La noticia del incidente en la Torre Aethel y los disturbios subsiguientes se extendió rápidamente por Neo-Veridia, distorsionada por los rumores y los comunicados corporativos. Aethel, en un intento de controlar la narrativa, atribuyó la destrucción a un "fallo catastrófico en un experimento de energía" y a "grupos terroristas de maná incontrolado". Nadie creyó la versión completa, pero pocos se atrevieron a cuestionarla abiertamente.
Kael y Sif, de vuelta en los Sub-niveles, sintieron la presión. Habían sellado la Puerta del Vacío, pero sabían que no era una solución permanente. Arion, o lo que quedaba de él, era una incógnita aterradora.
"Aethel está cubriendo sus huellas", dijo Sif, observando las transmisiones de noticias en una pantalla parpadeante. "Y están buscando culpables. Nosotros."
Kael apretó los puños. "Que vengan. No tenemos nada que perder. Pero necesitamos un plan, Sif. Arion fue solo una pieza. ¿Qué hay detrás de Aethel? ¿Por qué querían controlar el Vacío?"
El Vidente, que se había recuperado parcialmente de su visión, habló con voz débil. "El Vacío Primordial no es el único... foco de poder. Hay otros. Y una organización que ha manipulado el maná desde las sombras. Se les conoce como los Custodios del Maná."
"¿Los Custodios?", preguntó Kael, recordando viejas historias. Se decía que eran los guardianes originales del maná, pero que habían desaparecido tras la Gran Fractura.
Sif asintió. "No desaparecieron. Se fragmentaron. Algunos se unieron a Aethel, creyendo en el control total del maná. Otros se ocultaron, buscando un equilibrio."
La conversación fue interrumpida por una alarma. Las defensas de los Disidentes habían detectado actividad. No eran drones de Aethel, sino unidades de asalto de élite, los Espectros de Éter, armados con tecnología anti-maná y liderados por una figura imponente en una armadura oscura.
"¡Han encontrado nuestra ubicación!", gritó uno de los Centinelas.
Kael miró a Sif. "Tenemos que irnos. No podemos arriesgar la vida de todos aquí. Pero necesitamos una distracción."
Sif asintió, sus ojos azules brillando con determinación. "Kael, tengo una idea. Requiere que confiemos en algo que parece imposible."
Mientras los Espectros de Éter irrumpían en el escondite, Kael usó su Manto de Sombra más denso para cubrir la huida de la mayoría de los Disidentes. Sif, por su parte, se dirigió a una sección oculta del refugio, donde una extraña maquinaria antigua, envuelta en telas, yacía inactiva.
La líder de los Espectros de Éter, una mujer de expresión fría con el emblema de un ojo estilizado en su armadura, apareció. "Sif, Kael. La Corporación Aethel los requiere. No resistan."
"¡Nunca!", respondió Sif. "Están ciegos. No entienden el verdadero poder del maná."
Mientras los Espectros avanzaban, Kael conjuró una Vorágine Oscura, una ráfaga de energía que desorientó a los soldados y les ganó tiempo. Sif se puso de pie frente a la maquinaria antigua. Extendió las manos, y un torrente de maná crudo fluyó de ella, alimentando los intrincados circuitos. La máquina cobró vida con un zumbido, sus paneles brillando.
La líder de los Espectros sonrió. "Una reliquia inútil, Sif. Tu resistencia es fútil."
Pero la máquina no era inútil. Era un Conductor de Maná, una tecnología perdida capaz de concentrar y proyectar maná a una escala masiva. Sif no lo estaba usando para atacar, sino para manipular el campo de maná del Sub-nivel entero.
"No es para atacar, Sif. ¡Es para el escape!", gritó Kael, comprendiendo el plan.
Sif, con un esfuerzo inmenso, activó el Conductor de Maná, enfocando la energía en un punto específico del techo de la caverna. Las rocas comenzaron a resquebrajarse, pero no por una explosión, sino por una dislocación espacial. Maná y éter se entrelazaron, creando una grieta que se abrió hacia la superficie.
"¡Un portal dimensional improvisado!", exclamó la líder de los Espectros, estupefacta.
"¡Vamos, Kael!", gritó Sif, su rostro cubierto de sudor por el esfuerzo.
Kael se lanzó hacia ella, esquivando los disparos de energía. Justo cuando los Espectros estaban a punto de alcanzarlos, Sif activó la última fase. La grieta se abrió por completo, revelando una vista del cielo de Neo-Veridia.
Los dos saltaron a través del portal justo cuando los Espectros alcanzaban el Conductor de Maná. La máquina implosionó, llevándose consigo parte del techo del escondite y atrapando a los soldados de Aethel.
Kael y Sif emergieron en el cielo nocturno de Neo-Veridia, a una altura peligrosa sobre los edificios. La caída era inevitable.
"¡Sif, cúbreme!", gritó Kael.
Sif, agotada pero ingeniosa, concentró lo último de su maná para crear una ráfaga de éter debajo de ellos, que ralentizó su caída. Kael, usando sus últimas reservas, manipuló las sombras circundantes para crear un paracaídas de sombras rudimentario, que los guio suavemente hacia un distrito abandonado en los límites de la ciudad.
Aterrizaron en un callejón oscuro, golpeados pero ilesos. La adrenalina comenzó a disiparse, reemplazada por el cansancio.
"Eso... fue una locura", dijo Kael, riendo débilmente.
Sif solo sonrió. "Pero estamos vivos. Y tenemos una ventaja. Los Custodios del Maná... no todos son aliados de Aethel. Necesitamos encontrar a los que buscan el equilibrio."
La noche avanzaba, y Neo-Veridia seguía bajo el control de Aethel. Pero Kael y Sif, ahora fugitivos buscados, habían escapado de sus garras y habían aprendido valiosa información. Su objetivo ya no era solo sobrevivir, sino desenmascarar la verdad detrás de los Custodios y Aethel, y encontrar una manera de sellar el Vacío Primordial de forma permanente. El eco del maná continuaba, pero ahora, un nuevo propósito ardía en ellos, como el vuelo de un Ave Fénix desde las cenizas de la ciudad.
¿Qué crees que sucederá cuando Kael y Sif busquen a los Custodios del Maná? ¿Serán confiables o encontrarán más peligros en su camino?