El viaje de la Ciudad Olvidada al corazón de la antigua San Salvador fue una carrera contra el tiempo y la vigilancia. Kael y Sif, guiados por los antiguos mapas de los Custodios y los flujos de maná subterráneos, se adentraron en las entrañas de lo que una vez fue una bulliciosa metrópolis, ahora una ruina fantasmal bajo Neo-Veridia. Los detectores de maná de Aethel eran omnipresentes en la superficie, pero en las profundidades, la red era inconsistente, permitiéndoles el paso.
"El Núcleo del Éter debería estar justo debajo de donde se alzaba el antiguo centro cívico", susurró Sif, consultando un proyector de mapa etéreo que su guantelete creaba. "Es el punto donde la Gran Fractura fue más intensa, y donde el maná se concentra de forma natural."
A medida que se acercaban, la energía en el aire se hizo palpable, un zumbido vibrante que Kael sentía en sus huesos. No era el maná caótico de las Ruinas del Abismo, sino una fuerza pura y primordial. Sin embargo, este aura de poder también atraía a Aethel.
Una explosión sacudió las ruinas frente a ellos. Drones de asalto de Aethel, más grandes y equipados con pulsos anti-maná, se abrían paso a través de las viejas estructuras. Y al frente de ellos, un grupo de Espectros de Éter liderados por la misma comandante que los persiguió antes.
"Sabían que vendríamos", dijo Kael, sus manos ya invocando ráfagas de sombra.
"Por supuesto", respondió Sif. "El Núcleo del Éter es su objetivo principal. Creen que controlarlo les dará un dominio absoluto sobre el maná y, por extensión, sobre el Vacío."
La batalla comenzó. Los Espectros de Éter, con sus escudos deflectores, eran difíciles de derribar. Kael usó distorsiones de sombra para confundirlos, obligándolos a dispararse entre sí, mientras Sif liberaba pulsos de contención de maná que sobrecargaban sus sistemas de armadura. Los drones, sin embargo, eran una amenaza constante, sus ráfagas de energía perforando las ruinas.
La comandante de los Espectros, una Maestra de Interferencia, lanzó un potente pulso que intentó suprimir el maná de Sif. "¡Ríndanse! Aethel no tolerará que nadie interfiera con nuestro destino."
Sif se tambaleó, pero se mantuvo firme. "¡Su destino es la tiranía!" Con un grito, liberó una descarga de éter que golpeó directamente a la comandante, rompiendo sus escudos y dejándola aturdida.
Mientras los Espectros se reagrupaban, Kael y Sif aprovecharon la oportunidad para correr más profundo en las ruinas. El camino final los llevó a una vasta caverna natural, cuyo techo estaba cubierto de cristales de maná que brillaban con una luz etérea. En el centro de la caverna, una gigantesca esfera de energía pura flotaba en el aire, pulsando con una luz dorada y azul: el Núcleo del Éter.
Pero no estaban solos. Frente al Núcleo, levitaba la figura retorcida del Vacío Andante, Arion. Su forma era ahora más densa, más consolidada, como si hubiera absorbido aún más la energía de la nada. A su alrededor, una serie de constructos de Vacío, seres amorfos de oscuridad pura, bailaban amenazadoramente.
"Han llegado, intrusos", resonó la voz distorsionada de Arion. "Demasiado tarde. El Vacío Primordial no puede ser sellado, solo dominado. Y yo seré su maestro, fusionando la ausencia con el poder del maná, creando el orden definitivo."
Arion extendió una mano, y los constructos de Vacío se lanzaron hacia Kael y Sif, mientras él comenzaba a manipular el Núcleo del Éter, tirando de sus energías con el poder del Vacío. El Núcleo comenzó a vibrar erráticamente, su luz parpadeando entre el dorado y un ominoso tono violeta.
"¡Está intentando corromper el Núcleo!", gritó Sif. "Si el Vacío y el Maná se fusionan de esta manera, creará una anomalía imparable."
Kael se lanzó contra los constructos de Vacío. Esta vez, en lugar de atacarlos directamente, invocó un Velo de Ilusiones masivo y los atrajo hacia los cristales de maná de la caverna. Las criaturas de la nada, al intentar atravesar las ilusiones, chocaron con los cristales, que estallaron en pequeñas explosiones de maná que las desintegraron al contacto.
Mientras Kael mantenía a raya a los constructos, Sif se enfocó en Arion. Sabía que no podía derrotarlo con la fuerza bruta. La clave era desequilibrar su conexión con el Vacío. Sif lanzó una serie de pulsos resonantes, ondas de maná que no atacaban, sino que buscaban armonizar, o en este caso, desestabilizar la desarmonía de Arion.
"¡Inútil!", rugió Arion, liberando una ráfaga de energía nula que hizo que Sif se estrellara contra una pared.
Fue entonces cuando Kael tuvo una idea audaz, inspirada por las palabras de la Vigilante: la condición de Elara no era una debilidad, sino una clave. El Vacío Primordial era un catalizador, y Elara era un Vacío natural.
Recordó los débiles pulsos de Vacío que sentía en su hermana, esa "ausencia" que era su propia forma de energía. Kael cerró los ojos, y en lugar de canalizar el maná de su entorno, intentó conectarse con esa energía nula que residía en su propia mente, una resonancia de la condición de Elara.
Abrió los ojos. En lugar de sus habituales sombras oscuras, una tenue aura de silencio lo rodeó. No era una ausencia de maná, sino una especie de "anti-maná", una energía que no destruía, sino que disipaba.
"¡Arion!", gritó Kael, lanzándose.
El Vacío Andante se giró, furioso, y lanzó una poderosa Onda de Anulación. Pero esta vez, Kael no la evadió. En cambio, invocó una Esfera de Disipación, un campo de energía nula que chocó con la onda de Arion. Ambas energías se encontraron y se anularon mutuamente, sin explosión, solo un silencio ensordecedor.
Arion se tambaleó. Su conexión con el Vacío Primordial flaqueó. La pura "nada" de Kael, desprovista de intención destructiva, era la única fuerza que podía contrarrestar el poder de Arion.
Sif, recuperándose, vio su oportunidad. "¡Kael, mantén la disipación! ¡Yo lo estabilizaré!"
Mientras Kael mantenía a Arion en jaque con su extraña energía de "silencio", Sif comenzó a canalizar el maná puro del Núcleo del Éter. No para atacarlo, sino para rearmonizarlo, para inyectar un equilibrio que Arion había deshecho. Sif se convirtió en un conducto viviente de la energía primordial, sus ojos brillando con la luz del Núcleo.
El Vacío Andante comenzó a gritar de nuevo, pero esta vez, su voz era de dolor. Su forma empezó a fragmentarse. No se desintegraba en luz, ni en oscuridad, sino que se volvía cada vez más translúcida, como si su misma existencia se estuviera diluyendo. La fusión de la disipación de Kael y la rearmonización de Sif estaba deshaciendo la corrupción de Arion.
Finalmente, con un último y agónico grito sin sonido, la forma del Vacío Andante se disolvió por completo. No quedó ni rastro de él, ni en el maná ni en el Vacío. Simplemente... desapareció.
El Núcleo del Éter, libre de la influencia de Arion, dejó de parpadear y comenzó a brillar con una luz constante y armoniosa. Los cristales en el techo de la caverna pulsaron en sincronía. La amenaza había terminado.
Kael y Sif, agotados, se dejaron caer. La batalla había sido ganada, pero las cicatrices de la guerra apenas comenzaban a sanar. Aethel seguía siendo una fuerza poderosa, pero sin Arion y su control sobre el Vacío, su dominio sobre el maná no era absoluto.
"Lo logramos, Sif", dijo Kael, su voz ronca.
Sif sonrió, una sonrisa de alivio y gratitud. "Sí, Kael. Lo hicimos. Pero esto es solo el principio de una nueva era para el maná y para Neo-Veridia."
El Núcleo del Éter resonaba con una promesa de equilibrio, y Kael sabía que su viaje no había terminado. Necesitaba recuperar a Elara, ayudar a los Custodios a reconstruir y asegurarse de que el maná se usara para el bien, no para el control o la destrucción. El eco del maná continuaría, pero ahora, sería un eco de esperanza.
Con la amenaza de Arion neutralizada y el Núcleo del Éter estabilizado, ¿qué nuevos desafíos crees que enfrentarán Kael y Sif en la reconstrucción de Neo-Veridia y en la relación con Aethel y los Custodios?