(Academia Militar de Rodova – Comedor de la Academia, Un Día Antes del Examen de Mitad de Término)
La cafetería estaba inusualmente silenciosa, pero no por falta de gente.
Todas las mesas estaban llenas. Todos los asientos ocupados.
Y sin embargo, a pesar del espacio abarrotado, la habitual charla bulliciosa y la risa despreocupada habían desaparecido.
En su lugar, lo que quedaba era un silencio opresivo y sofocante, interrumpido solo por algún gemido ocasional de desesperación o el frenético garabateo de apuntes de último minuto.
Toda la cafetería parecía una funeraria.
Y por una buena razón.
Mañana era el examen de mitad de semestre del Profesor David.
Y nadie estaba preparado para ello.
—Cincuenta puntos de ochenta —murmuró alguien en la mesa de al lado, su voz hueca de incredulidad—. Cincuenta. Sin puntuación parcial. ¿Cómo demonios es eso justo?
—No lo es —respondió otra voz bruscamente—. Literalmente es solo él siendo un bastardo mezquino. Todos lo sabemos.