(Academia Militar de Rodova – Departamento de Monitoreo Físico, Entrada a la Biocámara)
Leo bajó de la plataforma de escaneo mientras el asistente señalaba hacia una estructura similar a una cápsula que se alzaba en la pared del fondo de la instalación de pruebas.
Se elevaba casi diez pies de altura, su superficie elegante y reforzada con intrincadas inscripciones rúnicas que brillaban tenuemente en pulsos rítmicos.
Transparente en la parte frontal, su interior estaba tenuemente iluminado con un solo asiento posicionado en el centro, rodeado por innumerables tubos delgados como agujas y almohadillas sensoriales incrustadas.
Una Biocámara.
—Bien, estás preparado —dijo la asistente, revisando su tableta de datos—. Hora de entrar.
Leo lanzó una mirada cautelosa a la cámara. Parecía más una unidad de contención que un dispositivo de prueba.
—¿Me recuerdas otra vez qué hace esto? —preguntó mientras se acercaba.
La asistente sonrió con suficiencia.