Era una fiesta de lujo, con ropas fragantes y hermosos cabellos en las sienes. Una perfecta escena llena de risas y carcajadas.
Rainy se encontró pues con algunos invitados masculinos que intentaron entablar conversación con ella. Pero, era algo que no quería; por lo que, se apoyó contra un pilar y se limitó a fijar sus ojos en la figura de Augustine. En efecto, toda su atención estaba centrada en él.
El aludido, que ya había ignorado su existencia, miraba su reloj de pulsera. Tal parecía, que estuviese preparándose para marcharse, lo que ponía a la fémina muy ansiosa; tensando las fibras de su corazón y esforzándose para encontrar una oportunidad.
En ese momento, un hombre bajó del segundo piso; y los ojos de Rainy no tuvieron otra opción más que iluminarse. Augustine debía encontrarse con aquel invitado; ya que, era nada menos que el Presidente de la Asociación Energética. Él tenía que saludarle.