Entiendo, pero ¿si no quiero?

Se escuchaban espadas de madera impactando entre ellas, una y otra vez, en la oscuridad, solo sombras danzantes. De repente, una sombra alta encendió la luz. Era Leudo, de pelo corto y despeinado, con entradas, como alguien que recién se levantaba. Sus ojos oscuros revelaban un cansancio profundo, a pesar de su piel perfecta. Parecía observar a dos figuras más pequeñas. Al encenderse la luz, el ruido cesó, pero una de las figuras dejó caer su espada.

La pequeña figura que sostenía la espada medía alrededor de 1.10 metros. Tenía el cabello largo y rubio, con ojos rojos e hinchados por el llanto, pero su expresión era de pura furia. Las ojeras marcaban su rostro. Era Traset. Apretó la espada con tanta fuerza que la sangre empezó a brotar de sus manos, y sus venas estaban a punto de estallar. A su lado, Sudadió, más pequeño que Traset, con el cabello rojo cubriéndole toda la cara, dejaba caer lágrimas por su rostro. Sudadió rápidamente fue a abrazar a Leudo, quien entendió la situación.

Leudo le regresó el abrazo a Sudadió mientras Traset se alejaba. De pronto, una mano de oscuridad salió de las sombras, sosteniéndolo. Traset no reaccionó a tiempo. Justo cuando planeaba gritar, Leudo lo calló diciendo: "Traset, no grites. Esa es mi habilidad del concepto de sombra. Necesito hablarte de ese incendio, de ese... 1..."

Traset lo interrumpió con un grito: "¡CÁLLATE! ¡NO LO MENCIONES! ¿QUIÉN ERES Y CÓMO CONOCES LO DEL ACCIDENTE?"

Esa voz, amenazante y casi al borde del grito, resonó mientras Sudadió solo observaba con una expresión relajada. Leudo, con su voz tranquila, respondió: "La razón del incendio fue por los altos mandos. Sospecho de unos con mucho dinero que querían eliminarlo. La razón: él estaba buscando la manera de evitar que los soldados murieran estúpidamente en misiones que supuestamente eran para ayudar a la gente de los metahumanos, y así ganar aliados. Sin embargo, siempre terminaban muriendo y perdiendo poder. Te digo esto para que no te unas a esta masacre. Sé que lo entenderás."

"Pero ¿por qué los ricos? ¿Qué tienen que ver aquí?", preguntó Traset, su voz aún cargada de amenaza.

Leudo, manteniendo su tono tranquilo a pesar de la tristeza que cruzaba sus palabras, respondió: "Por la misma razón que a ellos les gusta ver el sufrimiento. Tu padre encontró cámaras en los artículos que les daban para sus misiones. Con mi poder pude investigar y comprobé que tenía razón: ellos solo se divierten."

"Pero si lo viste, ¿por qué NO LO MATASTE?", la voz de Traset se quebró en un grito.

"Matarlos de golpe generaría un desequilibrio enorme", explicó Leudo. "Aunque los hubiera matado, si tienen hijos, estos podrían seguir el mismo camino. Y si hubiera ido por toda su familia, alguien tomaría su puesto, con la posibilidad de que me mataran antes de lograr algo. Simplemente no era el momento."

Sudadió, con voz de tristeza, habló: "Mi papá estuvo en el incendio, era amigo del tuyo. Estaban planeando cómo detener esto, pero fueron atacados con la excusa de traición. Yo lo sé porque estuve ahí con mi papá; él me ayudó a escapar, pero lo encubrieron como un incendio para que no hubiera pruebas de que los mandaban a callar. Por esa razón te tengo admiración: uniéndote a los que callaron a tu papá y siendo un espía sin que nadie sepa la verdadera razón, eres mi ejemplo a seguir".

Con esto, Traset reaccionó con duda a las palabras de Sudadió, pues él no sabía nada de eso. En su mente, solo había pensado que la muerte había sido causada por los metahumanos, por eso quería unirse y seguir el legado ejemplar de su papá como soldado. Él también quería ser un soldado ejemplar.

Cuando reaccionó, la mano que lo sujetaba se desvaneció. Leudo desapareció de repente, reapareciendo rápidamente frente a Traset, quien aún tenía una expresión de duda y sorpresa por todo. Leudo comentó: "Sé la verdad. Los estaba protegiendo desde las sombras". Mientras decía esto, su rostro desapareció, revelando un casco negro y blanco. "No sigas sus pasos. Él hubiera estado más orgulloso de que no estuvieras aquí, al igual que tu mamá. Ellos estaban ahí por ti, para que tuvieras un mejor futuro".

Con esto, Traset cayó de rodillas, el silencio envolviéndolos. Sudadió se quedó con una mezcla de duda y sorpresa, sus emociones fluctuando rápidamente al ver que quien creía conocer, Leudo, se había transformado en otro soldado. Pero Leudo no se movió, permaneció inmóvil.

Después de un largo silencio, Traset rompió a llorar, su rostro una mezcla de incredulidad. No sabía nada, y lo que creía que era su sueño era, después de todo, una mentira. Había sido otra presa de los altos mandos. Leudo simplemente apoyó su mano en el hombro de Traset.

Toda esta escena fue vista por Jhosua, Sebas y Kuda.

Ellos mismos fueron despertados por los gritos de Traset. Kuda mencionó que no era buena idea ir a ver, pues sabían que ese niño era fastidioso. Después de todo, era alguien que solo peleaba por su cuenta, y los otros que se juntaban con él recibían golpes y regaños de su parte por intentar ayudarle. Sebas estaba de acuerdo. Jhosua dijo que, posiblemente por los gritos, algo más estaba pasando, pero si no era de importancia, regresarían. Kuda pensó que Jhosua podría tener razón, ya que él mismo odiaba la idea de no saber. Después de todo, era curioso y no podía desaprovechar esa oportunidad. Solo dijo eso para parecer adulto. Sin embargo, al decir eso, recordó algo, haciendo que su mirada se nublara y empezara a temblar, aunque fue despertado por Sebas.

Se dirigieron al lugar y vieron a Leudo destransformándose de su forma adulta, aunque algo les impidió escuchar. Kuda dedujo rápidamente que era Leudo entonces kuda iba a atacar, pero sintió algo que le impedía moverse. Solo pudo mover la vista hacia los otros, quienes también se miraron, sabiendo que era obra de Leudo, aunque ahora no sabían quién era realmente. Jhosua pensó que concepto tendría el, tenía control que ejercía era porque estaban escondidos en la sombra. Al ver que Leudo se destransformaba, notó que algo oscuro, como oscuridad pura, emergía. Dedujo que tenía que ver con la oscuridad o las sombras, aunque no podía saberlo con certeza.

Mientras tanto, Leudo se levantó, observando a Kuda, Sebas y Jhosua. Traset y Sudadió voltearon a ver hacia donde Leudo miraba, pero no vieron nada. Entonces Leudo comentó algo: "Piensa lo que te dije", desapareciendo en el proceso. Kuda y Jhosua quedaron con un miedo inmenso. Sebas sintió a alguien detrás de él, ya que estaba en medio, y de la nada, dejaron de sentir lo que les impedía moverse. Rápidamente, Kuda quiso huir mientras Jhosua iba a atacar y Sebas se orinó de miedo.

Jhosua fue detenido por una sombra. Kuda, por su parte, se topó con una pared de sombra que lo hizo caer del golpe, intensificando su miedo. Solo pensaba que no quería terminar como su hermano, quería ser igual que él.

En ese momento, escuchóon una voz grave y adulta: "¿Por qué vino aquí? Ahora saben que no soy como me hacía ver", dijo mientras transformaba su brazo en una guadaña, haciendo que Sebas gritara por ayuda. Kuda parecía perder el alma por el terror, mientras Jhosua, con voz tranquila y sin miedo, preguntaba: "¿Quién eres realmente? ¿Y quiénes son ellos realmente? ¿Y por qué estás aquí?". Su voz serena cortó el aire de tensión y el miedo a la muerte.

Pero rápidamente sintió la guadaña tocando su garganta. Se rompió y salió su verdadera personalidad de niño miedoso; sus ojos lo decían todo. Rápidamente, Jhosua adquirió esa personalidad de soldado sin sentimientos. Kuda vio cómo Jhosua se rompía y luego se recomponía. Quiso imitarlo, aunque sabía que también por otro motivo se levantó y se recompuso, y con voz que fingía confianza dijo: "Emmm, ¿estás seguro de matarlo? Eso provocaría tu muerte".

Mientras Kuda hablaba, Sebas sintió asco. No se había movido, pero vio cómo apareció un ataque que atravesó el pecho de Kuda, impidiéndole terminar su frase y dejándolo inmóvil por el impacto del ataque que provenía de Leudo. Rápidamente, Sebas quiso ayudar, pero su miedo se lo impedía. Entonces...