2. No conozco a nadie… aunque los recuerdo a todos.

No sé de quién fue la idea de despertarme tirándome agua fría. El choque del agua helada me hizo sentir como si me estuvieran cortando la piel con navajas finas. Al abrir los ojos me di cuenta de que me encontraba acostado en el suelo en una bolsa de dormir… mojada. Estaba sin camisa, cosa que no suelo hacer. Una segunda guacalada de agua cayó sobre mí.

—¡Levántate, José, no seas perezosa!

Me puse de pie para enfrentar a la persona que me estaba arrojando las baldadas e insultándome. Era un joven, tal vez de mi edad, vestido con ropa militar de color verde olivo.

—¡Eh! ¡Tú! ¿Qué carajo te pasa? —dije molesto.

—Ya era hora de que te levantaras, Zorro. Tenemos que ir al torneo, así que vístete —me dijo mientras me daba la mano para levantarme—. Me iré con los demás que ya están afuera. Apresúrate, si no perderemos por inasistencia.

—Gracias —respondí aceptando su ayuda.

—No olvides secar tu cama —me dio un par de palmadas en la espalda—. Antes de que rezongues, es tu cama, es tu responsabilidad.

¿Quién se creía este tipo?, además no me dio tiempo de responderle, ya se había retirado.

Me encontraba en algún tipo de barraca. No tenía catres, solo eran seis bolsas de dormir en el piso, y casilleros con la inicial de nuestro primer nombre y el apellido. Abrí el que creía que era mi casillero porque tenía escrito «J. López».

Me asombré al ver mi cuerpo reflejado en un pequeño espejo dentro del casillero. No tenía panza. Tenía masa muscular, poca grasa y el abdomen definido. Si Susana me viera así, caería en mis fuertes brazos, y mi madre no me molestaría con que Silvia era más fuerte que yo. En resumen, era el cuerpo de un soldado muy bien alimentado.

Me puse una de las camisetas que había en el casillero, me cambié el pantalón mojado por uno seco. Me vestí el uniforme y me dirigí hacia la salida. Por alguna razón, todo me era familiar.

Tal como dijo la persona que me despertó, hoy era nuestro día de luchar en una batalla de AC o Armaduras de Combate. Era la oportunidad de demostrarle a los demás equipos élites que podíamos pilotear como profesionales.

Al salir de la barraca, me di cuenta de que estaba amaneciendo. Afuera se encontraban cinco personas. Recordé que eran mis compañeros de escuadrón y no parecían estar muy contentos. Tenía la impresión de que estaban molestos conmigo y no quise preguntar.

—Bueno camaradas, si logramos ganar quedaríamos en tercer lugar —dijo… ¿cómo se llamaba? Que mal, no podía recordar los nombres, no sé qué me estaba pasando—. Las tácticas serán simples: Sisco y Gecko, se quedarán defendiendo la base de cualquier corredor que quiera tomar la bandera; Animal y Burro, serán los cazadores, Zorro y Yo, seremos los corredores. Usaremos las mismas tácticas de la vez anterior, ¿alguna pregunta?

—¿Sabes si podremos modificar los armamentos y características de nuestros AC? —preguntó Sisco. Supe su nombre porque lo tenía escrito en su gorra.

—No lo sé —contestó quien nos estaba dando las instrucciones. Recordé que lo apodábamos: Brujo—. ¿Alguna otra pregunta?

—¿Tendrán alguna idea de qué zayolin le picó a Zorro? Allí estaba posando frente al espejo. Creo que quiere impresionar a las gemelas con su físico —no supe quien dijo eso. Pero todos se rieron por un rato de mí—. Ya ven, yo les dije que el gimnasio nos ayudaría, que los alimentos que nos dan son ricos en proteínas.

—Con las gemelas no te metas —respondió otro.

—Ya en serio —dijo Brujo sacudiendo la cabeza en negación y con una sonrisa—. ¡Atentos! —ordenó cambiando su postura y su rostro a una expresión seria—. ¿Alguna otra pregunta que no esté relacionada con Zorro y sus fantasías? —nadie dijo nada—. Bueno ya saben lo que tenemos que hacer —Brujo puso su puño al frente, como si estuviera sosteniendo una jarra de cerveza. Los demás repetimos el gesto. No sabía por qué conocía ese saludo, parecía, que iba recordando las cosas poco a poco. Me dejé llevar por la corriente. Al estar todos en la misma posición, gritamos:— ¡Salud por Axolokuetspalin! —simulando un brindis, y luego bebimos de la jarra imaginaria. Todos nos reímos y nos subimos al camión de transporte que acababa de llegar a recogernos.

∙∙●⸦∞⸧●∙∙

—Yo no creo que quedar en un tercer lugar sea malo —dijo Burro en voz alzada para poder ser escuchado sobre el ruido del transporte—. A la larga tiene sus ventajas.

—¿Ventajas?, ¿cuáles? —cuestionó Gecko.

Pots… allá va de nuevo —dijo Animal sacudiendo la cabeza.

—Digo, pues, si no quedamos en los primeros dos lugares no nos enviarán al frente del campo de batalla a la primera. Si no que seremos un escuadrón de soporte y estaremos tranquilos en la base hasta que nos necesiten —continuó Burro.

—Y el día que nos necesiten, moriremos, porque no tendremos la experiencia necesaria en el campo de batalla —agregó Gecko.

—En todo caso esta guerra ya va a terminar —dijo Burro.

—¿Sigues pensando eso? ¡Yo no le miro fin a esta mierda de guerra! —se escuchaba la molestia en la voz de Gecko—. Tú, eres un hijo de papi y mami que ha tenido todo fácil en la vida, que nunca te has preocupado por nada, y aun así terminaste en el campo de batalla solo porque el servicio militar es obligatorio —dijo mientras señalaba a Burro—. Por personas como tú, conformistas llenos de caca en la cabeza, es que estamos como estamos. Así que puedes meterte tu tercer lugar en el culo. Además…

—¡Ya basta!, por estar luchando entre nosotros no lograremos sobrevivir este combate —interrumpió Brujo—. Cada uno concéntrese en lo suyo. Después pueden tener sus batallas personales, ya saben cómo es, resuélvalo en la arena.

—No creo que después de esto nos veamos de nuevo. Los rumores dicen que los equipos formados acá no cuentan a la hora de crear los escuadrones reales —dijo Animal.

—No quisiera que nos separasen. Somos un equipo, somos una familia —dijo Burro—. Al menos para mí lo son —comentó entre dientes. Parecía que nadie le dio importancia a lo último que dijo.

—La decisión no es nuestra —dijo Brujo—. Solo concéntrense en ganar.

El silencio fue incómodo, por suerte no tardamos mucho en llegar a los hangares en donde estaban nuestros AC. Al bajarnos del transporte observé a las seis máquinas de batallas bípedas. Eran una maravilla de ingeniería de exoesqueletos antropomórficos que comenzaron como máquinas para facilitar el manejo y transporte de carga en bodegas, hasta que, por la guerra, evolucionaron a ser máquinas de batalla.

Nuestro escuadrón estaba conformado por dos AC Livianos o ACL, de tres metros de altura; Dos AC de medio peso o ACM de tres puntos cinco metros; Uno pesado o ACP de cinco metros y uno de asalto o ACA, de cuatro puntos cinco metros. Podría describir cada una de las AC, pero tardaría mucho tiempo. Puedo decirles con seguridad, que eran robots bípedos de color verde olivo que los vestíamos como una armadura o exoesqueleto. Sus movimientos eran controlados en su mayoría por el cuerpo del piloto. Algunas funciones las manejaban interfaces virtuales con sensores en los cascos que seguían el movimiento de los ojos y los dedos de las manos.

En la cabeza de los AC se encontraban las cámaras principales y los sensores. No crean que por destruir la cabeza quedaba ciego o te mataban. Ya que estas estaban posicionadas arriba de las nuestras y estaban separadas con no sé cuántas capas de protección. Claro, un disparo allí era un susto seguro. Tenían cámaras secundarias con menos ángulo de visión, pero permitían sobrevivir y escapar para luchar otro día. En la espalda podían cargar un tipo de mochila de usos múltiples como para llevar municiones, repuestos, armas adicionales y otras cosas, así como se podía instalar en ella el arma principal. Algunos modelos, en especial los ACP, tenían en los hombros un lanzamisiles de ocho municiones para ataques a larga distancia y un módulo de artillería.

—No dejo de asombrarme cada vez que los miro —dije mientras estaba en la rutina de inspección de mi AC.

—Te comprendo Zorro, son una belleza de ingeniería. Lo que siempre he encontrado fuera de lo común, aclaro, no es queja, es que nuestras unidades livianas utilicen bazucas automáticas en vez de rifles u otro tipo de armas —dijo Gecko mientras caminaba hacia su AC.

—Bueno, nos ha funcionado hasta el momento, aunque a estas alturas nuestro rival ya sabe que nuestros corredores son ACL con bazucas automáticas —añadió Brujo—, y lo que más me gusta es que los ACL tienen mayor movilidad en modo crucero.

—Ja, modo crucero, eso es solo para cuando queremos recorrer largas distancias y no para combate, ¿no sé cómo es que aún no los han eliminado?, si tienen menos maniobrabilidad —dijo Animal—. No hay nada mejor que la fuerza bruta y un buen armamento de combate.

—Por eso eres nuestro ACP, confiamos en tu bazuca pesada y tus misiles —respondió Brujo—. Dejen de tanta plática y terminen la revisión de su equipo lo más pronto posible.

Para ponerlos en contexto. El modo crucero a que se refería Brujo, es una habilidad o función que tienen los AC en las piernas. Algunos modelos incluyen ruedas, que se activan a demanda, que les permiten movilizarse con mayor velocidad. Pero como dijo Animal, la desventaja de usarla en combate es que la AC no puede hacer movimientos avanzados en este modo. En modo normal puedes mover tú AC igual que tu cuerpo, caminar, correr, saltar, arrastrarse por el suelo y sentarse; tal como dije antes, es como que los vistieras pese a su tamaño. Los AC eran fáciles de aprender, pero difíciles de dominar.

Brujo era de los que dominaban un AC liviano al grado tal que podía hacer maniobras avanzadas nada ortodoxas que le daban ventaja en el campo de batalla, y por eso yo también estaba tratando de aprender a hacerlas. Una de ellas era el Salto en crucero en reversa, la cual esperaba que usara hoy para cubrirme la espalda.

—Eh Brujo —dijo Sisco—. ¿Por qué tenemos armamento real?

—No lo sé, déjame averiguar —respondió Brujo mientras entraba a su unidad—. Centro de control. ¿Por qué tenemos armamento en vivo? Líder Axolokuetspalin.

—Líder Axolokuetspalin, ¿No le informaron?... las batallas por tercer y cuarto lugar, así como el campeonato serán con armamento real. Control.

—Wow… hay que tener cuidado —dijo Gecko—, podemos morir.

—Control. Gracias. Líder Axolokuetspalin fuera.

—Una cosa más —dijo el operador de radio de Control sin seguir el protocolo de comunicación. Protocolo que me era muy pesado para hablar—. Tengan cuidado, y buena suerte y… Salud por Axolokuetspalin.

Me tomó por sorpresa saber que teníamos un fanático en el Centro de control, no negaré que se sintió bien, pero a su vez me puso nervioso. Eso nos daba más razones para ganar dando un buen espectáculo.

—Revisión de AC terminadas —dije al completar mi lista de chequeo.

—Listo, completo —dijo Sisco.

—Ya terminé la revisión —informó Animal.

—Lista completa —dijo Burro.

—Chequeo completo —informó Gecko.

—Lista de revisiones completada —dijo Brujo—. Enciendan sus AC, saldremos en formación de columna en modo crucero a la arena. Sé que iremos por el tercer lugar, pero eso no quiere decir que no demos lo mejor de nosotros. En realidad, no sé qué pasará después de esta batalla, no sé si seguiremos juntos, o si nos dispersarán a otros escuadrones, pero quiero que sepan que fue un honor luchar y liderar en este escuadrón.

Ese fue el intento de brujo de dar un discurso motivacional. Digamos que no era muy bueno en esas cosas, pero hizo su mejor esfuerzo.

∙∙●⸦∞⸧●∙∙

—Zorro, dime: ¿has seguido teniendo esos sueños extraños que me habías comentado? —me preguntó Burro, mientras íbamos camino a la arena de combate.

—¿De qué sueños me hablas? —respondí.

—Hoy te estás haciendo el que no te acuerdas —insistió Burro.

—¡En serio no me acuerdo!

—Como que le ha afectado el agua fría que le tiraste, Gecko —dijo Burro en tono de burla.

—A mí no me metan, solo seguía órdenes —respondió Gecko encogiendo los hombros de su AC.

—Ya te estás haciendo el que no te acuerdas, pero no te preocupes, estamos en un canal privado. Las conversaciones de radio no son públicas mientras no lleguemos a la arena —insistió Burro con el tema.

—Te juro que no me acuerdo —respondí molesto.

—O sea que no te acuerdas de que me contaste que habías amanecido en algo que llamaste nave o colonia espacial, dentro de un contenedor creoje… criogénico o ¿algo así? —dijo Burro.

—Hoy tiene más sentido… Ahora sé por qué estaba chequeando sus músculos —añadió Animal—. Por más que intentes, Nunca serás tan grande como yo.

El comentario de Animal estaba fuera de lugar, o al menos para mí.

—Hablen después del combate de esas cosas —interrumpió Brujo.

Mientras seguíamos el camino a la arena, nos encontramos con un retén de la policía militar. No era normal que hubiera retenes en las carreteras del perímetro de la base. Uno de los oficiales se acercó al AC de Brujo, que se identificaba porque tenía pintado una franja roja en el brazo, que solo tenían los capitanes de equipo.

El agente de la policía militar y Brujo conversaron un rato. Luego el agente le entregó unos documentos.

—Cadetes —dijo Brujo después de leer los documentos e ingresar a su unidad—. Se nos ha asignado una misión. Se las informaré camino a la base aérea así que tenemos que movilizarnos en este momento. Síganme.

Todos respondimos a la orden de Brujo con el respectivo «Si señor» y comenzamos a dirigirnos a la base aérea. Yo estaba intrigado y lleno de curiosidad por saber qué era lo que pasaba y a la vez estaba emocionado y feliz de que ya no tendríamos que combatir en la arena. Les confesaré que no tenía ganas de luchar, y menos ese día en el que por alguna razón no me sentía normal. Me sentía fuera del lugar, como que no perteneciera a este escuadrón. También me dejó inquieto la pregunta que me hizo Burro sobre los sueños que decía que yo tenía.

Soñar que estaba en cápsulas criogénicas en una nave espacial. ¿Por qué soñaría algo así? Con esta guerra que ya duraba varios años, no había tiempo para pensar en viajes espaciales o cosas así. Sobrevivir era lo importante, pero más importante aún, impedir que los invasores del norte esclavizaran nuestras tierras.

—Camaradas —dijo Brujo—. Se nos ha asignado la misión de ir a las líneas de combate junto a los Cuetlāchtli, quienes iban a ser nuestros rivales para el tercer lugar. Nos reuniremos con el escuadrón Cuāuhtli y el escuadrón Tlācamāyeh quienes eran los que iban a luchar por el primero y segundo lugar…

—Ya al grano —interrumpió Gecko.

—No comas ansias Gecko —ordenó Brujo—. Les informo que ya no somos cadetes en entrenamiento. Por la situación, ya somos soldados y tu comportamiento se puede considerar fuera de línea. Tengo autoridad para reprenderte o dejarte fuera de esta misión. Espero no se repita.

—Entendido señor, lo siento señor —respondió Gecko.

—Junto a nuestras órdenes, se me dio un sobre qué debo entregar en la base —continuó Brujo—, pero no debo abrirlo y las únicas indicaciones que se me han dado han sido esas: que tenemos que ir a la base aérea desde donde nos llevarán a la zona de batalla. El viaje al área de combate será de tres horas. Estaremos en la base un promedio de tres horas mientras se trabaja en los preparativos correspondientes.

El ascenso repentino de cadetes a soldados me sorprendió.

¿Tan mal estamos en la guerra?

No sé los demás, pero yo tenía miedo… mucho miedo.

No era el momento para estar asustado, la vida de los civiles de nuestro país estaba sobre nuestros hombros y por eso me enlisté, para defender a la nación, para vengarme… para… proteger a mis seres queridos.

Lo único que me quedaba era esperar que nos transportaran en una unidad Mixcuauhtli. Eran las únicas unidades de transporte capaces de llevar hasta seis AC pesadas. Por el tiempo de viaje que Brujo había mencionado, me daba la impresión de que nos movilizarían de otro modo. Las unidades Mixcuauhtli no son muy rápidas, pero están lo suficiente armadas para defenderse. Por eso solían viajar a baja altura, y así, permitía a los AC que transportaban lanzarse sin que el impacto de la caída los dañara.

Cuando llegamos a la base aérea nos señalaron el hangar al cual teníamos que llevar nuestras unidades para que fueran equipadas con el armamento correspondiente y para revisión pre combate. Le quitaron la marca roja de capitán a la unidad de Brujo y a todas les pintaron rápida y burdamente el número del escuadrón al que nos asignaban.

Éramos el centésimo tercer escuadrón de Ozohuitli. Al menos quedamos juntos. Lo que me preocupaba era la forma en la que estaban ocurriendo los eventos. Tenía mis sospechas de que las cosas no eran tan buenas como se pintaban, y que algo malo estaba pasando en el frente de batalla, en la zona que llamábamos la línea del borde del conflicto.

Mientras preparaban nuestras máquinas, nos entregaron los nuevos uniformes, los trajes de piloto, armamento personal, insignias y unos sobres con las contraseñas y códigos personales para operar los sistemas.

Todo ocurría tan rápido y fuera del método tradicional de la milicia, que ni siquiera recibimos la graduación de la academia militar. Era una lástima, tenía ganas de ir al baile y sacar a alguna de las soldados a bailar. Más que dicen por allí que las oficiales de comunicación son muy bonitas y que si uno mueve las piezas correspondientes, puede tener la mejor noche de su vida. Jamás sabré si eso es verdad o no.

∙∙●⸦∞⸧●∙∙

Nos reunieron en la sala de misiones, la cual era enorme y parecía un aula magna de una universidad de prestigio.

No los aburriré con todos los detalles de la misión que nos asignaron, no porque no fueran importantes, sino porque no presté la atención debida por mirar a las chicas en uniforme y estar comentando con Gecko sobre ellas. Después de todo al final, Brujo siempre nos repetía todo en una forma más fácil de digerir. Más que nos estaban poniendo al día con las noticias del frente y con la misma basura propagandista con la que nos solían bombardear día tras día.

Mi atención se centró en la misión cuando alguien detrás de mí me golpeó en el hombro reclamándome en voz baja que no me distrajera. Era una chica piloto con el pelo corto y de color morado oscuro. Era Cobalto y junto a ella estaba su hermana gemela Rubí. Nunca me había preocupado saber por qué a ellas les permitían tener el pelo teñido de otro color. Pero entiendo que a algunos pilotos les permitían ciertas libertades por sus méritos,

Como lo había mencionado anteriormente Burro cuando viajábamos a la arena, se nos asignó el papel de apoyo en una de las bases en el frente de batalla, junto al escuadrón Tlaximaltepoztli, quienes eran los favoritos para ganar el torneo. Este escuadrón, conocido anteriormente como Cuāuhtli, ocupaba el primer lugar en el ranking.

Mientras a otros escuadrones se les asignó la tarea de detener al grupo de invasión principal, nuestra misión consistía en mantenernos en la base. Una vez que el grupo principal de defensa lograra detener el ataque inicial, nos tocaría lanzarnos en el contraataque, asegurándonos de que el primer grupo regresara a la base para reabastecerse y volver a salir. Cuando estuviéramos listos y la tercera oleada llegara a nuestras posiciones, comenzaríamos a retirarnos dejando al tercer grupo en el área hasta que llegara un cuarto, manteniendo así un ataque continuo para debilitar al enemigo por medio de la rotación de escuadrones, dándoles tiempo a los pilotos para descansar y salir de nuevo. Al menos, eso era lo que se planeaba.

Por primera vez pasaríamos de la defensiva a la ofensiva.

Los entrenamientos de captura de la bandera no son nada comparados con un combate real. Eso me tenía muy preocupado, aunque tenía la confianza de que lo podríamos hacer bien. No solo porque nos dejaron juntos y sabemos trabajar como equipo, a pesar de las diferencias entre algunos miembros, sino también porque tendremos a uno de los mejores escuadrones de la academia con nosotros.

Al terminar la asignación de misiones, nos dieron treinta minutos para ir al sanitario, descansar o hacer lo que quisiéramos.

¿Y cómo haces si te dan ganas de orinar en medio de una misión? se preguntarán.

Una de las ventajas de los uniformes de combate de los pilotos AC era que estaban preparados para esas emergencias del llamado de la naturaleza. El traje estaba diseñado para detectar la orina y la sangre menstrual de las mujeres. Al momento de liberar el líquido, unas bombas de succión conectadas a unos tubos del traje, que estaban acoplados al AC, se encargaban de extraerlo y depositarlo en unas cavidades especiales. El líquido era filtrado y procesado para ser parte del sistema secundario de enfriamiento. Este proceso era el culpable del olor característico de las unidades.

Estábamos listos para partir cuando me llevé la desagradable sorpresa de que nos transportarían en unidades de helicópteros Huitzilin, similares a los Bell UH-1Y Venom. ¿Cómo sé ese dato? Eso lo diré en otro momento.

Los Huitzilin podían transportar hasta diez soldados. Por su configuración no podían transportar internamente unidades AC. No obstante, tenían capacidad para levantar un APC armado hasta los dientes. Por ese motivo, cuando no había otras formas rápidas de mover las unidades mecánicas, se usaban a los Huitzilin para transportarlos colgados por medio de cables.

Viajar así era una experiencia muy desagradable y el saber que estaría colgado por tres horas, no era algo que esperara con ansias. Ni modo, no tenía otra opción.

—Vaya, vaya —dijo Sisco—, viajaremos de la forma favorita del Zorro.

—Lo siento Zorro —añadió Brujo—. No nos toca de otra.

—¿Les molesta si me les uno a la conversación? —dijo otra voz por la radio.

—No veo por qué no —respondió Gecko—, es una comunicación abierta.

—Siempre de amargado Gecko, nunca cambias.

—No veo por qué tenga que cambiar, Warlock.

Axolokuetspalin, perdón, Ozohuitli, me alegra que iremos juntos —respondió Warlock, el líder de Tlaximaltepoztli.

—A mí también Warlock —respondió Brujo. ¿Las gemelas van contigo?

—Claro que sí, acá estamos—respondió una mujer.

—Si no fuera porque tu nombre código aparece en el canal —dijo Animal—, no sabría a quién de las dos estoy escuchando ¿Cómo están las cosas Cobalto?

—Pues todo bien —respondió Cobalto.

—No nos quejamos —dijo la hermana gemela de Cobalto.

—Rubí, siempre es un placer escucharte —dijo Animal.

—No lo creo, si escuchas a una, escuchas la voz de la otra. Además, eres un mentiroso —respondió Rubí.

—Escuadrones Tlaximaltepoztli y Ozohuitli. Soy la comandante Alicia Liddell código Cheshire —interrumpió una voz por la radio—. Seré su comandante durante la misión. La primera orden del día es enganchar sus AC a los Huitzilin. Partiremos en treinta minutos.

Con la ayuda de los ingenieros de mantenimiento de la base, amarramos los AC a los Huitzilin.

Brujo y Warlock dieron la señal de que estábamos listos para partir.

Mientras los escuadrones despegaban, me esforzaba para contener mi nerviosismo.

—Zorro, relájate —dijo la voz femenina de Zafiro—. No pienses en nada, solo cierra los ojos y concéntrate en mi voz.

Agradecía que Zafiro quisiera tranquilizarme. Desde que ingresé a la academia y fui seleccionado para ser piloto de AC, siempre ha estado presente, pero cuidando su distancia porque pertenecíamos a escuadrones rivales. Aun así, siempre me ha acompañado en los malos momentos, y en uno que otro buen momento. Después de la noticia de la muerte de mi hermano, se ha convertido en lo más cercano a una familia.

—Saludos, soy el piloto del ACL. Hola, soy Pollo, seré tu piloto en esta ocasión y no preguntes por el apodo. Solo ponte cómodo ya que partiremos en unos momentos. Lamento informar que no hay bebidas en este vuelo ni entretenimiento. Disculpas del caso.

La voz del piloto rompió mi concentración. Escuché a Zafiro suspirar cuando sentí el tirón del Huitzilin que elevaba al cielo. De alguna manera este piloto logró levantarme sin que mi unidad se moviera como un péndulo.

—Animo Zorro —dijo Zafiro—, ya vamos en camino. Recuerda que aún me tienes pendiente el pago de la apuesta.

Escuché a todos los de mi escuadrón mofarse de mí al escuchar su comentario. No recordaba a qué apuesta se refería, ni cuál era el pago. Lo único que podía decir era que la voz de Zafiro me era muy familiar.

Híjole es verdad —dijo Animal entre carcajadas.

Ozohuitli, Tlaximaltepoztli —se escuchó a Cheshire por la radio—. Mantengan silencio en la radio hasta nuevo aviso. Cheshire fuera.

La orden fue dada, silencio total en la radio. Sabiendo que el viaje me parecería eterno, cerré los ojos y me concentré en los diferentes sonidos que los generadores del AC producían.