(Academia Militar de Rodova – Sala de Personal Docente, Cabina del Profesor David)
La sala de personal docente estaba inquietantemente silenciosa, salvo por el ocasional rasgueo de plumas contra pergamino y el suave zumbido de las lámparas encantadas en lo alto.
A esta hora tardía, la mayoría de los otros profesores habían terminado su preparación de clases o abandonado el esfuerzo por completo, dejando su trabajo para otro día.
¿Pero el Profesor David?
Él prosperaba en momentos como estos.
Había algo catártico en calificar exámenes, en tener los futuros de sus estudiantes en sus manos, en determinar quién aprobaría y quién sufriría que le daba una alegría sádica.
Era su pequeña versión del día del juicio.
Y lo disfrutaba.
Por eso, aunque el reloj se acercaba a la medianoche, continuaba calificando los papeles, deleitándose con cada marca que deducía de los trabajos de los estudiantes privilegiados de grandes linajes.
*RASGUEO*