Capitulo:2 ecos del ayer.

Luego de eso, me pregunté con ansiedad dónde fue que vi aquel extraño lenguaje por primera vez.

Quizá… en mi viaje a Inglaterra.

Sí. Aquel pueblo en las tierras altas, cuyo nombre no aparecía en los mapas comunes y cuya vista era tan sobrecogedora que, por momentos, dolía. Colinas cubiertas de un verde invernal, coronadas por puntas de nieve como coronas antiguas. El sol se hundía allá, al sur, como si evitara tocar ciertos parajes.

Fue como volver al pasado —a ese pasado que uno intenta recordar con dulzura, pero que siempre está cargado de presagios—. Era joven, testarudo, y aún pensaba que el conocimiento era una puerta que debía abrirse a la fuerza.

Aquellas investigaciones que realicé allá… siempre terminaban en lo mismo: muros sin entrada, libros sin páginas, ruinas que parecían observarte. Nunca llegábamos al final. Como si alguna fuerza invisible decidiera justo cuándo interrumpirnos.

Nunca lo dije en voz alta, pero a veces sentía que alguien —o algo— re-escribía la historia mientras nosotros la buscábamos.

Pero bueno... tal vez he vagado demasiado en los recuerdos.

Hoy, nuevamente, llegó otra carta. Sin remitente.

Distinta a la anterior, pero con símbolos aún más complejos. Ya no parecen simples caracteres: parecen fragmentos de ritos antiguos, fórmulas litúrgicas que susurran su significado sin necesidad de traducción. Y lo más perturbador: los entiendo perfectamente.

No sé cómo ni por qué. Pero sé lo que dicen.

Es como si… fueran instrucciones.

He decidido hacer lo impensable.

Volveré a esos recuerdos. Viajaré al pasado, aunque sea con la mente.

Tal vez allá, entre la nieve y las ruinas, haya una pista. O una advertencia.

O tal vez... ya estuve allí antes de nacer...