capitulo:39 alguna vez el Paraíso.

Las palabras del chamán flotaban en mi mente como un eco que se negaba a desaparecer: "ya no les pertenece a los vivos, sino a los que creen estar muertos…"

Aquella noche, no pude dormir. Me senté junto a la hoguera, con la mirada perdida en el danzar inquieto de las llamas. Ayaka elena y Marcus estaban igual de turbados. El relato de aquel ser con la marca, el primer asesinato en más de doscientos años de paz, había dejado una sensación de algo profano. No era solo una historia… había verdad en ella.

A eso de las tres de la madrugada, una bruma espesa y pálida descendió sobre la aldea. En medio del silencio, el cazador —Jhislean— se me acercó y dijo con un tono sombrío:

—Jhon… yo contarte todo lo que el chamán no contarte a ti..

Lo seguí, sin hacer preguntas. Marcus elena y Ayaka también lo hicieron. Nos llevó hacia una antigua estructura cubierta por raíces y ramas. La empujó con fuerza, revelando una entrada de piedra tallada. Bajamos.

En aquel subterráneo, el aire era espeso, casi irrespirable. Al fondo, una pared entera estaba cubierta por inscripciones antiguas. No eran jeroglíficos comunes, ni idioma humano conocido. Ayaka sacó su cuaderno y comenzó a copiar. Entonces el cazador habló.

—Hace siglos, cuando este lugar aún llamarse el paraíso del Rosario, gobernaba un rey justo… su nombre era Antok.

Elena alzó la mirada, sorprendida.

—¿El mismo Antok que nos recibió en el Rosario?

El cazador asintió.

—Sí… pero ya no ser un hombre. Ninguno aquí lo es. Nosotros… somos almas. Espíritus que se niegan a descansar. Nosotros ser los primeros en ser tocados por la corrupción. Pero no entregarnos al caos Luchamos. Una y otra vez.

Mi cuerpo se heló.

—¿Espíritus…? Pero yo marcus elena y ayaka los podemos ver?

—ust3des ser elegidos. Como Antok predecir. No ser especiales, Jhon, pero tener una habilidades: pueder ver más allá del velo.

Marcus dio un paso atrás, impresionado.

—¿Entonces el pueblo fue corrompido… por quién?

El cazador bajó la mirada.

—No por quién… sino por que. Aquello que llegó con la marca… no ser humano. Ser un ente sin nombre. Un amante del caos. Donde va, transformar lo puro en decadencia. Aquello ser un fragmento del caos primordial.

La piel se me erizó. Ayaka preguntó, casi en susurro:

—¿Lo destruyeron?

—No… desaparecer. Se desvanecerse después de arrastrar consigo el alma del pueblo. El Rosario fue condenado a un ciclo eterno. Cada cierto tiempo, renacer... y vuelve a caer. Por eso estamos aquí. Por eso nosotros seguir luchando.

Un temblor sacudió la tierra bajo nuestros pies. Las inscripciones en la pared comenzaron a brillar tenuemente.

—El ciclo está por repetirse —dijo el cazador—. La corrupción se mueverse otra vez.

Ayaka se llevó una mano al pecho.

—¿Y si ya ha salido del Rosario?

—Entonces el mundo está condenado.

Volvimos a la superficie. El pueblo entero estaba en silencio. Todos los “habitantes” observaban el cielo. Fue entonces cuando comprendí la verdad más perturbadora: ellos no estaban realmente vivos, y nosotros nunca habíamos salido del Rosario. Desde aquel primer día, desde que pisamos el pueblo por primera vez… habíamos sido arrastrados al ciclo también. Pues habíamos Estados por todos lados pero por alguna razón me vi obligado en regresar al Rosario.

Marcus cayó de rodillas. Ayaka retrocedió en pánico.

—¿Qué… qué significa esto?

El cazador me miró.

—Tú debes decidir, Jhon. Solo alguien entre los vivos puede romper el ciclo. Solo tú puedes llevar la historia más allá de este lugar.

Y entonces lo comprendí. El verdadero terror no estaba en las criaturas deformes, ni en los tentáculos de los mares. El verdadero horror… era que ya no sabía si estábamos vivos o muertos.

El Rosario no era un lugar.

Era un juicio.

Y ya había comenzado de nuevo.. algún día los liberare de su castigo amigo...