¿QUIERES SER MI HIJO ADOPTIVO?

Li Li caminaba de regreso a su casa por los pasillos de piedra pulida de la residencia del clan Li. A cada paso que daba, podía sentir las miradas. Antes, cuando cruzaba ese mismo camino, esas miradas estaban llenas de juicio, de rechazo, de murmuraciones silenciosas por haber tenido un hijo con un mortal. Pero ahora… esas miradas eran distintas. Ya no había desprecio en ellas. Lo que encontraba era respeto. Admiración. Incluso gratitud.

Había salvado a un niño inocente. Había enfrentado y derrotado la verdad oculta de una cultivadora demoníaca. Era imposible ignorarlo. Los miembros del clan que antes hablaban a sus espaldas, ahora agachaban la cabeza al verla pasar. Y aunque Li Li no era alguien que buscara la aprobación de los demás, ese cambio le removía algo dentro del pecho.

"Si tan solo Duan pudiera verme ahora...", pensó con una punzada de nostalgia.

Cuando llegó frente a su casa, soltó un pequeño suspiro. Aunque su cuerpo aún se estaba recuperando, y aunque su cultivo había desaparecido por completo, sentía una extraña ligereza en el corazón. Como si, por primera vez en mucho tiempo, su hogar fuera realmente un lugar seguro.

Empujó la puerta suavemente.

Del interior de una habitación, una figura pequeña se incorporó de inmediato. Era Li Tian, que se encontraba cultivando cuando escuchó el sonido de la puerta. Se levantó y caminó rápidamente hacia la entrada.

—Tía Li Li —dijo con una sonrisa tranquila mientras salía al recibidor.

Li Li lo miró. A pesar de todo lo que había vivido, el niño seguía mostrándose fuerte. Había una calma en su mirada, una madurez que no correspondía con su edad.

Abrió los brazos sin pensarlo y lo abrazó con dulzura.

—¿Cómo has estado, pequeño Tian?

Li Tian fingió una sonrisa suave. Por dentro, sus pensamientos giraban como ruedas afiladas. Pero por fuera, su tono era alegre.

—Bien. Y… he alcanzado la segunda etapa de refinamiento corporal.

Li Li se separó ligeramente de él, sorprendida.

—¿Qué? ¿Tan rápido?

Su rostro se iluminó con una gran sonrisa.

—¡Eso es increíble! ¡Eres muy talentoso, pequeño Tian!

Li Tian asintió, fingiendo modestia, mientras por dentro observaba cuidadosamente las reacciones. Sabía que alguien más estaba escuchando: Ling Tian, que en estos días lo miraba con una mezcla creciente de incomodidad, molestia y celos.

Li Tian bajó la mirada, como si estuviera abrumado por algo. Su voz se volvió un susurro melancólico.

—Tía Li… ¿por qué ahora la gente habla mal de mí?

Li Li parpadeó, confundida.

—¿Cómo que hablan mal de ti?

Li Tian levantó la vista, con una expresión herida.

—Los escucho… cuando camino por los pasillos. Murmuran. Dicen que… soy el hijo de una cultivadora demoníaca. Que debería estar fuera del clan.

Li Li sintió una punzada en el pecho. Nunca había considerado que el niño también estaría sufriendo las consecuencias. En su mente, Li Tian seguía siendo una víctima. Uno que había perdido a su madre de la forma más cruel posible. Ella frunció el ceño, esta vez con firmeza.

—Pequeño Tian… —dijo con voz decidida—. A quien se atreva a hablar mal de ti, ¡yo misma lo golpearé!

Li Tian la miró con los ojos brillantes, como si no supiera qué decir.

Entonces, Li Li pareció pensar en algo. Una idea cruzó por su mente como un relámpago. Se agachó levemente frente a Li Tian y lo miró directo a los ojos.

—Pequeño Tian… ¿qué te parecería si me volviera tu madre adoptiva?

Li Tian se quedó completamente en silencio.

No se lo esperaba. Había planeado muchas cosas, preparado respuestas para cada situación. Pero esta… no estaba en su lista. Aun así, su mente trabajó rápido. Si Li Li lo reconocía como hijo, sería parte oficial de su línea. Tendría su apellido, su protección, y sería hermano de Ling Tian ante todo el clan.

No era solo una oportunidad política. Era una jugada clave.

—¿En serio… lo dices en serio, tía? —preguntó con voz temblorosa, fingiendo emoción.

Li Li asintió con una sonrisa cálida.

—Claro que sí. Ya eres como un hijo para mí. Si tú quieres… puedo hacerlo oficial. Desde hoy, serás mi hijo.

Li Tian bajó la cabeza y la abrazó con fuerza.

—Sí… quiero.

Por fuera, era un niño emocionado. Por dentro, era un estratega que acababa de conquistar una pieza fundamental.

A partir de ese día, Li Tian pasó a ser, oficialmente, el hijo adoptivo de Li Li, y hermano de Ling Tian.