En el patio trasero de la escuela, entre clases. Ryu Young-ho está con sus tres amigos del salón, sentados en una banca bajo un árbol. Uno de ellos muerde una manzana mientras los otros hojean un cuaderno de apuntes.
—¿Y entonces? ¿Te lo cruzaste otra vez?– Pregunta Goong mirando a Youngho.
—Ayer. Esperando que venga a recogerme mi chófer. Me habló como si nada.— respondió con los codos en las rodillas.
—¿Y tú? ¿Le dijiste algo?— se une Lee Kyu Soo
–Hice algunas preguntas. Dijo que está con Daerine desde hace unos seis meses.
—¿Qué…? Pero ustedes terminaron hace cuatro meses, ¿no?— Park Sung-Joo frunce el ceño.
—Lo que significa que cuando ella empezó con él… aún estábamos juntos.— afirma Youngho en silencio.
—Qué descarada. Y ese tipo… ¿tú crees que sabía?— pregunta Goong con un tono más molesto.
—No lo sé. Ayer… cuando me respondió… no parecía que supiera. Ni siquiera mencionó nada raro. Me miró con esa cara de ‘¿qué pasa contigo?’— responde luego de unos segundos de reflexión.
—Entonces, ¿crees que él también fue usado?— pregunta Kyu Soo.
—Es posible. Pero eso no lo hace menos incómodo.— responde Ryu con un suspiro.
Por otro lado.
En una mesa algo apartada del comedor. Jihwan está con Daerin, ambos con su bandeja frente a ellos. Él revuelve su arroz con el tenedor, sin probarlo.
—Estás callado. ¿Algo te pasó?— pregunta Daerin mirándolo.
—No. Solo… he estado pensando en algo.— responde aun distraído.
Daerin lo observa con atención, notando la seriedad en su rostro.
—¿Te ha pasado que sientes que alguien te odia y no sabes por qué?— pregunta Jihwan sin mirarla directamente.
—¿Te refieres a alguien en particular?— responde con otra pregunta levemente tensa.
—Es solo... alguien del salón. Me trata raro. Frío. No entiendo qué le hice.— refirió encogiéndose de hombros.
Daerin baja la mirada por un segundo, y luego finge naturalidad.
—¿Y hablaste con él?
—Lo intenté. Pero cada vez que lo hago, parece que lo molesta más.— indicó Jihwan frunciendo un poco el ceño.
—Puede que solo sea alguien difícil. No te rompas la cabeza por eso.— exclamó Daerin con una media sonrisa.
—Puede ser…— respondió algo dudoso. Pero su mirada perdida dice que no está convencido.
Ya en el aula de clases, minutos antes de que suene la campana. Los estudiantes ya están entrando, algunos sentándose, otros aún conversando en la puerta. Youngho está con sus tres amigos en sus respectivos asientos, dos a su frente y uno a la derecha. Jihwan entra al aula, saludando educadamente y se detiene a hablar con un par de chicas que ríen nerviosas a su alrededor.
—Ese tipo cada día tiene más fans. Mira eso… apenas entra y ya están suspirando.— murmuró Sung-Joo mientras lo ve pasar.
—Bueno, no es raro. Está en natación, es simpático, y mírale esa sonrisa. Parece un actor de dorama.— Goong arquea una ceja.
—Bah… pura fachada. Seguro la debe tener chiquita.— murmuró Kyu Soo con un tono más picado.
—Pues yo digo que deberíamos acercarnos. Si nos hacemos amigos del chico popular… ya sabes, las chicas tambien se acercaran a nosotros.— declaró Sung-Joo con una sonrisita.
—¿Hablas en serio?— preguntó Youngho juzgando con la mirada a Sung-Joo.
—¿Qué? No es como si fuera tan mala idea. Es nuevo, no conoce a muchos… uno se le hace el simpático y listo. Las chicas lloverán solas.— Kyu Soo.
—Si crees que es tan fácil, inténtalo. Pero no vengas a llorar cuando no te resulten las cosas como querías.— respondió Youngho mirándolo de reojo.
En ese momento, Jihwan se acerca al grupo con su cuaderno en mano. Busca algo entre sus hojas y luego habla, amable.
—Oigan, ¿alguno de ustedes entendió lo de las funciones inversas que dejó la profe? Me perdí cuando empezó con los logaritmos. En la hora del almuerzo estuve repasando pero no logré entenderlo.
El grupo se queda en silencio un segundo. Youngho lo mira sin decir nada. Park Sung-Joo ve su oportunidad y responde con rapidez.
—¡Sí, claro! Justo hablábamos de eso. Puedo mostrarte mis apuntes si quieres.— responde sonriente.
—¿En serio? Gracias. Me vendría bien.
—Qué raro. Pensé que tú entendías todo a la primera.— exclamó Youngho fríamente.
—Bueno, esta vez no. Supongo que tengo mis días también.— responde Jihwan inocentemente sin captar la pulla.
El ambiente se torna un poco denso, pero Sung-Joo trata de aligerarlo.
—¡Relájense! Vamos, Jung, siéntate aquí un momento y te explico rápido antes que llegue la profe.
Jihwan se sienta sin problema, y Youngho observa la escena con una mezcla de tensión y resignación, como si algo se estuviera moviendo sin su control.
Una vez Jihwan se ha sentado junto a Park, quien le explica con entusiasmo algunas notas. Youngho los observa desde su sitio, con los brazos cruzados y la mirada fija en el cuaderno, aunque está más atento de lo que parece.
—Mira, la función inversa es básicamente invertir los valores de entrada y salida. Solo tienes que despejar la "x", eso lo convierte en "y", y luego sigues el procedimiento...— agrega Sung-Joo señalando una fórmula.
—Ahh… ya. Entonces, si tengo esto aquí...— dijo Jihwan frunciendo el ceño mientras anota.
Jihwan hace un pequeño garabato en su hoja, que Park aprueba con una sonrisa.
—¡Eso! Exacto. Lo pillaste rápido.
—Qué milagro. Pensé que los modelos de sonrisa angelical no usaban el cerebro.— mencionó Youngho sin levantar la cabeza.
Lee Kyu Soo se ríe por lo bajo. Jihwan parpadea, sin saber si fue una broma o no.
—Bueno… trato de no decepcionar. Aunque no soy tan bueno como tú en comentarios filosos, eso seguro.— responde intentando tomarlo con humor.
Goong se ríe, tratando de suavizar el ambiente.
—Este grupo tiene talento para todo. Uno para deportes, otro para sarcasmo, y yo para atraer amistades valiosas.— agrega Sung-Joo.
—¿Amistades o beneficios colaterales?— dice Youngho arqueando una ceja.
Jihwan lo mira, esta vez más curioso que molesto.
—¿Tienes algo contra mí, Young-ho?
—No. Solo tengo buena memoria.— responde sin dudar.
—Bueno, ya viene la profe. Jung, si necesitas ayuda con lo siguiente, podemos repasarlo juntos.— mencionó Sung-Joo tratando de cambiar de tema.
—Gracias. Me vendrá bien. Y gracias a ti también, Jihwan. Aunque no lo parezca, tus comentarios me mantienen despierto.— sonríe.
—Quédate cerca, entonces. Vuelve a tu asiento.— responde con una sonrisa apenas visible.
La profesora entra al aula, cortando el momento. Todos se enderezan en sus asientos mientras el murmullo desaparece. Youngho, aún con expresión seria, lanza una última mirada a Jihwan, esta vez menos cargada. Como si una pequeña duda se colara en su juicio.
---
Recreo, en la azotea de la escuela. El lugar está casi vacío, solo se escucha el ruido de fondo del patio. Youngho se recuesta contra una de las barandas mientras su amigo del salón de Daerine, con una bebida en mano, se acerca.
—Hace rato que no venías por aquí. ¿Para qué me llamaste? —Kang Yoon Gi toma un sorbo antes de hablar.
—He estado... pensando.— responde con los brazos cruzados.
—Ya. Pensando en él, ¿verdad?
—¿Lo conocías de antes? ¿Sabías que estaban saliendo?— pregunta sin rodeos.
Yoon Gi asiente con la cabeza —Recuerdo haberlos visto varias veces juntos en el parque cerca de nuestras casas. Pensé que era un amigo al principio.
—Pero no lo era.— Youngho frunce el ceño.
—No. Después los vi… ya sabes. Besándose.
El silencio cae un momento. El viento mueve ligeramente el uniforme de ambos.
—Y… ¿él parecía saber de mí?— pregunta Youngho más bajo.
Yoon Gi niega con la cabeza —No. Lo dudo. Las veces que la vi con él y se daba cuenta de mi presencia se iban hacia otro lado como si ella tratara de impedir saludarles. También en clases escuché que su amiga le reprochaba por andar con dos al mismo tiempo y ninguno saber de la existencia del otro.
—Entonces ella lo ocultó. Lo hizo ver como si todo estuviera bien.— murmuró Youngho apretando la mandíbula.
—Lo manejó como si fuera un juego. Siempre fue así con sus cosas, ¿no?— afirmó Yoon Gi con cierto rencor.
—Yo... la quise de verdad.
—Lo sé. Y no digo que él sea un santo, pero… ese chico parece más ciego que culpable.— expresó más serio.
—Eso es lo que me molesta. Que no puedo odiarlo como quiero.— rebeló Youngho mirando al cielo, pensativo.
En la biblioteca escolar, tarde. La mayoría de los estudiantes ya se han ido a casa o seguían en los clubes. Youngho está en una mesa del fondo, rodeado de apuntes de matemáticas, claramente frustrado. Ha pasado más de veinte minutos mirando el mismo ejercicio sin avanzar. Suspira y apoya la frente contra el cuaderno.
Un leve sonido de pasos se acerca. Jihwan aparece con su mochila al hombro y una botella de agua en la mano. Lleva el cabello aún un poco húmedo por el club de natación. Se dirigia a la salida pero notó una figura conocida. Al ver a Baeul, frena un momento, dudando, pero luego se acerca sin demasiada ceremonia.
—¿Otra vez tú contra las matemáticas?— Jihwan curioso con voz suave.
No hacia falta levantar voltear a verlo, con solo escuchar esa voz que tanto detesta, Youngho ya sabía quien era.
—No sabía que ser bueno en natación te daba permiso para espiar gente frustrada.— insinuó sin levantar la cabeza.
—No lo da, pero mi vista es buena… y tu nivel de sufrimiento académico, evidente.— refirió riendo bajo.
Youngho resopla, pero no responde. Jihwan se sienta frente a él sin preguntar.
—A ver, muéstrame qué parte te tiene así. No es que tenga prisa.— dijo abriendo su cuaderno.
—¿Y por qué querrías ayudarme?— preguntó Youngho mirándolo de reojo.
—Porque me caes bien. Aunque me trates como si fuera el villano de tu historia personal.
Youngho lo observa en silencio un momento. Queda en evidencia esa lucha interna: el resentimiento, la duda, pero también algo de… cansancio. Finalmente, arrastra el cuaderno hacia Jihwan y le muestra el problema.
—Está bien… pero si me humillas, te lanzo un libro en la cara.— murmulla.
—Seré delicado. Prometido.— Jihwan responde sonriendo con esa calma tan suya.
Comienzan a trabajar juntos. Jihwan le explica con paciencia, haciendo dibujos y ejemplos simples. Youngho, al principio escéptico, poco a poco empieza a entender. Por primera vez, su ceño fruncido se suaviza un poco.
—No sabía que el chico de la sonrisa angelical sabía explicar sin sonar presumido.— agrega medio en broma.
—Sorpresa. Soy multifacético.— responde encogiéndose de hombros.
Youngho deja escapar una breve risa, algo que no se le había visto en días. La tensión entre ambos no desaparece por completo… pero sí se afloja un poco.
Una vez que terminaron de estudiar, Youngho agradece por educación pero si fuera por él tomaría sus cosas y se marcharía sin decir más.
Jihwan quien lo miraba con aquella sonrisa tan angelical como si lo que hubiera hecho fuera un logro. Toma sus cosas y sigue a Youngho a la salida caminando detrás de él.
Ya en la salida del colegio, frente al portón principal. Ambos esperan a sus respectivos chóferes. Jihwan con el cabello aún húmedo por la natación, y Youngho recargado contra la pared. Silencio por un rato.]
—No pensé que ibas a tener paciencia para explicarme eso.— se anima a hablar sin mirarlo.
—Tal vez me comienza a gustar lo difícil.— sonríe leve.
—¿Qué quieres decir con eso?— arquea una ceja.
—Nada, solo bromeo.— responde con una risita suave.
Youngho deja escapar una mueca y luego guarda silencio. La curiosidad lo vence.
—Jung, ¿Tú no tienes amigos, verdad?
—Mmm... no. En mi otra escuela teníamos muchos amigos, hasta uno de ellos era mi-
—En ese caso, ¿Podemos ser amigos?— propone Youngho encogiéndose de hombros.
—¿Qué?— responde, mirándolo sorprendido por el cambio de tono.
—Escuchá… fui un idiota contigo. Te traté mal sin darte razones. Me dolía algo y lo pagué con vos. Así que… perdón.— rebela con la voz más baja y sincera.
—¿Sabes? A veces siento que no te agrado. No sé por qué.— Responde Jihwan más serio y confundido.
Youngho luchando consigo mismo, suspira.
—No tenés la culpa de lo que no sabés, Jung… Y eso no está bien.
—¿Qué cosa?
El auto de Youngho aparece. Él hace un gesto para acercarse pero se detiene y gira hacia Jihwan.
—¿Entonces, somos amigos?
—Si prometes dejar de tratarme con indiferencia, acepto.— responde con una sonrisa burlona.
Youngho arquea un poco sus labios, sus mejillas un tanto coloradas. Responde subiendo al auto.
—De acuerdo. Nos vemos mañana, Jihwan.
El auto se aleja. Jihwan se queda inmóvil, procesando todo. Lo que antes era molestia o incomodidad… ahora se mezcla con algo más confuso. Quizá, incluso, una chispa de interés.
---
Al día siguiente...
---
Ya es mediodía, suena la campana del almuerzo. El salón se va vaciando mientras Youngho y sus tres amigos se preparan para salir. Han invitado a Jihwan a comer con ellos, un gesto que marca una tregua silenciosa.
—Entonces, ¿venís o qué? Hoy te ganaste el pase al grupo.— dice Sung-Joo golpeando suavemente el escritorio de Jihwan.
—En serio, gracias. Me encantaría.— Jihwan sonriendo, sorprendido pero agradecido.
Todos se preparan para salir cuando de repente, la voz que Youngho más desea evitar suena detrás de ellos.
—¡Jihwan~!— llama Daerin alegre, melosa.
Todos voltean. Daerin se acerca rápidamente, con una sonrisa resplandeciente, y sin decir más, rodea el brazo de Jihwan con el suyo como si fuera lo más natural del mundo.
—Vamos, hoy te toca acompañarme. Prometiste que comeríamos juntos.— dice Daerin, mirando solo a Jihwan. Como si solo existieran ellos dos en el mundo, ignorando por completo la presencia de Youngho.
—Oh… justo iba a comer con los chicos… pero…— responde Jihwan, visiblemente incómodo al ver a los demás.
Hay un segundo de tensión. Los amigos de Youngho observan todo en silencio. Youngho no dice una palabra, pero su mandíbula está tensa y sus manos apretadas. Jihwan lo nota.
—Lo siento… de verdad me gustaría ir con ustedes, pero ya había quedado con ella. ¿Tal vez mañana?— agrega Jihwan, mirando a los chicos y volteando a ver a Youngho.
Tranquilo. Entendemos.— afirma Goong, serio pero cortés.
—¡Nos vemos entonces!— Daerine responde con voz dulce, como si no notara nada. Sin más, se da media vuelta con Jihwan del brazo.
Los pasos de ambos se alejan, pero Youngho no se mueve. Sigue ahí, inmóvil. Sus amigos lo miran. El silencio pesa.
—¿Seis meses, eh?— replicó Youngho apretando los dientes, apenas audible. Se da la vuelta bruscamente, y empieza a caminar en dirección opuesta, sin rumbo fijo. Sus amigos lo siguen a paso rápido.
—Youngho, espera…— dijo Goong preocupado.
—No me toquen. No ahora.— Youngho responde sin detenerse y con voz cortada por la rabia.
Sus ojos están rojos, no de tristeza… sino de una ira contenida que lo quema por dentro. Sus puños apretados tiemblan mientras su respiración se agita. Una tormenta de emociones lo envuelve: humillación, traición, rabia… y sobre todo, esa impotencia de no poder hacer nada.
Y mientras se aleja con sus amigos siguiéndolo de cerca, algo dentro de Youngho cambia. El dolor empieza a endurecerse, a tomar forma. Ya no era solo una herida… era una cicatriz en proceso.
En un rincón apartado del campus, detrás del gimnasio donde casi nadie pasa. Youngho camina con paso rápido, la mirada fija al frente. Sus amigos lo siguen sin decir nada, dándole espacio. Cuando por fin se detiene, apoya ambas manos contra la pared y agacha la cabeza. Sus hombros tiemblan.
—Young-ho…— Goong llama con voz baja.
—¿Sabés qué es lo peor?— respondió Youngho, sin mirarlos
Silencio. Los chicos lo dejan hablar.
—Que me siento estúpido. Me mintió en la cara, salía con él mientras aún estaba conmigo. Lo besaba y luego me besaba a mí, con las huellas de él en sus labios. Y ahora lo abraza, lo presume, actuando como si nada... como si nunca me quiso.— agrega, apretando los puños contra la pared.
—Lo sabíamos, por eso te lo dijimos. Pero verlos así, frente a vos… no es lo mismo.— lamentó Kyu Soo.
—No lloré por ella. Ni una maldita vez. Pero ahora la bronca no me deja ni respirar.— responde Youngho, mientras giraba su cabeza para mirarlos, con sus ojos rojos de rabia contenida.
—Es normal, Ryu. Te dolió. Te duele todavía. No tenés que fingir que no te afecta.— dijo Goong, mientras daba un paso hacia Youngho.
—¿Y para qué? ¿Para que piensen que sigo colgado? No, gracias. Ya bastante tengo con verlos de la mano como si fueran sacados de un maldito dorama.— sarcástico.
Se sienta contra la pared, dejando caer su espalda lentamente. Respira hondo, mirando hacia el cielo.
—Lo odio. Juro que lo odio… pero cuando lo miro… no puedo dejar de pensar si realmente no sabía nada. Y eso me jode más.— expresó, más tranquilo, pero con la voz tensa.
—¿Y si no lo sabía?— Goong se sienta a su lado.
—Entonces me estoy vengando de alguien que no tiene culpa. Y si sí lo sabía… entonces me lo estoy creyendo como un idiota.— Youngho reveló cerrando los ojos.
—Sea como sea, estás solo en medio de dos personas que te rompieron. No es culpa tuya que no sepas cómo actuar.— indicó Sung-Joo, apoyando de brazos cruzados.
Youngho respira hondo otra vez. Abre los ojos y ve las ramas de un árbol meciéndose con el viento.
—No quiero seguir sintiéndome así. Necesito… hacer algo. Ser mejor que esto.— lamentó en un susurro.
—Entonces hacelo. No te rebajes. Hacé que se de cuenta de lo que se perdió.— replicó Kyu Soo.
—Pero... no soporto verlos juntos. — comentó en voz baja, mientras sus ojos se cristalizaban.
Youngho levanta la cabeza. Hay algo nuevo en su mirada. Sigue herido, pero también decidido. Como si en medio de todo ese enojo, estuviera despertando una nueva versión de sí mismo.