A VS C: El Enfrentamiento

El aula del Grupo C se encontraba en el ala oeste de la Academia Arclight. Aunque no era tan moderna ni resplandeciente como las salas del Grupo A, tenía un ambiente cálido y acogedor. Las ventanas dejaban entrar la luz natural, y los estudiantes hablaban entre ellos con un aire más relajado, aunque no faltaba cierta inseguridad en sus miradas.

—Supongo que estamos aquí por poco... —susurró uno de los chicos, echando una mirada hacia la puerta.

—Sí... los del Grupo A seguro ya están recibiendo entrenamiento avanzado o algo así.

Naoya tomó asiento junto a la ventana, sin mirar a nadie. Algunos intentaron observarlo con curiosidad, pero su expresión fría bastaba para alejarlos. Se sentía fuera de lugar, pero no porque se creyera menos... sino porque, para él, nadie ahí valía la pena.

La puerta se abrió y entró una figura adulta, enérgica pero sin pretensiones.

—Buenos días, soy la instructora Minami. Bienvenidos al Grupo C. Tal vez no tengan las notas más altas, pero esta aula está llena de potencial. Aquí no miramos hacia arriba... miramos hacia adelante.

Hubo una leve sonrisa en algunos rostros. Naoya no reaccionó.

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Mientras tanto, en la elegante ala norte, el aula del Grupo A deslumbraba con sus paredes pulidas, escritorios brillantes y pantallas flotantes. Todo parecía diseñado para prodigios.

—¿Viste mi resultado en la prueba de manifestación? Estuve a un punto del récord —decía un chico de cabello rojo, estirando los brazos como si estuviera calentando para una batalla.

—Bah, lo que importa es quién destaque en la primera evaluación real —respondió una chica con gafas, mirando con desdén al resto.

La mayoría de los alumnos del Grupo A irradiaban seguridad. No hablaban con humildad, sino con orgullo. Habían llegado a lo más alto del ingreso... y lo sabían.

Lyra se sentó con calma, saludando a los que la rodeaban. Aunque era una de las mejores notas, no participaba en la competencia verbal que se libraba alrededor. Observaba, medía, y escuchaba.

—Qué tranquila estás, Hale —comentó la chica de gafas—. ¿No te interesa saber quién es más fuerte?

—No me interesa eso ahora —respondió Lyra, amable pero firme—. Prefiero conocer primero con quién estoy trabajando.

La instructora del Grupo A entró, elegante y serena.

—Soy la profesora Elianne. Este grupo representa el estándar de excelencia de Arclight. Pero no se equivoquen... la arrogancia sin control es el camino más corto al fracaso.

Algunos bajaron la mirada. Otros sonrieron con soberbia.

Y mientras ambos grupos iniciaban su camino, la diferencia entre ellos solo comenzaba a notarse.

───✦───

Las aulas de primer año comenzaban a acomodarse tras la introducción. Aquel primer día no sería solo de discursos.

En el salón del Grupo A, donde la confianza y la soberbia flotaban en el aire como perfume caro, una figura imponente se alzó frente a la clase. Su traje oscuro estaba impecablemente planchado, y sus ojos tras los lentes eran agudos como navajas.

—Silencio —ordenó el profesor, y todos obedecieron de inmediato—. Mi nombre es Profesor Richter. Y no me interesa si creen ser prodigios o elegidos. Esta academia forja héroes reales, no fantasías infladas.

Algunos alumnos bufaron con orgullo. Otros sonrieron con arrogancia.

—Mañana por la mañana, tendrán su primera prueba oficial. Un combate 1 contra 1... contra los alumnos del Grupo C.

Se oyeron risas disimuladas. Murmullos de desdén.

—¿Contra esos? Va a ser un paseo —comentó John, el chico de cabello rojo y mirada ardiente.

—Si se espera que perdamos el tiempo así, mejor que sirva como calentamiento —añadió Alicia, ajustándose las gafas mientras sus dedos jugaban con finos hilos apenas visibles.

Richter los ignoró.

—La prueba se llevará a cabo en el Simulador Central, un terreno artificial que reproduce entornos urbanos en ruinas. Ideal para combates reales. Prepárense.

───✦───

Al otro lado del campus, en una sala mucho más sencilla y animada, el Grupo C conversaba entre sí con naturalidad. Algunos bromeaban, otros se presentaban. El ambiente era humilde, pero cálido.

La puerta se abrió y entró un hombre de expresión amable y algo distraída, con un termo de café en mano.

—¡Buenos días a todos! Soy el Profesor Kaien, y sí, ya sé que no parezco muy estricto, pero... si terminan haciéndome caso, nos llevaremos bien.

Las risas brotaron espontáneas. Incluso Naoya, en una esquina alejada, levantó una ceja con leve escepticismo.

Kaien se volvió más serio al instante.

—Escuchen. Mañana tendrán su primera prueba de combate. Será un enfrentamiento directo contra el Grupo A.

Las expresiones cambiaron. Algunos tragarían saliva. Otros suspiraron.

—Sé lo que están pensando. Ellos tienen mejores notas, sí. Pero eso no define quiénes son ustedes como luchadores... o como personas.

Una mano se alzó al fondo. Era Rem Elric, con su característica sonrisa:

—¿Podemos elegir con quién pelear? Porque si no me toca alguien con mal carácter, se los agradezco.

Todos rieron, incluso el profesor.

—No, Rem. Serán emparejamientos asignados. Y será en el terreno de simulación urbana. Usen sus habilidades, cabeza y corazón.

Su mirada recorrió la sala.

—No quiero verlos rendirse antes de empezar.

Naoya bajó la mirada, en silencio.

"No planeo perder. No importa quién sea mi rival."

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En el centro del enorme terreno de práctica —una vasta zona que simulaba una ciudad real, con calles, edificios, callejones y obstáculos estratégicos— los profesores de ambos grupos se posicionaron frente a sus alumnos. Las gradas a los costados comenzaban a llenarse con estudiantes de otros cursos, ansiosos por ver los enfrentamientos entre los novatos.

Desde una plataforma elevada, una voz resonó con autoridad:

—¡Bienvenidos a la primera prueba de evaluación de combate entre los Grupos A y C! —anunció el profesor del Grupo A, un hombre alto con expresión seria y gafas delgadas—. Esta es una tradición de la Academia Arclight. Un duelo uno contra uno para observar su dominio de habilidades, estrategia... y determinación.

El profesor del Grupo C, más relajado y con una sonrisa amable, añadió:

—No se preocupen por ganar o perder. Lo importante es mostrar de qué están hechos. Cada combate será observado y evaluado por el cuerpo docente. Y recuerden: el campo está cubierto por un sistema de seguridad que evitará daños graves.

Una gran pantalla holográfica se encendió sobre el campo, mostrando los nombres de los participantes.

PRIMER COMBATE: LYRA HALE (Grupo A) VS REM ELRIC (Grupo C)

Un murmullo recorrió a los presentes. Algunos del Grupo A sonrieron con arrogancia. Una de las chicas se ajustó las gafas con desdén.

—¿Rem? ¿Ese chico que vive bromeando? Esto será rápido...

Mientras tanto, en el lado del Grupo C, Rem tragó saliva al ver su nombre.

—¡¿Yo primero?! ¡¿Contra Lyra Hale?! ¡Qué mala suerte! —dijo con su tono alegre de siempre, pero claramente nervioso.

—Ánimo, Rem —le dijo un compañero—. Solo haz lo tuyo y no te teletransportes a una farola como la última vez...

—¡Fue una sola vez y fue estratégico! —rió, alzando los pulgares antes de tomar aire y dirigirse al campo.

Lyra, por su parte, se mantuvo serena. Caminó con paso firme, pero su mirada reflejaba una mezcla de concentración y nerviosismo. Cuando pisó el terreno de batalla, notó a Rem del otro lado, saludándola con entusiasmo exagerado.

—¡Hola! Eh... que sea una buena pelea, ¿sí?

Lyra sonrió suavemente y asintió.

—Claro.

Desde lo alto, una voz resonó con firmeza:

—¡Participantes listos...!

Los dos se colocaron en posición.

—¡Comiencen!

El silbato sonó.

Y Rem... desapareció.

Lyra apenas pudo reaccionar. El chico se desvaneció con un leve destello y un zumbido agudo. Un segundo después, apareció de pie sobre un poste de luz, al borde del campo.

—¡Ta-dah! ¡Primer movimiento sorpresa! —gritó, agitando la mano.

Lyra entrecerró los ojos. No era solo velocidad. Era teletransporte.

Un destello más, y Rem apareció ahora detrás de un contenedor. Luego sobre un tejado. Luego en medio de la calle, agachado.

—Está buscando desorientarme —murmuró Lyra.

Extendió una mano con suavidad. A su alrededor, pequeños fragmentos de concreto y metal comenzaron a flotar. Tuberías sueltas, piedras, incluso una tapa de alcantarilla temblaron en el aire.

Telequinesis.

—¿Vas a lanzar eso? ¡Qué miedo! —Rem apareció justo a su izquierda, a unos diez metros, con una sonrisa nerviosa.

Lyra reaccionó de inmediato. Con un leve gesto, dos pedazos de metal salieron disparados hacia él.

Pero ya no estaba ahí.

—¡Ugh, eso estuvo cerca!

Desde un balcón a su derecha, volvió a aparecer, jadeando.

—Ya estás comenzando a cansarte —comentó Lyra, manteniendo la calma.

—Tal vez un poco... —respondió, con una risita—. Pero aún puedo bailar un rato más.

Volvió a teletransportarse.

Esta vez, Lyra no atacó de inmediato. Cerró los ojos un segundo, concentrándose. Sintió una perturbación en el aire. Justo antes de que apareciera, levantó una viga metálica y la giró como un escudo.

¡CLANG!

Rem apareció a medio metro de su espalda, pero una caja de herramientas flotante lo obligó a retroceder de golpe.

—¿Estás prediciendo mis movimientos?

—Estoy leyendo tu patrón —respondió Lyra, sin jactancia—. Siempre reapareces en posiciones elevadas o detrás. Es instintivo.

Rem apareció agachado en medio del campo, jadeando más fuerte.

—Esto me está costando... más de lo que pensaba...

Su visión empezó a temblar. Cada salto le desgastaba el cerebro como si le drenaran energía vital. Un leve hilo de sangre resbaló por su nariz.

Lyra notó su estado. Dudó un segundo.

—Si no puedes seguir, puedes rendirte. No me molestaría.

Rem respiró hondo... y sonrió.

—¿Rendirme... sin al menos intentarlo? Ni loco.

Con un grito, usó lo que parecía ser su último impulso para transportarse frente a ella. ¡Pero Lyra ya lo esperaba!

Levantó su brazo.

¡CRASH! Una losa de concreto lo interceptó en el aire, suavemente, como un freno más que un impacto.

Rem cayó al suelo, sin energía.

El silbato sonó.

—¡Victoria para Lyra Hale del Grupo A!

Las gradas estallaron en vítores.

Lyra se acercó, agachándose junto a él mientras llegaban los asistentes médicos.

—Eres más fuerte de lo que aparentas —dijo con una leve sonrisa.

Rem, sin dejar de sonreír pese al cansancio, murmuró:

—Tú también... serena pero letal... interesante combinación...

Y cerró los ojos, inconsciente pero con una sonrisa.

Desde las gradas, algunos alumnos del Grupo C miraban en silencio.

—¿Esa fue Lyra Hale? Vaya precisión... —murmuró una chica de cabello corto, claramente impresionada.

—Rem lo hizo bien... casi la hace dudar —agregó un compañero, cruzado de brazos—. No todos aguantan tanto contra una del A.

Otros asentían con pesar, reconociendo la derrota... pero con respeto.

Mientras tanto, en la sección del Grupo A, la reacción fue distinta.

—Era obvio que ganaría —dijo una chica de gafas, cruzando los brazos con altivez.

Alicia. Su tono era seco, seguro, como si ya hubiera analizado cada detalle del combate.

—Aunque admito que Rem es más astuto de lo que parece —añadió—. Pero con una técnica así... su cuerpo no durará muchas rondas.

—¡Bah! Solo fue molesto —intervino un chico de cabello rojo encendido que bostezaba con teatralidad.

John.

—Tanto brinco solo para caer rendido —rió.

—Lyra fue precisa. No necesitó mostrar todo su poder —comentó otra voz entre ellos, más neutral.

Alicia chasqueó la lengua.

—Puede que tenga talento... pero veamos cómo actúa cuando la presión sea real.

En una zona aparte, apoyado contra una pared con las manos en los bolsillos, Naoya no decía nada. Observaba la arena con expresión neutra.

No aplaudió. No comentó. Pero sus ojos se quedaron fijos en el campo... justo donde Lyra se había detenido un momento antes de irse.

—No está mal —murmuró apenas—. Al menos no es completamente inútil.

Un silbato resonó.

—¡Siguiente combate: Naoya del Grupo C contra Alicia Klein del Grupo A!

Las gradas comenzaron a murmurar de nuevo. Muchos del Grupo A se reían por lo bajo. Otros del Grupo C lucían tensos.

Alicia caminó hacia el campo con pasos firmes, ajustándose los guantes que cubrían sus manos. Finos hilos brillaban apenas desde sus dedos.

Naoya dio un par de pasos al frente, sin apuro, como si no importara nada.

—Veamos qué tienes —murmuró ella.

—Con que no mueras, me basta —contestó él, con la mirada gélida.

El terreno de combate se extendía como una ciudad abandonada: edificios falsos, calles desiertas, autos de utilería y escombros perfectamente colocados. Era un escenario de entrenamiento diseñado para simular entornos urbanos reales, con estructuras resistentes a la destrucción parcial.

Desde lo alto de una torre flotante, los profesores y alumnos observaban los combates por medio de pantallas flotantes y sensores de aura. La tensión crecía con cada nombre que aparecía en el sorteo holográfico.

Una nueva pareja se anunciaba en la pantalla:

Grupo A: Alicia Vandel.

Grupo C: Naoya.

—Tch... —Naoya chasqueó la lengua y se dirigió al campo sin decir una palabra.

—¡Oye Alicia! ¡Muéstrales por qué eres la número uno! —gritó alguien desde el Grupo A.

La chica de gafas ajustó sus lentes con calma. De complexión delgada y mirada calculadora, sus dedos se movían de forma casi imperceptible. De ellos colgaban finos hilos traslúcidos que se mecían con el viento.

—Ese chico... parece confiado —dijo en voz baja—. Veamos si tiene razones para estarlo.

En el centro del terreno, ambos se encontraron frente a frente. Alicia no dijo nada. Solo levantó una mano, extendiendo sus dedos como si estuviera afinando un instrumento invisible.

Naoya se cruzó de brazos.

—¿Y tú eres una de las prodigios del Grupo A? —soltó con tono arrogante, sin siquiera tomar postura de combate—. Me esperaba algo más... intimidante.

—A veces lo más letal no necesita rugir —replicó Alicia con voz calmada.

¡COMIENZO!

Alicia no perdió tiempo. Movió los dedos en una danza veloz, y una docena de hilos invisibles salieron disparados desde su mano hacia Naoya, cortando el aire como cuchillas. Eran finos, casi imposibles de ver, pero tan resistentes como acero.

Naoya no se movió.

En el último segundo, su mano se alzó.

Con un solo movimiento de su brazo, una ráfaga invisible cortó el aire en forma de media luna, rompiendo varios hilos de Alicia antes de que lo alcanzaran.

Ella retrocedió con rapidez, sorprendida.

—¿Un ataque de presión? No... ¿una técnica de viento? No, esto es... puro filo. ¿Cómo puede generar eso con su aura?

Naoya sonrió por primera vez, confiado.

—¿Eso era todo?

Pero Alicia no era del tipo que atacaba sin calcular.

—No, solo estaba probando tu reacción.

Con un gesto rápido, varios hilos se enterraron en estructuras alrededor del campo, creando una red invisible a su alrededor. Algunas ya se habían adherido al suelo cerca de los pies de Naoya.

El terreno mismo empezaba a ser su trampa.

Naoya bajó la guardia un segundo, y su pie se atoró ligeramente en algo que no podía ver.

Alicia alzó una ceja.

—Demasiada confianza es el principio de la derrota.

Naoya chasqueó los dedos.

—O quizás solo estoy dándote una falsa sensación de seguridad.

Con un paso veloz, liberó un segundo corte de aire en diagonal, que no iba dirigido a ella, sino al suelo a su izquierda. La presión del golpe reventó una zona donde varios hilos estaban amarrados, desequilibrando parte de la red.

Alicia dio un pequeño salto atrás.

—Interesante. Eres más listo de lo que aparentas.

—Claro. Aunque tú... hablas demasiado para alguien que va a perder.

Ambos sonrieron, con intenciones opuestas.

La batalla apenas comenzaba.

Desde las gradas flotantes, los alumnos de ambos grupos observaban con atención.

—¿Qué fue eso? —preguntó John, el chico de fuego del Grupo A, frunciendo el ceño—. ¿Ese corte... lo hizo con aire?

—Imposible —dijo otra estudiante—. Eso no fue aire, fue presión pura. ¡Como si su aura misma cortara el espacio!

En el Grupo C, la reacción era diferente.

—¡¿Naoya tenía un poder?! —exclamó uno con sorpresa—. Nunca lo vi entrenar con eso.

—Nunca entrena con nadie... —murmuró otro, aún boquiabierto.

El profesor del Grupo C, un hombre de aspecto relajado pero ojos atentos, cruzó los brazos.

—Ese muchacho... no solo copia habilidades. Las usa con precisión quirúrgica. Pero...

El combate continuaba.

Naoya avanzaba con pasos seguros, caminando por entre la red de hilos con aparente despreocupación. Su mirada no se apartaba de Alicia, pero tampoco parecía prestar atención al terreno.

—Tu técnica es buena para intimidar, pero ya no me sorprende —dijo con una sonrisa ladina—. ¿Quieres que te lo diga? Es demasiado meticulosa. Frágil en el caos.

Alicia no se inmutó.

—¿Frágil? Te estás adelantando demasiado, chico C.

Naoya levantó el brazo para lanzar otro corte de aire, pero al hacerlo, sus dedos rozaron ligeramente un hilo oculto.

Un "clic" sutil se escuchó a su lado.

—¿Qué...?

De pronto, varios hilos tensados se dispararon como látigos desde los flancos, envolviendo sus brazos y piernas con una velocidad milimétrica.

—¡Tch!

Intentó cortar, pero esta vez los hilos estaban tensados en ángulos que interferían con su movimiento. Cada intento de usar su técnica requería espacio, y Alicia se lo había quitado por completo.

Desde su posición, ella observaba como una estratega.

—No es solo tener un buen filo —dijo, ajustando sus gafas—. También necesitas saber cuándo no usarlo.

Naoya intentó liberarse, pero uno de los hilos rozó su mejilla, dejando un delgado corte en su piel.

Las reacciones en los espectadores no se hicieron esperar.

—¡¿Lo atrapó?! —gritó alguien del Grupo A, casi celebrando.

—¡No puede ser! ¡Eso fue una trampa desde el principio! —reaccionó uno del C, alarmado.

—Ella lo llevó a moverse justo donde quería. Todo el combate... era un tejido.

Lyra, desde su sitio, observaba con una leve expresión de sorpresa.

—Ese chico... tiene poder, pero no piensa como ella. Al menos, no aún.

Alicia dio un paso al frente, con los hilos tensos entre sus dedos.

—Puedo seguir apretando. ¿Te rindes?

Naoya sonrió, aunque con sangre deslizándose por su mejilla.

—Heh... ¿rendirme?

Su mirada se encendió brevemente con desafío.

—Ni en sueños.

Naoya tensó los músculos y cerró los ojos un segundo.

Podía sentirlo. Cada hilo presionando su piel, sus músculos, su cuello. No eran simples cuerdas. Estaban llenos de intención. De precisión.

Y de lógica.

—Así que esta es tu habilidad —murmuró, entre dientes—. No solo creas hilos... los controlas como parte de tu cuerpo.

Apretó el puño, haciendo sangrar su muñeca al tensarse contra uno de los hilos.

—Perfecto.

Con una exhalación larga, su cuerpo comenzó a irradiar un leve temblor. Los hilos, al recibir esa presión, vibraron. Algunos se aflojaron apenas... lo suficiente.

¡Fssh!

Con un movimiento brusco del brazo, logró hacer un corte de aire corto y contenido. Uno de los hilos que rodeaban su pecho se rompió. Alicia dio un paso atrás, sorprendida.

—¡Imposible! No deberías poder mover los brazos.

—Te olvidaste de algo —esbozó Naoya, con una sonrisa torcida—. Yo no lucho siguiendo reglas. Solo busco el margen que tú dejas libre.

Más hilos comenzaron a soltarse con movimientos mínimos, precisos, casi quirúrgicos. Pero no era todo. Mientras luchaba, mientras forzaba su cuerpo y analizaba la técnica de Alicia, algo en su interior ardía.

Una corriente recorrió su espalda. Un impulso familiar. Como si algo dentro de su alma se hubiera alineado con el patrón de energía que sentía en los hilos.

Un eco.

Una comprensión.

Los hilos... no eran solo físicos. Estaban hechos de energía vital endurecida, moldeada con la voluntad. Ella no solo tejía con los dedos. Lo hacía con el alma.

Naoya apretó los dientes mientras una leve niebla oscura se acumulaba en sus manos. Era el mismo principio. Ya lo entendía.

—Tch... lo tengo.

En sus dedos comenzaron a formarse finos hilos de energía negra, aún inestables, pero idénticos en forma y tensión a los de Alicia. Por ahora, solo uno, pero bastaba para que sus ojos brillaran con una chispa nueva.

Desde las gradas, el profesor del Grupo C se inclinó hacia el frente.

—Copiado...

—¿Qué dices? —preguntó uno de los alumnos.

—Ese chico... acaba de copiar su habilidad.

Alicia retrocedió, un escalofrío recorriéndole la espalda. Frente a ella, Naoya sostenía un único hilo oscuro entre los dedos, sonriendo con arrogancia.

—Ahora sí... el verdadero combate comienza.

Naoya tiró del hilo oscuro que colgaba de su dedo. No era tan fino ni tan veloz como los de Alicia, pero su tensión era palpable, como si una fuerza viva palpitara en su interior. Apenas lograba controlar la dirección, pero la idea era clara: había comprendido la estructura.

—¿Eso es... su misma habilidad? —preguntó un alumno del Grupo A, mirando con asombro.

—¿Pero cómo...? —susurró Lyra desde su lugar, frunciendo el ceño—. Apenas fue atrapado unos minutos.

En las gradas, los profesores se miraban entre sí. El del Grupo A rompió el silencio.

—Ese chico... no solo sobrevivió al poder de Alicia. Lo absorbió. Lo leyó.

—Y ahora lo está usando —añadió el profesor del Grupo C, conteniendo una sonrisa—. Aunque no con todo su potencial...

Alicia retrocedió con cautela. Sus ojos se enfocaron en el hilo oscuro de Naoya. Había errores: era más grueso, menos veloz, y el movimiento que él hacía para controlarlo era torpe. Pero era su técnica.

—¿Tú... me copiaste?

Naoya no respondió. Levantó el brazo y lanzó su hilo como un látigo, cruzando el aire en línea recta. Alicia lo bloqueó con sus propios hilos, creando una red defensiva que tembló al contacto.

¡CLANG!

—Tch... ni siquiera lo usas bien —espetó ella.

—No necesito usarlo bien —respondió él, jadeando un poco—. Solo necesito usarlo mejor que tú.

Alicia entrecerró los ojos. En un movimiento rápido, volvió a desplegar su red de hilos, ahora con más agresividad. Intentó inmovilizarlo nuevamente, apuntando a sus piernas.

Pero Naoya lo esperaba.

¡Fssh!

Usando su técnica original, el corte de aire, rompió una parte de la red y redirigió su hilo oscuro hacia uno de los pilares cercanos. Lo clavó allí como un ancla, y lo usó para impulsarse hacia un lado, esquivando el ataque. No era elegante, pero era efectivo.

—¡Eso es una locura! —gritó John desde las gradas—. ¡Está mezclando dos poderes diferentes!

—Y adaptándolos a su estilo... —murmuró Lyra, aún más intrigada.

Mientras tanto, Naoya giró sobre sí mismo, arrastrando con su hilo una porción del suelo levantado por los combates anteriores. Objetos, polvo y escombros fueron lanzados como proyectiles.

Alicia retrocedió, defendiéndose con hilos tensados en abanico, pero su postura era menos firme ahora.

—¿Te pasa algo? —preguntó Naoya con una sonrisa arrogante—. Tus movimientos ya no se sienten tan calculados.

Ella apretó los dientes.

—Estás improvisando. Te estás lanzando sin control.

—¿Y?

—¡Vas a fallar!

Con un grito, Alicia trató de capturarlo con una trampa final. Una decena de hilos descendieron desde el aire, envolviendo el espacio como una red mortal.

Naoya alzó su brazo, reuniendo su energía.

—¡Cállate!

¡SWOOSH!

El corte de aire y su hilo oscuro chocaron juntos contra la red, rompiendo los puntos clave de tensión. Alicia no lo había anticipado. Su defensa se quebró, y en un instante, Naoya apareció frente a ella, con el hilo oscuro estirado a un costado.

Detuvo su movimiento justo antes de herirla.

—Podría haber terminado esto antes —dijo con desdén—. Pero necesitaba algo más de ti.

Alicia jadeó. No había palabras. Solo impotencia.

El silbato del profesor sonó con fuerza.

—¡Combate terminado! ¡Victoria del Grupo C!

El silencio llenó el estadio por unos segundos, hasta que los del Grupo C comenzaron a vitorear, sorprendidos y emocionados. Mientras tanto, los del Grupo A miraban en tensión, sin comprender.

Naoya bajó el brazo, sin mirar a nadie.

—Tch... más molesto de lo que esperaba.

Mientras se alejaba, Lyra lo observaba desde la sombra de una columna.

Había visto algo. Algo más allá de su arrogancia.

—¿Quién... eres tú?