Capítulo 68 - Punto de quiebre: Lágrimas, verdad y un tierno abrazo
Cerré la puerta de mi habitación con tanta fuerza que las paredes parecieron temblar. Mis manos temblaban, mi respiración salía en furiosos jadeos mientras caminaba de un lado a otro por la habitación.
¿Cómo se atreve? ¿Cómo se atreve Kaelen a estar ahí, amenazándome con esas palabras viles mientras Isolde —su prometida— estaba justo arriba, con el corazón roto y confundida?
La imagen de su rostro manchado de lágrimas ardía en mi mente. El dolor en sus ojos. La esperanza desesperada de que de alguna manera pudiera hacer que él la amara.
Y todo este tiempo, yo había sido la razón.
La puerta se abrió de golpe sin que nadie llamara. Kaelen estaba allí, su imponente figura llenando el umbral, con los ojos entrecerrados y la mandíbula tensa.
—No te alejes de mí —dijo, con voz peligrosamente baja.
—Sal de aquí. —Señalé hacia el pasillo, mi voz temblando de rabia—. Sal de mi habitación ahora mismo.