Tres Frentes

El pasillo parecía interminable, un túnel metálico apenas iluminado por paneles azules incrustados en las paredes. Las pisadas resonaban con eco mientras el grupo avanzaba en silencio. Solo se escuchaba el zumbido tenue de la energía que recorría la estructura.

Rem caminaba con las manos detrás de la cabeza, los ojos recorriendo el techo con aburrimiento.

—¿Cuánto más falta? —preguntó al aire—. Ya me siento como una rata en un tubo de ensayo.

—Deja de quejarte —gruñó Isamu, sin mirarlo—. Apenas caminamos cinco minutos.

Naoya iba delante de ambos, con la mirada fija al frente. No había dicho una palabra desde que salieron del edificio principal.

Al frente, el profesor Kaien se detuvo frente a una compuerta metálica de tres metros de alto. A su lado, una consola de control brillaba con luces intermitentes. Colocó la palma sobre el escáner y habló sin volverse.

—Este lugar es una de las estructuras más importantes de la Academia. Se llama Terreno de Prueba.

La compuerta respondió con un leve chirrido y se abrió lentamente. Una corriente de aire más cálido los envolvió al instante.

Del otro lado, se extendía una ciudad bajo una cúpula de vidrio. Edificios de distintos tamaños, calles asfaltadas, callejones, faroles, pasajes elevados y zonas en ruinas. Todo parecía real, pero tenía algo artificial en el orden de las cosas: como si cada estructura estuviera colocada para cumplir una función específica.

—¿Todo eso está dentro de la academia? —susurró Isamu, sin disimular la sorpresa.

—Simulación urbana avanzada —respondió Kaien—. Cada rincón puede ser modificado, colapsado o reconstruido. Es tecnología de cuarta generación, cortesía de la Agencia…

Hizo una leve pausa, y luego agregó:

—…de la Agencia Kaito.

Rem silbó, impresionado.

—Ahora entiendo por qué todos quieren entrar acá.

Naoya se detuvo por un instante.

Su ceño se frunció apenas, y apretó los dientes sin que nadie lo notara. No dijo nada, pero por dentro algo se removió. Siempre estaba ahí. Esa maldita sombra.

Del lado opuesto del terreno, las compuertas volvieron a abrirse.

El Grupo A apareció caminando en formación. Primero Alicia, segura y elegante como siempre. A su lado Mina, sonriente, con los brazos detrás de la espalda. Un paso detrás de ellas, Lyra, en silencio, con expresión neutra.

Mina clavó los ojos en el grupo rival, y cuando reconoció a Naoya —el cabello desordenado, la expresión fría, la postura arrogante—, su sonrisa se ensanchó un poco más.

—Ahí está —murmuró hacia Lyra, sin bajar la voz—. El hermanito problemático. Al menos se ve más guapo de cerca.

Lyra no respondió. Sus ojos también estaban fijos en él, aunque por otros motivos.

Por un momento, nadie habló.

Solo el viento artificial que cruzaba las calles rompía el silencio.

Alicia se detuvo a unos metros y cruzó los brazos.

—Justo a tiempo. Temía que el Grupo C se perdiera en el camino.

Rem soltó una risa suave.

—Y nosotros pensábamos que ustedes se iban a maquillar antes de pelear.

Mina rió, divertida. Alicia no.

Naoya los observó sin decir nada, pero por un instante sus ojos se cruzaron con los de Lyra. Ella no apartó la mirada, aunque no había juicio ni desafío en sus ojos. Solo atención.

—Silencio —ordenó una voz más áspera.

Desde una de las torres laterales, el instructor Richter descendió por una plataforma flotante. Llevaba un abrigo negro sin mangas y un parche metálico en el brazo izquierdo. Su sola presencia bastó para que todos se enderezaran.

—Hoy no hay clases. Hoy hay práctica real.

Kaien caminó unos pasos hacia el centro del terreno, junto a él.

—Este es un ejercicio de evaluación táctica —explicó con tono más suave—. No busquen destacar. Busquen aprender.

Richter tomó la palabra.

—Dos equipos. Tres contra tres. Uno ataca, el otro defiende. La defensa debe proteger un objetivo civil —una cápsula fue proyectada holográficamente sobre una azotea del edificio central—. El ataque, infiltrarse y extraerlo. Tienen cinco minutos.

—Daños reales —añadió Kaien—. Pero no sean idiotas. Si pierden el control, la prueba se cancela.

Los equipos comenzaron a separarse sin necesidad de instrucciones. Rem giró hacia Naoya y alzó una ceja.

—Parece que nos tocaron los tres mosqueteros —dijo con una sonrisa relajada.

Naoya no respondió, pero sus ojos recorrieron a Isamu, quien estaba atento y firme.

Por el otro lado, Alicia ajustaba sus guantes y se acomodaba los lentes con un gesto preciso y calculador. Lyra repasaba mentalmente las tácticas aprendidas, mientras Mina permanecía en silencio, con la mirada fija en el horizonte.

Alicia rompió el silencio.

—No debería ser difícil, el grupo C no debería tener algo especial en teoria.

Lyra asintió, con una calma que contrastaba con la tensión en la voz de Alicia.

—Concentrémonos en el objetivo: proteger al rehén y mantener la zona segura.

Mina habló por primera vez, su voz baja pero firme.

—Puedo usar mi poder para ralentizar cualquier avance. Pero tendré que controlar bien la energía para no agotarme rápido.

Del otro lado, Rem se estiró los brazos y miró a Naoya con una sonrisa confiada.

—No se preocupen, conmigo cubriendo las espaldas nadie va a colarse fácilmente.

Isamu asintió, serio.

—Mi poder me permite defender ataques de cerca. Pero no puedo usarlo constantemente, consume mucha energía.

Naoya finalmente habló, su voz fría y directa.

—Puedo encargarme de cualquier, no será problema.

El grupo A intercambió miradas. Alicia sonrió ligeramente, satisfecha.

—Eso hace esto más interesante.

Richter levantó la mano, indicando que el tiempo de preparación terminaba.

—Cinco minutos cumplidos. Preparados para iniciar.

Los números holográficos empezaron a brillar frente a ellos.

—Diez... nueve... ocho...

Naoya inhaló profundamente, sus puños apretándose mientras la batalla comenzaba.

La señal sonora resonó con fuerza, marcando el inicio de la prueba.

Naoya dio el primer paso, avanzando con la mirada fija en la estructura que simulaba la ciudad. No había prisa, pero tampoco vacilación. Cada movimiento estaba calculado, medido.

Rem y Isamu lo siguieron, formando una pequeña formación compacta. Nadie habló; las palabras serían innecesarias ahora.

Del otro lado, Alicia observaba cada movimiento con atención, ajustando sus lentes una vez más. Lyra se mantuvo en silencio, concentrada en detectar cualquier signo de aproximación, mientras Mina se posicionó estratégicamente, lista para usar su poder si la situación lo exigía.

Los tres del grupo C avanzaron poco a poco, analizando el terreno y evitando caminos que los expusieran demasiado. No hubo destellos de poder ni ataques abruptos; el ambiente estaba cargado de tensión y precaución.

Alicia susurró para sí misma, evaluando:

—No hay necesidad de agotarnos ahora... Que vengan.

Lyra asintió, su mirada aún fija, como buscando anticipar el siguiente paso del enemigo.

Rem, con una sonrisa apenas visible, movió ligeramente los dedos, preparándose mentalmente para cualquier eventualidad.

Naoya observó a Alicia con fría atención, consciente de que sería su principal obstáculo en esta prueba.

En el corazón de la simulación, la primera confrontación estaba a punto de estallar, pero aún quedaba un juego de ajedrez silencioso entre dos bandos que esperaban el instante justo para mover la pieza decisiva.

—Entonces… con permiso —dijo Rem, y en un parpadeo desapareció del lugar.

Naoya fijó la mirada en el punto donde Rem había estado segundos antes, pero no perdió tiempo y siguió avanzando junto a Isamu.

Desde lo alto, Alicia frunció el ceño al notar el movimiento repentino.

—¿Espera, dónde está? —murmuró confundida—. ¿Estaba aquí hace un momento?

—Demonios —exclamó Alicia, tensando los dedos—. Lyra, tienes que ir a buscarlo. No podemos perderlos de vista.

Lyra asintió con rapidez, sus ojos reflejaban concentración y determinación.

—Voy —respondió, deslizándose con cautela hacia la zona donde Rem había desaparecido.

El aire se cargó de tensión. El ataque sorpresa de Rem había puesto a prueba la defensa de Alicia y su equipo, y ahora la partida comenzaba a acelerarse.

—Supongo que sigo yo —comentó Isamu, cambiando sutilmente la trayectoria de su avance, desviándose hacia un callejón estrecho que rodeaba la estructura principal.

Alicia, desde su posición elevada, percibió el movimiento inmediato y frunció el ceño. Su mirada se desplazó rápidamente hacia Mina, quien se encontraba a su lado, lista para reaccionar.

—¿Qué esperas? —inquirió Alicia, con un tono urgente pero controlado—. No podemos perderlos de vista ni un segundo.

Mina asintió, sin perder la calma, y se deslizó con agilidad hacia el camino que Isamu había tomado, sus ojos escaneando cada sombra y rincón con atención.

Lyra, por su parte, había desaparecido en la búsqueda de Rem, sus pasos ligeros y silenciosos, mientras mantenía la concentración para sentir cualquier rastro del poder de teletransportación de su rival.

El silencio momentáneo entre ambos bandos era tenso, como el filo de una cuerda que amenaza con romperse.

Naoya permaneció inmóvil unos segundos, evaluando la situación, sus ojos penetrantes reflejaban una mezcla de calculadora calma y una chispa de anticipación.

—Supongo que esto forma parte del plan —murmuró Naoya, mientras levantaba la vista lentamente hacia el tejado donde Alicia lo observaba.

Sus ojos se cruzaron por un instante. Alicia sintió un leve escalofrío.

—¿Me encontró...? ¿En qué momento supo que estaba aquí arriba? —se cuestionó entre dientes, retrocediendo un paso sin dejar de observarlo.

Naoya no sonrió, pero la forma en que ladeó la cabeza dejaba claro que lo había hecho a propósito. Había caminado con una trayectoria aparentemente errática, pero lo suficiente para que su posición lo dejara justo debajo del campo de visión de Alicia.

"Demasiado perceptivo...", pensó ella, ajustándose los guantes de combate con firmeza. No podía subestimarlo.

A pocos metros, Mina se deslizó por una pared lateral siguiendo a Isamu, pero este se detuvo repentinamente frente a una puerta metálica. La empujó con calma y entró, como si la estuviera esperando.

Mina frunció el ceño.

—¿Una trampa?

Miró hacia atrás, pero estaba sola. Su respiración se hizo más lenta mientras ingresaba detrás de él. En su mano derecha, pequeñas gotas comenzaban a formarse en la piel.

En otro extremo del escenario, Lyra corría con determinación. Las estructuras de la ciudad simulada se alzaban como muros grises que limitaban su visión, y eso la inquietaba. Todo era demasiado silencioso.

De pronto, un ruido seco —como un chasquido eléctrico— resonó a su espalda.

—¿Eh?

No tuvo tiempo de reaccionar.

Rem apareció de golpe frente a ella, surgiendo del aire con una estela de energía azulada que dejó vibrando el espacio. Sin previo aviso, su puño impactó directamente contra el hombro de Lyra, lanzándola hacia atrás.

—¡Ah!

Rodó por el suelo varios metros hasta detenerse contra una baranda de metal.

—¿Q-quién…? —se incorporó lentamente, aún aturdida por el golpe. No lo había sentido llegar.

Del otro lado del pasillo, Rem giró los hombros como si apenas se hubiera calentado.

—Ups. Fue sin aviso. Pero así es más emocionante, ¿no? —dijo con una sonrisa.

Lyra lo miró confundida. Era joven, cabello algo revuelto, y esa sonrisa... despreocupada, casi burlona.

—¿Te… teletransportaste?

—Algo así —respondió Rem, girando sobre sus talones como si examinara el escenario—. Puedo moverme dentro de una zona limitada. Veinte metros a la redonda, más o menos. Pero cada salto duele más de lo que parece.

Chasqueó los dedos, y una pequeña chispa recorrió su sien.

—No tengo muchas oportunidades antes de que me arda el cerebro, así que… hagámoslas contar.

Lyra se puso de pie, frotándose el brazo. Su expresión ya no era de sorpresa, sino de concentración.

—No planeo caer dos veces con la misma técnica.

—Perfecto —dijo Rem, y desapareció de nuevo con otro estallido de energía.

De nuevo con Naoya y Alicia, la distancia entre ambos comenzaba a reducirse. Ella descendió con un ágil salto desde la estructura y aterrizó sin perder el equilibrio.

—Quería verte de cerca —dijo Alicia—. Ver si la fama del chico nuevo era merecida.

—La fama es para los que necesitan atención —contestó Naoya, sin moverse—. Yo solo vine a ganar.

El escenario estaba listo.

Tres enfrentamientos, tres esquinas diferentes de la ciudad simulada.

El reloj seguía corriendo.