Mi veneno

El estómago de Otoño se revolvió de nuevo con cada paso que daba Kieran, su visión casi nadando.

No. ¡No, no, no!

Se retorció débilmente en sus brazos, las uñas arañando su hombro. —¡Bájame, bastardo! Quiero vomitar otra vez... me siento con náuseas, Kieran... te juro por la Luna... que si haces que vomite sobre ti...

El agarre de Kieran solo se apretó mientras la llevaba por el pasillo cubierto de pétalos, sus pasos mucho más decididos de lo que deberían ser.

—¡Entonces vomita! Eres libre de vomitar sobre mí tanto como quieras —dijo, imperturbable—. He tenido cosas peores.

La puerta de su habitación estaba justo adelante, cubierta de rosas y cintas doradas.

La puerta de su cámara nupcial.

Su respiración se volvió entrecortada y llena de pánico. —Kieran, no... no te atrevas a llevarme ahí. ¡Bájame! Ella está ahí dentro... Lyla está sentada ahí dentro...

Esperándote...

Las palabras la ahogaron. Su estómago se retorció una vez más.

Él no respondió.