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Durante un tiempo realmente largo... largo... Otoño simplemente miró fijamente a los ojos de Kieran.
Sus dedos lentamente se aferraron a su camisa y lo jaló cerca como si tratara de preguntar... «¿Por qué?». Sin embargo, ni una sola palabra salió de su boca.
Kieran se quedó allí, paciente, mirándola con la misma intensidad... esperando una reacción... represalia... cualquier cosa. Pero nunca llegó.
—Yo... yo no debería estar aquí, Kieran! —Otoño intentó incorporarse. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas—. ¡Hiciste votos con ella, Kieran. ¡Eres un... hombre casado! No debería...
—Tú eres mi pareja... mi destinada...
—¡Elegiste a otra persona! ¡Lyla es tu pareja ahora! Por favor, no hagas esto más difícil de lo que ya es... Yo... no me siento muy bien... —Intentó abrirse paso, pero Kieran la sujetó con firmeza—. Me siento como una puta ahora mismo... Me siento ilegítima... como me he sentido toda mi vida...