Capítulo 2 – "¿Algo más?"

Las risas se apagaron cuando escuchamos voces acercándose. Voces femeninas. No tardé en reconocerlas. Una mezcla entre risas y pasos decididos que rompían la calma del jardín.Me giré hacia la entrada del patio y ahí estaba.Mika apareció primero. Alta, morena, delgada, pero con ese tipo de cuerpo trabajado que no deja lugar a dudas. Porte recto, mirada afilada, pelo largo casi lacio que se movía con cada paso. Llevaba ropa de gimnasio ajustada que marcaba cada línea sin vergüenza, y una toalla colgada al hombro. Un piercing pequeño adornaba su nariz, como un detalle que sabía que llamaría la atención... y lo lograba. Mika siempre sabía lo que hacía.Detrás de ella, como su sombra inevitable, venía Emma.Más baja, mucho más baja. Enfundada en una sudadera amplia que parecía estar a punto de derretirse con el calor, como si le importara poco que el sol le estuviera friendo los huesos. También llevaba una toalla, pero la sostenía de forma floja, como si no supiera bien qué hacer con ella o simplemente no le diera la gana de aparentar nada. Como siempre.—Ahí viene el amor de mi vida —dijo Liam con una sonrisa estúpidamente amplia —y detrás, tu peor pesadilla.—Genial —murmuré, sin contener el gesto de fastidio.Emma clavó los ojos en mí por un segundo. No dijo nada, pero no le hizo falta. Su silencio hablaba más fuerte que cualquier insulto.Mika, por el contrario, sonrió de inmediato al vernos en el agua.—¿Nos estaban esperando? Qué caballeros —bromeó, dejando caer su toalla en una de las reposeras.Emma se sentó a su lado, en silencio, como si estar ahí fuera un trámite más que una elección.Y ya sabía lo que venía después. Siempre era así.Un par de frases, algún comentario punzante... y la guerra fría versión Delacroix-Obsidar estaba por arrancar su siguiente ronda.Mika fue la primera en lanzarse al agua. Un clavado limpio, casi elegante, y al segundo ya estaba chapoteando como si no hubiera un calor abrasador sobre nuestras cabezas.—Vamos, Emm, vente con nosotros —la llamó, nadando hacia el borde —tu hermano no dirá nada si lo haces.Liam sonrió sin molestarse en disimular.—No creo que sea por mí —soltó, con esa voz de quien sabe más de lo que debería.Mika lo miró, luego giró la cabeza hacia mí... y finalmente apuntó sus ojos a Emma.—Ares no va a comerte, querida —dijo en tono burlón, sin maldad, pero con toda la intención. Y claro, Liam se rió sin filtro.Yo alcé una ceja, sin decir nada. No hacía falta. Esa clase de comentarios hablaban solos.Emma, por su parte, frunció el ceño con fuerza, visiblemente incómoda... y sonrojada. Un leve rubor le cubrió las mejillas, traicionando ese intento suyo de parecer imperturbable.—¿De qué vas? —soltó, girándose hacia Mika con el tono de quien acaba de recibir la peor sugerencia del día. Como si le hubieran dicho que se meta con el tío menos atractivo del planeta.Y, aun así, estaba roja. Roja como si la idea, por más absurda que la encontrara, no le fuera tan indiferente como fingía.Interesante. Muy interesante.Mika no se dio por vencida tan fácil.—¿Qué pasa, Emma? ¿Le tienes miedo a Ares? —dijo con una sonrisa pícara mientras se acomodaba el pelo mojado hacia atrás —no te va a comer, al menos no de esa forma —remató, mirándola con las cejas alzadas.Liam explotó en una carcajada que hizo eco por todo el patio.—Joder, Mika… —dijo entre risas, apoyándose en el borde de la piscina.Yo, por mi parte, me quedé en silencio. No me incomodó el comentario, pero tampoco le di cuerda. No tenía sentido alimentar la tontería… aunque debo admitir que el rubor en la cara de Emma subió un nivel. Ahora no solo estaba roja, estaba al borde de derretirse.—Eres asquerosa —le soltó Emma a Mika, sin mirarla directamente, apretando la toalla contra su cuerpo como si quisiera esconderse del universo entero.—Ay, por favor —se burló Mika, nadando hacia atrás con gracia —relájate. No va a pasar nada. Es solo agua… y tu hermano… y Ares… en bañador.Liam seguía riendo y yo solo giré los ojos, apoyándome contra el borde, viendo a Emma de reojo. La muy orgullosa evitaba siquiera cruzarse con mi mirada. Como si eso le fuera a salvar de las estupideces de su amiga.—Emma, por favor, esto es ridículo —insistió Mika, nadando hacia el borde mientras la miraba como si su amiga acabara de declararse enemiga del sentido común —hace un calor infernal y tú allí, bajo el sol, con una sudadera que me está matando incluso a mí.Emma no respondió. Solo bajó un poco la cabeza, como si la toalla y esa maldita sudadera fueran escudos contra la presión social.—Si es por Ares, no te preocupes —añadió Mika con una sonrisa burlona, sin ninguna piedad —para él eres una cría, no le importará verte en paños menores.Esa sí la sentí. Emma se puso aún más roja, y su mandíbula se tensó. No me miró, como si ignorarme fuera una forma efectiva de hacer que desapareciera. Spoiler: no lo es.—¿A qué no, Ares? —remató Mika, mirándome con una de esas sonrisas que claramente quería meterme en la conversación, aunque no tuviera el menor interés.Le dediqué una mirada breve, con una ceja levantada, sin moverme del sitio.—No, no me interesa —respondí, seco.Emma apretó los labios, claramente confundida entre ofendida o aliviada. Perfecta mezcla. Como siempre.Liam decidió meterse también en la conversación, como si el bochorno no fuera ya suficiente.—Vamos, Emm —dijo con esa voz de hermano mayor optimista que solo empeora las cosas —si es porque no estás en forma, tranquila, todos nos descuidamos alguna vez.Tuve que contener una risa. Él y yo podríamos posar para una revista de fitness y aún así le suelta eso… como si Emma fuera una bola de pan con patas.Pero entonces Mika, como siempre, fue por el camino más directo:—¡Qué va! —exclamó con una sonrisa radiante, mojándose el pelo —si Emma tiene un cuerpo de diosa encarnada, no entiendo cómo, con ese cuerpazo, no lo muestra con orgullo.Emma se quedó tiesa. El color que subió por su cuello fue criminal.—¡Mika! —le soltó entre dientes, horrorizada, con las mejillas al rojo vivo.Y entonces, por un momento fugaz, cruzó la mirada conmigo. Fue rápido, torpe. Como si se arrepintiera en cuanto notó que yo no apartaba los ojos.Roja. Se puso aún más roja.Casi me dieron ganas de reír. Casi, pero si se me escapó una media sonrisa.Volvió a girarse hacia otro lado en un segundo. Liam y Mika estallaron en risas, encantados con el caos que habían provocado.Yo solo me acomodé en el borde de la piscina, sin decir nada. Pero algo me decía que este verano no iba a ser ni tranquilo, ni aburrido.—¡Emma, maldita sea, ven aquí o iré a buscarte yo misma! —soltó Mika, salpicando agua como una amenaza —no puedes tenerle miedo a los hombres toda tu vida. Eres sexy, joder. Y de seguro si no se odiaran tanto con Ares, él te cometía entera sin dudarlo.Tragué saliva. Liam, por su parte, colapsó de la risa. Se agarró el estómago y todo.—¡Mika, por Dios! —le gritó entre carcajadas —¡Le vas a matar una neurona de la vergüenza!¿Emma? Una joya visual. Era como ver una tormenta a punto de estallar dentro de un tomate humano. Tenía las cejas tensas, los labios apretados, el ceño fruncido y ese maldito rubor que le subía hasta las orejas. Parecía que iba a explotar, y no sabía si por furia, vergüenza, o ambos.—¿Estás bien, princesa? —solté sin mirarla con una media sonrisa, con voz aburrida, por molestarla un poco más —puedo irme si te estresa tanto mi existencia.Ella no respondió. Ni siquiera me miró. Pero sus nudillos se tensaron en la toalla, como si estuviera considerando tirármela a la cabeza.Liam y Mika ya estaban llorando de la risa.—¿Qué pasa, Emm? ¿Miedo a que Ares te mire como si fueras un desayuno caro? —siguió Mika, imparable —tranquila, si llega a verte en bikini, lo máximo que va a hacer es juzgarte en silencio y luego seguir pensando en motos o lo que sea que piense este cavernícola.—Gracias —resoplé —muy amable.Emma por fin habló, bajito, entre dientes.—Mika, te juro que, si sigues hablando, te meto la cabeza en el agua hasta que reces.—Perfecto, así me refrescas un poco —contestó Mika, encantada —pero primero métete, anda. Demuestra ese poder femenino antes de que Ares se duerma del aburrimiento.Yo estiré los brazos por detrás de la cabeza. Me causaba gracia la situación, pero ni de coña iba a meterme en ella, ya era suficiente recibir insultos escondidos en chistes haciéndome sonar como todo un depredador de la pequeña hermanita inocente de mi mejor amigo.—No se preocupen por mí. Me entretengo viendo cómo se quema viva con esa sudadera en pleno infierno.Emma me lanzó una mirada. Fulminante.Y por un segundo, no supe si iba a ceder... o a asesinarme.—Juro que voy a matarte —soltó Emma entre dientes, apuntando a Mika como si le lanzara cuchillos con la mirada.Mika no se inmutó. Sonrió como si acabaran de decirle que ganó la lotería.—Perfecto, pero para eso tendrás que meterte primero. Así que venga, asesina, muévete —le guiñó un ojo con descaro.Liam se carcajeó. Yo solo levanté una ceja, divertido, recostado en el borde de la piscina con el agua hasta el pecho.—No sabía que tenías ese lado asesino, Delacroix. Aunque igual… se te nota en la cara, no hace falta que lo jures tanto.—Cállate, Obsidar —me soltó, girando el rostro hacia otro lado, pero con las mejillas encendidas. No me miraba directamente, pero sabía que estaba pendiente de cada palabra. Esa tensión rara que se siente cuando alguien te odia… pero no del todo.Mika chasqueó la lengua.—Emma, de verdad… ¿vas a seguir haciéndote la virgen mártir con sudadera? Míralos, Liam parece un modelo de revista de protectores solares, y Ares ahí todo... “bad boy mojado” —puso voz sensual y Emma se atragantó con el aire —te estás perdiendo el show gratis.—Mika —espetó Emma en un tono de advertencia, como si una sílaba más fuera suficiente para iniciar la Tercera Guerra Mundial.—¿Qué? Solo digo lo que cualquiera con ojos pensaría. Además, dime si no te pica la curiosidad… —se acercó un poco a ella —o sea, Ares con ese tatuaje asomando en el cuello, con el agua bajándole por los pectorales… conozco a muchas que ya se lo habrían llevado detrás del cobertizo.—Gracias, Mika —dije sin mucho ánimo, aunque con una sonrisilla —súper halagador.Emma murmuró algo ininteligible, seguramente un insulto. Todavía estaba de pie, aferrada a la toalla como si fuera su escudo contra el mundo.Y no se movió. No dio un solo paso hacia el agua. Terca como una mula.—Vas a desmayarte ahí parada —comenté —y no pienso sacarte si te caes redonda. Te dejo al sol para que te cocines bien.Emma alzó el dedo medio sin siquiera mirarme.Liam volvió a reírse. Mika también. Y yo… bueno, me acomodé más en el agua.Era divertido picarla. Pero más divertido era ver que, aunque no quería mirarme, no dejaba de estar atenta.—Venga ya, Emma, ¿para qué te pusiste un bikini si no ibas a meterte? —insistió Mika alzando una ceja con teatralidad.Liam entrecerró los ojos, extrañado—¿Se puso bikini? ¿Emma? ¿Nuestra Emma?—Sí, y bien mono que le queda —canturreó Mika como si estuviera contando un secreto prohibido —tú eres su hermano, así que lo verás en modo aww, qué tierna, pero Ares… Ares seguro que se le pone duro el...No pasaron ni dos segundos.PLOF.Un almohadón voló como proyectil lanzado con furia divina directo a la cara de Mika, dejándola medio desorientada por el impacto.—¡¿Pero qué…?! —Mika se quitó el cojín con una carcajada ahogada.Emma ya había girado la cabeza como si estuviera absorta contemplando el horizonte. Muy natural todo. Como si no hubiera sido ella la francotiradora textil del momento.—Interesante —murmuré, mirando el cojín caído —si los militares usaran almohadones como armas, Delacroix ya sería general.Liam soltó una carcajada.—Creo que fue una advertencia. En plan una palabra más y lanzo la reposera entera.—¿Yo? No he hecho nada —dijo Emma, fingiendo inocencia, con un tono tan sospechoso que hasta un niño de cinco años habría sabido que estaba mintiendo.—Claro —dijo Mika, lanzándole una mirada cómplice —y yo soy virgen.Silencio. Liam se atragantó de risa y yo no pude evitar una sonrisa torcida. Emma, en cambio, ya era un tomate ambulante.Pero seguía ahí, toalla al pecho, como si una piscina con tres personas fuera territorio enemigo.—Me cansé —dijo Mika, saliendo del agua con una determinación peligrosa —o te metes o te meto yo con ropa y todo al agua, Emma. Y sé bien que esa chaqueta no dejas que nadie la toque ni, aunque tu vida dependiera de ello.Emma alzó una ceja, sonrisa torcida, desafiante.—Te reto a que lo intentes —dijo, cruzándose de brazos como si no estuviera a segundos de ser secuestrada por su mejor amiga.—¿Por qué tanto interés en esa chaqueta? —preguntó Liam, curioso, frunciendo el ceño —siempre la llevas puesta, incluso en pleno agosto, y no dejas que nadie la toque. ¿Tiene poderes mágicos o algo?Emma abrió la boca para responder, pero Mika habló primero, como siempre.—Pues, se la dio un...—¡Bien, bien! ¡Tú ganas! —interrumpió Emma, en plan emergencia máxima, bajando el cierre de la chaqueta de golpe y quitándosela como si le quemara los dedos.Liam arqueó una ceja, entre confundido y divertido.—¿Se la dio un qué?—O quién —añadí yo, con el ceño ligeramente fruncido. La reacción fue demasiado rápida… y demasiado desesperada.Emma se quedó callada, mirando hacia otro lado como si la brisa del mediodía fuera más interesante que toda la conversación. Y ese silencio decía mucho más que cualquier palabra.—¿Te la dio un chico? —preguntó Liam, ya metido de lleno en el misterio.Nada. Silencio total.—Interesante —dije, apoyándome en el borde de la piscina, con la vista clavada en ella —no suele importarte que Mika suelte estupideces, pero esta vez casi le lanzas una granada.—Yo no he dicho nada —replicó Emma, dándose la vuelta de nuevo, el rostro rojo, pero con esa expresión de no me busques, que me encuentras.Mika, claro, estaba a punto de explotar de la risa.—Y ni siquiera hemos llegado a la parte buena —murmuró, dándose un chapuzón otra vez, como si no acabara de soltar una bomba nuclear.Liam me miró con una ceja alzada.Yo simplemente sonreí.Ahora sí que tenía curiosidad.—¡Venga ya, chica, desnúdate y al agua! —gritó Mika desde la piscina, salpicando agua como si estuviera llamando a un perro.—Qué molesta eres —masculló Emma, rodando los ojos. Pero sus dedos fueron a la cintura del pantalón de mezclilla. Se lo desabrochó, lo bajó lentamente con ese fastidio característico en ella, y lo dejó caer a los pies.Sus piernas quedaron al descubierto: torneadas, trabajadas, con ese tono suave y firme que gritaba entrenamiento, pero sin exagerar. Nada de musculatura exagerada, solo equilibrio perfecto. La camiseta blanca, algo larga, todavía cubría parte de la escena, pero eso no duró mucho.—Todo, nena. No te hagas la santa —dijo Mika, con una sonrisa de zorro.Emma soltó un resoplido, como si estuviera entregando su alma al diablo, y se quitó la camiseta de un tirón. Y por un momento... todos se quedaron callados.Incluso yo.Liam parpadeó, como si acabara de ver a su hermana transformarse en una diosa griega salida del Olimpo.Emma tenía un abdomen plano con el marcado justo. No de esos que parecen esculpidos en mármol, sino real, trabajado, sexy. Su cintura formaba una curva perfecta hasta las caderas, redondeadas, con una silueta de infarto. El bikini le quedaba tan bien que parecía hecho a medida. Pechos generosos, firmes, más que suficientes como para hacer perder el hilo de cualquier conversación.Y, por supuesto, lo sabía. Porque al instante se cruzó de brazos para cubrirse los senos, roja como un tomate.—¿Pero qué... dónde escondías esto? —soltó Liam, aún atónito, preguntándose cuando su hermanita había cambiado tanto de un día para el otro.—¡Emma, por favor! —Mika silbó como camionero —con ese cuerpo, te juro que si yo fuera Ares ya te habría pedido matrimonio, divorcio y custodia compartida solo para tener excusa de verte más seguido.Emma gruñó, apretando los labios.Yo alcé una ceja, sin decir nada, pero lo admito: la vista era jodidamente buena.—Tranquila, Emm, nadie va a comerte... —añadió Mika, sonriendo como si no hubiera dicho lo peor aún —bueno, Ares tal vez sí, pero eso ya es otro tema.Otro almohadón salió disparado.Esta vez ni siquiera disimuló que fue ella.—Orgulloso de mi hermana —dijo Liam con esa sonrisa estúpidamente sincera, como si acabara de ganar una medalla de oro y no acabara de ver a su hermana en bikini con cuerpo de modelo de revista.—Bueno, eso fue inesperado —murmuré, arqueando una ceja, con una media sonrisa.Mika se rió mientras quitaba el almohadón mojado de la piscina y lo dejaba a un lado como si fuera una granada que acababa de explotar en su cara.Entonces me miró.—Y eso no es nada... —dijo bajando un poco la voz y acercándose apenas lo suficiente para que solo yo la escuchara —aún no la viste mojada.Me la quedé mirando, ladeando la cabeza con media sonrisa.—¿Eso fue una amenaza o una promesa?Mika se rió, encantada de sí misma.—O corriendo —añadió, y me guiñó un ojo —te juro que eso sí es algo digno de un maldito comercial de perfume.Y justo entonces, ¡splash!El sonido del chapuzón interrumpió el momento. Agua salpicó en todas direcciones como si alguien hubiera tirado un bloque de hielo a la piscina.Emma ya se había metido.Sin decir nada.Como si fuera un escape táctico.Como si mojarse de golpe fuera mejor que seguir escuchando a su amiga soltar indirectas sexuales como quien reparte volantes.Liam chasqueó la lengua.—Siempre huye cuando se pone roja. Es como un tomate con patas.—¿Y ahora qué? —pregunté mirando el agua donde apenas se veía a Emma.—Ahora... intenta no babearte cuando salga —contestó Mika, divertida —o sí. Lo que pase primero.Emma emergió del agua como si viniera en cámara lenta, directo desde un maldito spot publicitario. Su cabello negro azabache, empapado, se le pegaba al cuerpo como si el agua misma le tuviera envidia. Algunos mechones cubrían parte de su rostro, mientras otros se le pegaban al cuello y al pecho, donde el bikini parecía más decorativo que funcional. Las gotas recorrían su piel blanca haciendo que todo brillara como si fuera una sirena con complejo de tentación.—A veces pienso que vivo en un comercial de productos de belleza —comentó Mika, cruzada de brazos como si observar a Emma fuera parte de un estudio científico —y ella es la protagonista, claramente.Liam asintió como si eso fuera una verdad universal.—Sí, solo falta que diga “Pantene” mientras agita el pelo.—O peor —añadió Mika con una sonrisita —que se convierta en actriz porno sin saberlo. Porque, juro por Dios, el gimnasio se paraliza cuando sube a la cinta. Una vez vi a un tipo caerse de la bicicleta fija por mirarla el trasero.Liam se atragantó de la risa.—Lo peor es que no es broma —dijo entre carcajadas —yo estaba ahí. El pobre imbécil se reventó contra el piso y ni se quejó. Emma se giró a ayudarlo y él, mientras sangraba por la ceja, sonrió como si le hubiese tocado la lotería.—Mira que provocar ese efecto sin querer... —murmuré, observando a Emma sacándose el agua de los ojos con las manos —da miedo.—¿Miedo? —rió Mika —¿O ganas?—Por mi propia seguridad, no responderé a eso. Ambos se rieron.Emma, mientras tanto, nadaba como si no tuviera idea de que era el centro de todos los pensamientos calenturientos y los comentarios con doble sentido.O tal vez sí.Y solo lo ignoraba... como buena reina del caos que era.Mika y Liam se habían puesto a charlar mientras nadaban, riéndose de anécdotas viejas y lanzándose agua como si tuvieran cinco años y cero dignidad. Entre salpicones y chismes, se olvidaron de todo lo demás.Emma, por su parte, flotaba sola abrazada a un inflable en forma de delfín. Tenía los brazos rodeando el cuello del pobre animal plástico con una cara de "ojalá este delfín me saque del país". Estaba medio tumbada sobre él, flotando a la deriva como una náufraga con buen físico, pero cero motivación. Se notaba aburrida, como si esperara que algo interesante ocurriera... o alguien.Me acerqué nadando con calma, hundiéndome parcialmente bajo el agua antes de asomar al lado de ella como si fuera un tiburón acechando su presa.—¿Todo bien, flota-flota? —solté con una ceja alzada, apoyando un brazo en el delfín, que chilló un poco con el peso.Emma me miró de reojo, sin despegarse del inflable.—Sí. Solo estoy reflexionando sobre lo decepcionante que es la humanidad. Y este delfín.—¿Qué te hizo el pobre animal?—Me prometió emoción y diversión. Solo me está haciendo flotar como una patética galleta mojada.—Podrías soltarte y nadar como una persona normal.—¿Y perder la dignidad completamente delante tuyo? No, gracias. Ya tuve suficiente con la sesión “Emma en bikini, capítulo uno”.Me reí por lo bajo.—Tranquila. Para capítulo dos voy a necesitar luces, cámara y más delfines.—¿Estás insinuando que me vas a grabar?—Estoy insinuando que, así como estás, National Geographic se queda corto. Falta que te rodeen sirenas y aparezca Attenborough narrando.—“La hembra salvaje... se aleja del grupo, buscando refugio emocional en un delfín de plástico…” —dijo con voz grave e irónica.—“…completamente ajena a que el macho alfa se le acerca, probablemente con intenciones cuestionables…”Emma soltó una pequeña risa y luego le dio un golpecito al delfín.—Podrías buscar tu propio inflable, ¿no crees?—Prefiero invadir el territorio ajeno. Tiene más encanto.Apoyé el mentón en el borde del inflable, mirándola desde abajo.—Además, es este o acercarme a los tortolitos y no me apetece la segunda opción.Emma resopló, pero no apartó el delfín.Tal vez... ya no estaba tan aburrida.—Son dos tortolitos, ¿verdad? —dijo Emma con una sonrisa torcida mientras miraba a Mika y a Liam chapoteando como adolescentes en una película cutre de verano.Liam salpicaba agua sin piedad y Mika chillaba como si la estuvieran matando, aunque estaba claro que le encantaba el jueguito. Entre risas y empujones, no sabías si estaban coqueteando o recreando un ritual de apareamiento de pingüinos con déficit de atención.—No sé si van a besarse o si ella va a ahogarlo por accidente —comenté al ver cómo Mika le tiraba agua en los ojos mientras él intentaba hacerle una zambullida.Emma giró apenas el cuello hacia mí, sin despegarse del inflable.—A este paso, lo único que van a compartir es una cita en urgencias.—Nah, míralos bien —dije señalando la escena como si analizara una obra de arte —esa es la pose clásica de “me gustas, pero si lo admito primero pierdo”.—Mika se lo comería vivo si pudiera —añadió Emma, divertida.—Y Liam no sabría si gritar de felicidad o pedir un sacerdote.Emma rió por lo bajo.—Creo que son la definición de “tensión sexual no resuelta”.—Eso o están a una canción de High School Musical de declararse.Mika en ese momento le tiró agua a Liam directo en la boca y este casi se ahoga mientras ella le gritaba “¡por mirón!”.—Definitivamente una comedia romántica con presupuesto bajo —dije, riéndome.—Y actores sin dignidad —remató Emma, sin dejar de observarlos con ese aire entre crítica y ternura que solo una hermana puede tener.Mientras Emma y yo soltábamos carcajadas medio escondidas detrás del delfín inflable, Mika, que claramente tenía radar para el salseo, giró la cabeza y nos pescó al instante.—¡Eso, Ares! —gritó desde el otro lado de la piscina, sonriendo como si hubiese descubierto América —¡A ese paso vas a emparejarte con la diosa del agua!Liam soltó una carcajada que casi lo hunde.—¿Y esa diosa casualmente no se llama Emma, verdad?Emma, que hasta hace cinco segundos estaba relajada abrazada al flotador, se puso roja como si le hubiesen prendido fuego desde adentro.—¿Quieres que te lance este delfín en la cara o te lo revoleo con elegancia? —le soltó, fulminándolos con la mirada.—Mejor dáselo a Ares —intervino Mika, encantada con el show —así practican la luna de miel en versión acuática.—No estoy escuchando esto —murmuró Emma enterrando medio rostro contra el inflable mientras las gotas de agua brillaban en su espalda como si estuvieran en un maldito comercial de perfume.—Nah, tranquila, Emm. Ares solo está evaluando la profundidad de tus aguas emocionales —bromeó Liam entre risas.—Y tú estás pidiendo una patada en los riñones —respondió Emma sin perder el tono dulce, pero con los ojos medio entornados. A ese punto ya era la definición de “me río, pero estoy por asesinarte”.—¡Ay! ¿Quién pudiera ser flotador hoy! —canturreó Mika, como si fuera una especie de narradora atrevida de reality show.Yo levanté las manos con media sonrisa.—A este paso, me voy a tener que declarar en defensa propia. Me están tirando con metáforas húmedas y chistes hormonales desde todos los frentes.Emma hundió la cara en el flotador como si quisiera desaparecer. Pero sí, seguía sonrojada... y no lo disimulaba ni un poco.—¿Pero de qué vas, Ares? —largó Mika con una sonrisa de esas que huelen a caos desde lejos —se te nota que quieres darle y no la hora a Emma.Liam escupió agua de la risa.—¿Perdón? —pregunté alzando una ceja, pero con esa media sonrisa que siempre me delata.—Vamos, no te hagas el santo ahora —siguió ella, acomodándose el pelo mojado con toda la actitud —¿Quién no querría? Si no te apuras, la diosa virginal va a ser engatusada por otro macho tatuado y ahí sí te quiero ver llorando al borde de la piscina como en una telenovela.Emma, que hasta ese momento estaba relativamente tranquila aferrada al flotador, abrió los ojos como si le hubiesen tirado un balde de agua fría. Y eso que ya estaba en el agua.Se sonrojó de inmediato, los ojos yendo de Mika a mí como si evaluara cuánto de eso era broma y cuánto era verdad.—¡Mika, cállate! —protestó, pero su voz sonó más como una súplica avergonzada que una amenaza real.—¿Qué? Estoy promoviendo la iniciativa privada del amor. ¿No era eso lo que querías, Liam? —le guiñó un ojo a su casi-novio, que seguía riéndose como si le acabaran de contar el chiste del año.—Emma, te juro que, si ese “otro tatuado” aparece antes que Ares reaccione, voy a armar un PowerPoint con las veces que casi te mira como si fueras postre —se burló Liam entre risas.—Por favor, no sean imbéciles —dijo ella con voz baja, y aunque tenía toda la pinta de querer hundirse, se notaba que parte de ella se divertía… o por lo menos no se iba nadando para el otro lado.Yo la miré un segundo, ladeando la cabeza.—Tranquila, princesa del agua. No necesito apurarme. Las joyas raras no se regalan al primer idiota con tatuajes... —Solté el comentario con tono tranquilo, como quien no quiere la cosa.—¿Entonces planeas seguir siendo el segundo idiota por siempre? —disparó Emma al instante, con una sonrisa afilada y ese tono que me hizo arquear una ceja. Ok. Había fuego bajo esa agua.—Touché —musité con una sonrisa, mientras Mika y Liam aplaudían como si acabaran de ver la final de un combate.—Por favor, dense besos y mátense a miradas ya —soltó Mika —o juro que los encierro en una sauna y no los dejo salir hasta que solucionen esta tensión sexual que me está calentando hasta a mí.Emma, roja otra vez, le lanzó agua en la cara.Pero no se fue. No se alejó. Solo… bajó la mirada y se mordió el labio.Y sí, el flotador delfín, para qué negarlo, me estaba empezando a caer bien.