Lo reconocí enseñado. Era el mismo que nos había acompañado aquella vez al Rosario, años atrás. Jamás le había preguntado su nombre. Pero ahora, caminando a su lado, sentí la necesidad de romper la costumbre.
—Disculpe, gran jefe de la tribu Oso Blanco… —dije con respeto—. ¿Cómo se llama usted?
El guerrero me miró de reojo, con una leve sonrisa marcada por años de lucha.
—Yo me llamo Jhislean. Pero tú, ser mi amigo... tú llamame Cazador.
—Bueno, Cazador líder… ¿cómo le ha ido últimamente, en estos años? —pregunté, intentando sonar amable, pero genuinamente interesado.
El Cazador se detuvo unos segundos. Su rostro adquirió una gravedad inesperada. El canto de los pájaros se esfumó como si la selva hubiera contenido el aliento.
—La selva ya no habla. El viento no canta. Las bestias están inquietas. Algo se ha despertado en el centro del mundo —respondió con voz grave—. Y sus sueños ya nos alcanzan… incluso aquí.
Elena y Ayaka se miraron, tensas. Marcus tragó saliva. Nadie dijo nada más hasta llegar al centro ceremonial.
El chamán nos esperaba en una especie de claro rodeado de estatuas talladas con figuras imposibles. Tentáculos, ojos sin párpado, formas angulares que no correspondían a nada terrestre. Allí, una vez más, nos habló sin rodeos.
—El Rosario... ya no duerme. La grieta se extiende por el alma de la Tierra. El consejo silencio no entenderá. Pero ustedes sí. El caos que ven… solo es el eco del verdadero horror que viene.
Ayaka dio un paso al frente.
—Chamán… ayer, uno de los infectados vomitó una gema roja. ¿Eso… tiene algún significado?
El chamán avanza lentamente.
—Es la semilla. Aquello que duerme, se siembra primero en la sangre de los que sueñan con miedo. Cuando crece… abre puertas.
—Puertas a dónde? —preguntó Marcus, tembloroso.
El chamán bajó la mirada. Luego, levantó una mano y apuntó al cielo.
—No a dónde… sino a quién.
Un murmullo recorrió la tribu. Incluso el Cazador parecía inquieto. Entonces, el chamán habló por última vez:
—Hoy dormirán aquí. Mañana irán al corazón del Rosario. Aquel lugar… ya no les pertenece a los vivos pero si a los que creen estar muertos. No dije nada pero el chaman dijo algo que me dejó orrorizado, valió la pena que el gran dios del oso blanco nos aya mantenido con vida asta este momento, ayaka lo miró y dijo, a que se refiere gran chamán?. Verán. contestó hace cientos de años cientos y cientos, se fundó un pueblo. Lo llamaron el pueblo del Rosario. Quizá porque a los alrededores del el crecían hermosas flores azules rojas rosas blancas entre otros hermosos colores,
Todo parecía hermoso por unos 200 años era el paraíso al que cualquier persona quería venir, no existían problemas tampoco pecados todos compartían, asta que una vez llegó una persona, se hacía llamar el dios de los mil rostros, no le dimos importancia y seguimos con nuestras vidas, pero el hombre que portaba una marcará empezó a causar problemas entre los pobladores del Rosario..
Quisimos hablar con él pues en nuestro pueblo no estaba bien visto los problemas, ese hombre no se presentó a hablar con nosotros, siguió causando problemas asta que hubo el primer asesinato en cientos de años de paz, muchos decían que alguien tomaba sus apariencias para causar problemas, nadie creyó pues se hizo el funeral de aque hombre que había vivido en el pueblo por más de 100 años, aunque parecía de unos 30, pues el pueblo alargaba la vida de sus pobladores. Que paso??? Quien era aqueo hombre que buscaba el pecado y causaba conflictos, era algun eraldo del caos? Era el quien copiaba apariencias y engañaba a los demas???
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¿Continuamos con el Capítulo 39, Supremo?