(Mientras tanto... en otro lugar)
El aire en este lugar era denso.
Como humo coagulado deslizándose entre reinos. Era demasiado espeso para ser respirable y demasiado asfixiante. No había suelo, ni cielo, solo un vacío vasto e interminable donde la niebla negra se aferraba a cada respiración.
Relámpagos carmesí parpadeaban a través de la bruma... agudos pero inquietantemente silenciosos, como si el sonido no tuviera permiso allí.
De la penumbra, emergió una figura... Una espada demoníaca brillando en su mano... que aún tenía gotas de sangre de Kieran, fosilizadas en su superficie... intencionalmente.
La figura se movía lentamente, como si vadeara aguas invisibles. Su larga capa se arrastraba detrás de él mientras bajaba gradualmente su capucha.
Tan pronto como su piel entró en contacto con la niebla oscura, comenzó visiblemente a pelarse. Sutilmente. Sus ojos cambiaron a un gris tormentoso. Sus rasgos se afilaron gradualmente para parecerse a los del Alfa Lunegra.