Los Noventa y Nueve Pasos

## El punto de vista de Hazel

El sol de la mañana se colaba a través de mi parabrisas mientras navegaba por el tráfico de la ciudad. Mi teléfono vibró contra el asiento de cuero a mi lado. Lo miré rápidamente—Sebastián. Mi corazón dio un inesperado vuelco mientras conectaba la llamada a través del Bluetooth de mi coche.

—Buenos días de nuevo —su voz profunda llenó el coche.

—Hola —respondí, tratando de sonar casual—. ¿Todo bien?

—Más que bien. Quería escuchar tu voz antes de mi reunión.

Su franqueza me tomó por sorpresa. Sebastián nunca jugaba, nunca se escondía detrás de mensajes vagos o crípticos. Era refrescante y aterrador a la vez.

—¿Cómo te sientes? —pregunté, recordando su estado febril de la noche anterior. Me había quedado con él hasta que finalmente le bajó la temperatura.

—Mucho mejor, gracias a ti.

Sentí que mis mejillas se calentaban. —No hice nada especial.

—Te quedaste —dijo simplemente—. Eso significa todo para mí.