Los ojos de Zhang Cuihua no mostraban ansiedad ni miedo, estaban tan vacíos como si estuvieran muertos.
Su cuerpo estaba casi inmóvil, como si estuviera atado por alguna fuerza.
Liu Zheng sintió un dolor agudo en el pecho, como si una mano invisible estuviera apretando fuertemente su corazón.
Intentó acercarse a Zhang Cuihua, esperando desentrañar el misterio. Sin embargo, por más que lo intentaba, sus pies parecían estar pegados al suelo por un imán, incapaces de dar otro paso adelante. Su cuerpo estaba rígido e inmóvil, observando impotente la escena frente a él.
El tiempo parecía haberse detenido, y la habitación estaba atrapada en un silencio espeluznante.
Liu Zheng se sentía como si estuviera atrapado en una película en blanco y negro, con todos los sonidos bloqueados por una barrera invisible, excepto el sonido de su propio latido del corazón resonando en sus oídos.