¿POR QUE TENGO TAN MALOS TALENTOS?

El sol apenas despuntaba sobre la Ciudad de la Luna Caída, bañando los tejados de jade del clan Li con un resplandor dorado. En el patio de la casa de Li Shen, un espacio amplio rodeado de bambúes susurrantes y un estanque de lotos espirituales, el aire estaba cargado de una calma tensa. Li Tian, de seis años, estaba de pie frente a Li Shen, su figura imponente envuelta en una túnica azul oscuro que ondeaba con la brisa. El maestro, con su cabello plateado atado en un moño alto, observaba al niño con ojos penetrantes, como si pudiera ver más allá de su piel y huesos hasta el núcleo de su alma.

A unos metros, bajo el alero de la casa, Yuan’er estaba sentada en una esterilla, rodeada de sirvientes que sostenían pergaminos y tablillas de madera. La niña, con su cabello negro recogido en una trenza desordenada, fruncía el ceño mientras trazaba caracteres torpes con un pincel. “¡Esto es más difícil que blandir dagas!” protestó, haciendo reír a una sirvienta joven. Yuan’er no sabía leer ni escribir, un recordatorio de su origen humilde antes de ser acogida por Li Li, y ahora, tras la reciente muerte de su mentora, se esforzaba por aprender, como si quisiera honrar su memoria.

Li Tian lanzó una mirada rápida a Yuan’er, sonriendo débilmente. Ella nunca se rinde, pensó, pero su atención volvió a Li Shen cuando este carraspeó.

—El Físico Dorado —comenzó Li Shen, su voz grave resonando en el patio— es una técnica de cultivo corporal. Las técnicas de cultivo corporal son las más difíciles de dominar y consumen recursos vastos, tanto de qi como de materiales espirituales. ¿Entendiste?

Li Tian asintió con la cabeza, sus ojos brillando con un conocimiento que no debería poseer un niño de su edad. En su vida anterior, había leído Espadachín que Gobierna los Tres Mundos y Cinco Planos, la novela en la que ahora estaba atrapado. Las técnicas de cultivo corporal se mencionaban en passing, como un concepto exótico pero irrelevante, nunca explorado en detalle. Ningún personaje principal las practicaba; eran un lujo para sectas ricas o genios excéntricos. Esto es nuevo, pensó Li Tian, su corazón latiendo con anticipación. Una oportunidad para ir más allá de la novela.

—Entendido, maestro —dijo, inclinándose ligeramente.

Li Shen entrecerró los ojos, como si sospechara algo, pero no comentó nada. En lugar de eso, señaló el centro del patio, donde un círculo de piedras espirituales blancas formaba un patrón intrincado. —El Físico Dorado no es solo una técnica; es una transformación. Fortalece el cuerpo hasta que se vuelve tan duro como el jade inmortal y tan flexible como el río eterno. Pero el precio es alto. Sin talento, voluntad o recursos, solo te espera el fracaso.

Li Tian tragó saliva. Sabía que su talento era mediocre, al menos según los estándares del clan Li. Su avance a la quinta etapa del Refinamiento Corporal había sido arduo, y la reciente muerte de Li Li, la madre de Ling Tian, lo había dejado tambaleándose emocionalmente. Si tan solo hubiera usado el sistema para salvarla, pensó, y un recuerdo fugaz cruzó su mente: Yo me acuerdo ya que lo puse ayer o antes de ayer. Había predicho que Li Li moriría en el evento del Santo Espiritual, pero no hizo nada, priorizando su habilidad Susurro del Alma. La culpa lo carcomía, pero ahora no era momento para lamentarse.

—Comencemos —dijo Li Shen, rompiendo sus pensamientos.

El maestro levantó una mano, y las piedras espirituales del círculo brillaron, liberando un aura densa que hizo que el aire vibrara. Li Tian sintió una presión en su pecho, como si estuviera bajo el agua. —El primer paso es absorber el qi de las piedras y guiarlo a través de tus meridianos principales. Pero cuidado: el qi del Físico Dorado es como un río de lava. Si pierdes el control, quemará tus canales.

Li Tian asintió, sentándose en el centro del círculo. Cerró los ojos y comenzó a respirar rítmicamente, siguiendo las instrucciones de Li Shen. El qi de las piedras era abrasador, diferente al qi fresco y suave que había sentido al cultivar bajo la guía de Li Li. Era como intentar domesticar un dragón salvaje. Lo guió lentamente hacia su dantian, pero el dolor lo hizo estremecerse. ¡Maldita sea, esto es imposible!

—Concéntrate —ordenó Li Shen—. Imagina tu cuerpo como una forja. El qi es el fuego, y tu carne es el metal. Deja que se fundan en uno.

Li Tian apretó los dientes, visualizando la imagen. Su piel comenzó a brillar débilmente, un tono dorado apenas perceptible. Pero el esfuerzo era agotador. Después de una hora, estaba empapado en sudor, y el qi se disipó, dejándolo jadeando.

—No está mal para un primer intento —dijo Li Shen, aunque su tono era más de evaluación que de elogio—. Continúa. El Físico Dorado requiere paciencia.

Li Tian asintió, pero en su interior, la duda crecía. ¿Y si no tengo lo que se necesita? Miró a Yuan’er, que ahora trazaba un carácter con más confianza, y sintió una punzada de envidia. Ella progresa incluso en algo tan nuevo para ella. ¿Por qué yo no puedo?

El entrenamiento continuó hasta que el sol alcanzó su cénit. Li Tian había logrado estabilizar el flujo de qi, pero apenas entendía los fundamentos del Físico Dorado. Li Shen lo observaba en silencio, y Yuan’er, desde el alero, le lanzó una sonrisa de ánimo. Pero el peso de la muerte de Li Li y su propio progreso lento lo abrumaban.

El sol ardía en lo alto, calentando el patio de Li Shen hasta que las piedras del suelo parecían brillar. Li Tian, aún sentado en el círculo de piedras espirituales, sentía que su cuerpo era una caldera a punto de estallar. El qi del Físico Dorado era implacable, como si intentara desgarrar sus meridianos. Li Shen, de pie a su lado, lo observaba con una expresión indescifrable.

—Las técnicas de cultivo corporal son raras, pero no tan valiosas —dijo Li Shen, rompiendo el silencio—. ¿Sabes por qué? Porque pocos tienen los recursos o la voluntad para dominarlas. La mayoría prefiere técnicas de qi o espada, que son más rápidas de aprender. Pero el Físico Dorado, si se domina, puede hacerte casi invencible en el mismo reino.

Li Tian levantó la vista, sorprendido. ¿Casi invencible? En la novela, nadie hablaba de esto. La idea lo emocionó, pero también lo intimidó. Si el Físico Dorado era tan poderoso, ¿por qué no lo usaban los protagonistas? Tal vez porque es demasiado difícil, pensó, recordando su propio progreso lento.

—Ahora, escúchame con atención —continuó Li Shen—. El Físico Dorado tiene tres etapas: Forja de Bronce, Resplandor de Plata, y Gloria de Oro. Hoy, trabajarás en la Forja de Bronce, que fortalece tus músculos y huesos. Para aprenderla, debes fusionar el qi con tu carne, no solo con tus meridianos. Esto es lo que hace que las técnicas corporales sean únicas.

Li Shen se acercó y colocó una mano en el hombro de Li Tian. Un flujo de qi puro entró en su cuerpo, guiando el qi abrasador de las piedras hacia sus músculos. Li Tian sintió como si mil agujas lo atravesaran, pero también percibió una calidez reconfortante. Esto es… diferente, pensó. El qi no solo fluía; se adhería a su carne, como si estuviera tejiendo una armadura invisible.

—Visualiza una forja —instruyó Li Shen—. Tu cuerpo es el yunque, el qi es el martillo, y tu voluntad es el herrero. Golpea sin cesar hasta que tu carne se endurezca.

Li Tian cerró los ojos, sumiéndose en la visualización. Imaginó una forja inmensa, con un fuego dorado rugiendo en su centro. Su cuerpo, frágil y pequeño, estaba sobre el yunque. Con cada respiración, el martillo de qi golpeaba, enviando chispas doradas al aire. El dolor era intenso, pero también sentía que sus músculos se tensaban, volviéndose más densos.

—Bien —dijo Li Shen, retirando su mano—. Ahora, hazlo tú solo.

Li Tian intentó replicar la sensación, pero sin la guía de Li Shen, el qi se volvió caótico. Una punzada aguda lo hizo gritar, y el flujo se rompió. Cayó hacia adelante, jadeando. Maldita sea, ¿por qué es tan difícil?

—No te rindas —dijo Li Shen, con un toque de severidad—. El Físico Dorado no es para los débiles. Si no puedes soportar este dolor, nunca alcanzarás la Forja de Bronce.

Li Tian apretó los puños, frustrado. Sé que es difícil, pero pensé que con mi conocimiento de la novela tendría una ventaja. Pero la novela nunca describió cómo se aprendía el Físico Dorado, solo lo mencionó como un rumor. Yo me acuerdo ya que lo puse ayer o antes de ayer, pensó de pronto, recordando cómo había planeado usar el sistema para superar sus limitaciones. Pero incluso el sistema no podía compensar su falta de talento natural.

—Intentémoslo de nuevo —dijo, sentándose derecho.

Li Shen asintió y comenzó a guiarlo paso a paso. Le explicó cómo canalizar el qi en ciclos cortos, dejando que se asentara en los músculos antes de empujarlo a los huesos. También le enseñó un mantra: “El cuerpo es la montaña, el qi es el río, la voluntad es el cielo.” Li Tian lo recitó mentalmente, usando las palabras como ancla para controlar el qi.

Horas pasaron, y el sol comenzó a descender. Li Tian había logrado fusionar una pequeña cantidad de qi con sus antebrazos, haciéndolos sentir más pesados, como si estuvieran hechos de bronce. Pero el progreso era mínimo. Según Li Shen, había comprendido solo el 2% de la Forja de Bronce.

—Esto es todo por hoy —dijo Li Shen, señalando el final de la sesión—. Descansa y reflexiona. Mañana continuaremos.

Li Tian se levantó, tambaleándose. Su cuerpo dolía como si hubiera sido golpeado por un martillo gigante. Miró a Yuan’er, que ahora sostenía un pergamino con orgullo, habiendo aprendido varios caracteres. Ella avanza tan rápido, pensó, y una voz amarga susurró en su mente: ¿Por qué tengo tan malos talentos?

Se sentó junto al estanque, mirando su reflejo. La muerte de Li Li pesaba en su corazón. Si hubiera sido más fuerte, tal vez podría haberla salvado. La culpa y la frustración se mezclaban, pero también sintió una chispa de determinación. No importa cuán lento sea, dominaré el Físico Dorado.

En otra parte de la residencia del clan Li, en un salón de piedra tallada con dragones rugientes, el Gran Anciano estaba sentado en un trono de jade negro. Su rostro, surcado de arrugas, estaba contorsionado por la frustración. Frente a él, Li Kang, su nieto, paseaba de un lado a otro, con los puños apretados y los ojos encendidos de rabia.

—¡Maldita seas, Li Tian! —escupió Gran Anciano, su voz resonando en el salón—. Por tu culpa, el pequeño Kang comenzó a cultivar antes de tiempo. ¡Ahora su dantian está dañado, y sus meridianos están en caos!

El Gran Anciano suspiró, frotándose las sienes. —Tranquilízate, Kang’er. No podemos cambiar lo que pasó. Pero juro que Li Tian pagará por esto.

La furia de Li Kang no era solo por su derrota en el duelo contra Li Tian y Yuan’er, sino por las consecuencias que siguieron. Inspirado por la humillación, había empujado a su hermano menor, Li Kang menor , a comenzar a cultivar a los seis años, dos años antes de lo recomendado. En el clan Li, la tradición dictaba que los niños comenzaran a los ocho, cuando sus meridianos estaban completamente formados. Cultivar antes era arriesgado, con un alto peligro de desviación de qi, que podía lisiar o incluso matar al practicante.

—Sabía que era arriesgado —continuó Li Kang, deteniéndose frente a su abuelo—. Pero pensé que si el Menor comenzaba temprano, superaría a Li Tian y a esa mocosa, Yuan’er. ¡Todo esto es culpa de Li Tian por provocarme!

Li kun lo miró con severidad. —No excuses tu imprudencia, Kang’er. Pero tienes razón en una cosa: Li Tian es una amenaza. No solo desafió nuestra autoridad, sino que su relación con Yuan’er y el difunto Li Li ha fortalecido su posición. Y ahora, Li Shen lo está entrenando personalmente.

La mención de Li Li hizo que el aire se volviera pesado. Su muerte, ocurrida apenas días atrás durante un ataque sorpresa de una secta rival, había sacudido al clan. Li Duan había intentado protegerla, pero llegó demasiado tarde. La culpa lo carcomía, pero la canalizaba en odio hacia Li Tian, a quien veía como un instigador indirecto por sus acciones disruptivas.

—Li Tian debe ser eliminado —dijo Li Kang, su voz baja pero venenosa—. Si no lo detenemos, se volverá demasiado fuerte. Escuché que está aprendiendo el Físico Dorado. ¡Una técnica que ni siquiera nosotros poseemos!

Li kun entrecerró los ojos. —El Físico Dorado… una reliquia de tiempos antiguos. Li Shen siempre ha sido ambicioso. Si Li Tian lo domina, podría superar a todos los de su generación. No podemos permitirlo.

El Gran Anciano se levantó, su túnica ondeando con un aura opresiva. —Convocaré una reunión con los ancianos. Propondré un torneo interno para los niños del clan. Será una oportunidad para que enfrentes a Li Tian públicamente y lo humilles. Pero cuidado, Kang’er: no subestimes a Yuan’er. Su velocidad es un problema.

Li Kang sonrió, una expresión cruel en su rostro infantil. —No te preocupes, abuelo. Esta vez, no fallaré. Y si Li Tian intenta usar ese sistema suyo, lo aplastaré antes de que pueda reaccionar.

En el fondo de su mente, Li Kang recordaba el duelo donde Yuan’er lo había vencido, vengando a Li Tian. La humillación ardía como un fuego. Li Tian, Yuan’er… pagarán. Y Ling Tian, ese inútil, también caerá.

Mientras tanto, en el patio de Li Shen, Li Tian miraba el cielo, ajeno a las conspiraciones que se tejían en su contra. La muerte de Li Li lo había cambiado, haciéndolo más consciente del peso de sus decisiones. Yo me acuerdo ya que lo puse ayer o antes de ayer, pensó, recordando cómo había planeado usar el sistema para obtener poder, sin considerar las consecuencias. Ahora, con el Físico Dorado como su nueva meta, juró no repetir esos errores.

Yuan’er se acercó, sosteniendo un pergamino con caracteres torpes pero legibles. —¡Mira, Tian! ¡Ya puedo escribir mi nombre! —dijo, sonriendo.

Li Tian rió, olvidando momentáneamente su frustración. —Eres increíble, Yuan’er. Pronto estarás escribiendo poemas.

Ella se sonrojó, pero su expresión se volvió seria. —Tian, sé que estás triste por Li Li. Pero no estás solo. Yo estoy aquí, y Ling Tian también.

Li Tian asintió, con el corazón más ligero. No importa cuán lento sea mi progreso. Con Yuan’er y el Físico Dorado, cambiaré mi destino.

El sol se ponía, tiñendo el cielo de rojo. En la distancia, las linternas espirituales del clan Li comenzaban a encenderse, pero una sombra oscura se cernía sobre ellos, lista para desatar el caos.