Capitulo 2

Los días pasaban y Thomas se sumergía cada vez más en el mundo de la Iglesia. A sus 12 años, ya no solo soñaba con ser Papa, sino que comenzaba a entender lo que eso realmente significaba: responsabilidad, sacrificio y servicio a los demás.

El padre Miguel lo invitó a participar en las actividades de la parroquia. Thomas ayudaba a organizar misas, aprendía a leer las escrituras y acompañaba al sacerdote en las visitas a los enfermos del pueblo.

Una tarde, mientras caminaban juntos después de la misa, el padre Miguel le dijo:

—Thomas, ser Papa no es solo un título ni un poder. Es un llamado a servir con humildad y amor. ¿Estás dispuesto a seguir ese camino, incluso cuando sea difícil?

Thomas asintió con firmeza.

—Sí, padre. Quiero aprender y hacer lo correcto, aunque sea difícil.

En la escuela, su interés por la religión comenzó a notarse. Sus maestros lo veían más concentrado y sus compañeros, aunque aún no entendían su pasión, empezaban a respetar su dedicación.

En casa, su familia apoyaba su vocación, aunque a veces se preocupaban por los desafíos que enfrentaría.

Una noche, Thomas tuvo un sueño. Estaba en una gran catedral, rodeado de miles de personas que lo miraban con esperanza. En su mano, sostenía una cruz luminosa que parecía brillar con la luz de Dios.

Al despertar, supo que su camino apenas comenzaba, y que tendría que prepararse con paciencia y fe para cumplir su destino.