El verano antes de cumplir 13 años, Thomas comenzó a prepararse para el gran paso que cambiaría su vida: ingresar al seminario. Su rutina diaria se volvió más intensa, combinando estudios, oración y servicio en la parroquia.
El padre Miguel le entregó un libro antiguo sobre la vida de santos y papas, diciéndole:
—Lee esto, Thomas. Te ayudará a entender el camino que has elegido. No es solo un estudio académico, sino una formación del corazón y del espíritu.
Thomas devoró cada página con entusiasmo. Se sentía inspirado por las historias de hombres que, como él, habían dedicado su vida a Dios y la Iglesia, enfrentando dificultades y tomando decisiones difíciles.
En la escuela, algunos compañeros comenzaron a mostrar admiración por su dedicación, aunque otros seguían sin comprender su vocación. Pero Thomas ya no se preocupaba por eso; su mirada estaba puesta en un horizonte mucho más grande.
En casa, su familia lo apoyaba con amor y orgullo. Su madre le preparaba comidas especiales para darle energía, y su padre le enseñaba a ser fuerte y paciente.
Una tarde, mientras rezaba en la iglesia, Thomas sintió una paz profunda. Supo que estaba listo para dar el siguiente paso, confiando en que Dios lo guiaría en cada momento.
El día de su ingreso al seminario se acercaba, y con él, una nueva etapa llena de retos y aprendizajes.