Capítulo 5: El Comienzo de un Viaje Juntos

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rojos. La aldea élfica, siempre tranquila, parecía estar en silencio mientras Ares y Liana caminaban hacia la salida, donde el sendero se perdía entre los árboles que rodeaban el pueblo. Esta no era una despedida, sino el comienzo de una nueva etapa, un viaje que los llevaría a un lugar mucho más grande que su hogar.

Liana caminaba a su lado, su cabello verde brillando bajo la luz del atardecer, sus ojos decididos como siempre, pero con un destello de emoción que no podía ocultar. La academia de magia, un lugar donde los más grandes magos del mundo eran entrenados, era su objetivo común.

—No puedo creer que finalmente lo estemos haciendo —dijo Liana, rompiendo el silencio. Su voz tenía un tono alegre, pero también un poco de nostalgia por dejar atrás su vida en la aldea—. Siempre imaginé que este día llegaría, pero nunca pensé que sería tan… raro.

Ares sonrió. Liana había sido su mejor amiga desde que tenía memoria. Había compartido con ella cada etapa de su vida, desde sus primeros pasos hasta las noches en las que entrenaban juntos, intentando que Ares controlara su fuego azul.

—Es raro —admitió Ares, mirando hacia el camino que se extendía frente a ellos—. Pero estamos listos, Liana. No solo para ir a la academia, sino para demostrar que podemos hacerlo. Juntos.

Liana asintió, su rostro iluminado por una sonrisa confiada.

—Juntos —repetió, como si esas palabras fueran una promesa que ambos se habían hecho en silencio durante años.

A medida que avanzaban, llegaron a la salida del pueblo, donde Elysia, la madre adoptiva de Ares, los esperaba. Su rostro reflejaba una mezcla de orgullo y tristeza. Había criado a Ares como a su propio hijo, y aunque sabía que este día llegaría, siempre era difícil dejar ir a un ser querido.

—Ares... —dijo Elysia, abrazándolo suavemente—. Te voy a extrañar mucho. Pero estoy muy orgullosa de ti. Sé que irás a hacer grandes cosas en la academia.

Ares la abrazó con fuerza, sintiendo el cariño y el amor de la única familia que había conocido. Había sido su madre en todos los sentidos, enseñándole lo que significaba ser fuerte, no solo en magia, sino en corazón.

—Gracias, madre. No te preocupes, voy a estar bien —dijo Ares, separándose de ella y sonriendo con determinación.

Liana, que había estado observando en silencio, se acercó a Elysia.

—Gracias por todo, Elysia —dijo con una sonrisa amable—. Prometo cuidar de Ares, no lo dejaré solo.

Elysia sonrió a Liana con cariño, aunque su mirada estaba llena de tristeza por la despedida. Liana era una amiga muy especial para Ares, y a pesar de no ser su hija, sentía un afecto profundo por ella, como si fuera parte de su propia familia.

—Sé que lo harás, Liana. —Elysia acarició la cabeza de ambos—. Sois fuertes, y aunque los dejaré ir, no los perderé de vista. Siempre estaré aquí si me necesitan.

Con una última mirada atrás, Ares y Liana se dirigieron al camino. Sin embargo, antes de irse, el padre adoptivo de Ares, Thalion, apareció al final del sendero. Su figura alta y robusta, siempre seria pero con un brillo de cariño en sus ojos, los esperaba. Aunque no se mostraba tan emotivo como Elysia, su despedida tenía un peso aún mayor para Ares. Era el hombre que lo había entrenado en la fuerza física, aquel que le había enseñado el valor del trabajo duro y la disciplina.

—Ares, ven aquí —dijo Thalion con voz grave, como siempre.

Ares se acercó, y Thalion, en un gesto inusual para él, lo abrazó brevemente, dándole una palmada en la espalda.

—Voy a extrañarte, muchacho. —Thalion le dio una mirada firme, como si estuviera impartiendo una última lección—. Sé que eres fuerte, pero también recuerda que la fuerza no lo es todo. La magia puede ser poderosa, pero el carácter es lo que te hará invencible.

Ares asintió, sabiendo que esas palabras eran sabias, aunque a veces difíciles de entender.

—Lo recordaré, padre —dijo Ares con firmeza. Sentía una gratitud inmensa por todo lo que su padre adoptivo le había enseñado.

Liana, que había estado observando en silencio, se acercó también a Thalion.

—Nosotros... —comenzó, con una leve sonrisa—, también vamos a hacer todo lo posible por hacerlos sentir orgullosos.

Thalion asintió, sonriendo ligeramente, un gesto raro para él.

—Sé que lo harán. Cuiden de cada uno, no importa cuán lejos lleguen. Y no olviden de dónde vienen.

Con esas palabras, Ares y Liana comenzaron a caminar hacia el camino que los llevaría a su destino. Mientras avanzaban, Elysia y Thalion los observaban en silencio, seguros de que habían dado lo mejor de sí mismos para preparar a esos dos jóvenes para el futuro.

Ares miró a Liana mientras caminaban, una sonrisa apareciendo en su rostro.

—Liana, ¿alguna vez te has preguntado qué clase de magos seremos? —preguntó Ares.

Liana lo miró, con una sonrisa segura.

—Lo seremos todo. Seremos fuertes, valientes, y sobre todo, seremos los mejores. Y un día, cuando lo logremos, seremos recordados.

Ares se sintió fortalecido por sus palabras. No solo había encontrado en Liana a una amiga, sino también a una compañera de armas, alguien que estaría a su lado mientras luchaba por convertirse en el mago más fuerte. Su viaje apenas comenzaba, pero sentía que no importaba lo difícil que fuera, nada podría detenerlos.

Ambos miraron al horizonte, hacia la gran aventura que los esperaba. Juntos, serían invencibles.