No todo es lo que parece

"Traset, entiendo cómo te sientes al respecto", dijo una voz aguda, la de un niño de cabello negro y ojos café claro, que emanaba alegría y esperanza. Le ofreció un vaso de agua. Al decir esas palabras, no hubo respuesta de Traset, solo silencio. Un tiempo después, Traset tomó el vaso de agua que el niño aún sostenía.

"Perdón, pero ¿crees que es lo correcto, Kuda?", preguntó Traset con angustia, sus ojos perdidos en la nada.

"Siendo sincero, es tu opinión. Pensar de más no siempre es correcto, aunque puede ser tu método de defensa", respondió Kuda, su voz cargada con la experiencia de haber pasado por lo mismo. La tensión era palpable.

Traset aún tenía grabadas las palabras de Leudo, la advertencia de que debía descubrir su propio futuro, pues seguir uno que creía le pertenecía podía llevarlo a perderse. Kuda, al ver que no había respuesta, habló mientras miraba hacia arriba:

"No todos podemos ser fuertes. A veces llorar es lo mejor y lo más 'hombre' que puedes hacer."

Al terminar estas palabras, Kuda bajó la cabeza y apoyó su mano en el hombro de Traset. "Entiendo que ahora tu único problema es decidir qué harás y no quieres sobrepensar de más."

Mientras decía la última palabra, una mezcla de culpa y miedo se apoderó de su voz, bajándola como si hablara para sí mismo: "Lo malo es que puedes caer en cosas que solo tú te imaginas y que no son reales. Aunque todos te digan que tener siempre la mente activa es bueno... ¡NO! ¡CRÉEME, ESO ES LO PEOR QUE PUEDES HACER!"

Terminó las palabras, y gotas comenzaron a brotar de sus ojos: lágrimas. Pero su expresión no era de tristeza, sino de motivación, aunque también de duda, sin saber por qué había dicho esas palabras para sí mismo.

Esas palabras hicieron que Traset levantara la cabeza, mirando fijamente el rostro de Kuda. Sus ojos, llenos de sorpresa, se preguntaban si esas palabras eran para él y por qué. Aunque suponía que Kuda podría querer sacarle información, al ver que empezaba a llorar, Traset entendió: esas palabras eran para que no siguiera su mismo camino. Comprendió que Kuda quería ser para él lo que nadie fue para Kuda.

Traset lo abrazó. Esta acción, simple pero emotiva, sorprendió a Kuda, quien pensó que Traset no haría nada, dejándolo en duda de qué hacer. Pero rápidamente le devolvió el abrazo, y así, los dos lloraron.

En la sombra, Leudo los observaba, entendiendo que Traset estaba cambiando. Apretó una foto donde no se veían los rostros de las personas. "Véanlo, su sacrificio no fue para nada, estoy logrando cambiar a todos y lograr lo que ustedes querían. Lo malo es que ustedes no lo verán, pero gracias", dijo, mientras su transformación se desvanecía, revelando de nuevo el casco blanco y negro que cubría su verdadero rostro, no la falsa apariencia que mostraba a los demás.