Capítulo 1 Primeros encuentros nueva conexión

Adellai Rossi

El sonido de mi canción favorita me distrae de hacer mi tarea, escucho la Sessión #5 de La Loquera, Charles Ans y Neto Peña. La canto disfrutando de cada maldito segundo de esta gran rola, canto el coro:

Sabrás que soy el amor de tu vida, cuando se te olvide dónde está la salida, lo sabrás, lo sabrás, lo sabrás.

Lo sabrás, lo sabrás, lo sabrás.

Aunque me obliguen no podré dejarte de pensar, humildemente y con amor te voy a conquistar. Eres necesidad para mi realidad, ven y cura este corazón partido a la mitad.

Como de repente, como un baño de agua caliente, eres vida y qué rico se siente, llegaste cuando eras urgente.

Por ti lo que sea, si empiezas una religión yo me vuelvo creyente, te lo juro que nadie en el mundo te piensa de una manera tan frecuente.

—Adellai —me grita mi madre desde la cocina, sacándome de mi nube musical. Le pongo pausa a mi canción para lograr escuchar qué me dice.

—¡¿Mande, mamá?! —le grito de regreso.

—Ven, ayúdame a hacer de comer. Necesito que vayas por tortillas y por coca —me grita.

—¡Voooy, mamá! —digo al mismo tiempo que me paro y me saco mis audífonos.

Voy a la tienda y compro lo que me ha pedido mi mamá. Regreso a la casa y nos sentamos todos a comer en nuestros lugares asignados. Mi madre, Ana, se sienta en la silla que queda más cerca de la cocina para poder levantarse a voltear las tortillas. Yo me siento a su lado. Frente a mí está mi hermano Edwin y mi padre, Rafael, al lado de mi hermano, frente a mi madre. Comemos en silencio al inicio, pero después mi madre rompe el hielo:

—¿Cómo te fue en el trabajo, papá? —le pregunta mi madre a mi padre de forma cariñosa.

—Bien, estuvimos trabajando todo el día. ¿Y tú, amor?, ¿cómo te fue en el INE?

—Bien, hoy tuvimos junta en la mañana y después salimos un rato a campo a trabajar —dice con una sonrisa a mi padre mientras nosotros escuchamos. Sé que justo en este momento nos preguntará a nosotros cómo nos fue en la escuela.

—¿Y a ti cómo te fue, Adellai?

—Bien. Los maestros nos dejaron mucha tarea, pero en general fue un día tranquilo. La directora anunció que mañana no habrá clases por el Día del Trabajo... o algo así —comento, restándole importancia.

—¡Yo tampoco tengo clases! —interrumpe Edwin.

Mi hermano Edwin y yo tenemos una relación algo especial. Digamos que nos llevamos bien, pero nos llevamos pesado entre nosotros. Quizá por cómo es la personalidad de cada uno chocamos mucho. Siempre está esa rivalidad de hermanos. Pero sé que si necesito algo, él me respaldará y apoyará completamente. Es una relación de amor-odio, la verdad.

Pero en cambio me llevo muchísimo mejor con mi hermano mayor, Erick. Soy su niña chiquita, así que me consiente y protege más que nadie, sin mencionar lo mucho que me mima. Bueno, a los dos nos mima mucho.

Obvio también tenemos nuestros desacuerdos, pero realmente es imposible no tenerlos. Aun así, hay menos peleas que con mi hermano Edwin.

Pero aun así, los dos no dejan de ser mis mejores aliados en el mundo.

—Está bien —dice mamá—, así mañana me levanto más tarde. Por cierto, ¿acabaste el libro que estabas leyendo, Adellai?

—Sí... Bueno, casi. Me faltan como 5 o 7 páginas, pero me encantó. Solo que los personajes se separaron. Lo bueno es que es una saga, por lo que asumo se arreglarán en el segundo libro. Y según tengo entendido, el tercero es el segundo y primer libro desde la perspectiva del protagonista masculino. Ahhh, ¡y aparte hay cuarta parte! Creo que trata de los hijos que tienen juntos, o al menos eso es lo que he visto en internet. Pero ya lo leeré después, solo tengo los tres primeros libros que me compró Diego en mis XV.

—¿Cómo dijiste que se llama?

Antes de diciembre, de Joana Marcús.

—Ah... —dice mamá justo cuando suena una alarma.

Sigo comiendo mientras espero que mi madre o mi padre apaguen la alarma, pero al ver que no lo hacen y los tres me están viendo fijamente, me sorprendo al percatarme de que es la alarma de mi celular. Tomo mi teléfono y observo lo que dice en la pantalla:

Servicio social

—¡No puede ser! Se me está haciendo tarde para ir a hacer mi servicio social, es mi primer día —digo, levantándome de la mesa de un brinco. 

corro hacia mi habitación, busco mi mandil que tengo que usar con el nombre de "crecer en arte y deporte" y me lo pongo al igual que mi gafete que dice "ayudante" seguido de mi nombre, voy hacia el espejo de mi habitación y observo que este decente mi largo cabello castaño ondulado y me hago un delineado sencillo rápido, estar en artes me da un gran pulso para estos momentos en los que tengo prisa, me lavo los dientes rápidamente y me pongo mi labial rojo favorito y salgo disparada hacia la puerta

—¿te vas a ir en chanclas? —dice mi hermano

Frunzo el ceño ante su pregunta y me veo los pies, traía mis poderosas chanclas moradas con mis calcetas de Stich largas

—¡mierda! —mascullo al tiempo que vuelvo a correr hacia mi cuarto

—ese vocabulario jovencita —me espeta mi madre a modo de regaño, a ella no le gusta que hablemos diciendo maldiciones, ni ella ni mi padre las dicen solo yo y mi hermano de vez en cuando.

Busco mis convers y unas calcetas decentes, me las pongo y salgo corriendo nuevamente hacia la puerta de mi casa

—¡adiós!, nos vemos en unas horas, bonito día —les digo a los tres despidiéndome con la mano

—¡vete con cuidado Adellai! —me grita mi madre desde la sala

Salgo de mi casa hacia el centro crecer en arte y deporte, subo las escaleras y me dirijo hacia el salón de artes plásticas, el lugar en el que voy a apoyar debido a mis habilidades con el pincel. Es una de mis grandes pasiones y realmente disfruto estar ahí me gustaría estudiar algo relacionado con los niños, lo más probable es que estudie para maestra, pero aún no estoy segura de que grado, estoy investigando mis opciones, me dan nervios el tener que decidir a que me quiero dedicar por el resto de mi vida, es una decisión difícil que siento que no puedo tomar a la ligera

Es parte de crecer

Gracias conciencia

Es la verdad, es una decisión de adultos que tiene que tomar una joven de 17, es comprensible que sea complicado

La vida adulta ya no me está gustando, cada vez mi edad se pone más seria, porque no puede ser como cuando era más pequeña

Sigues siendo pequeña

menciona refiriéndose a mi estatura al parecer 1.56 es poco para mi conciencia, como si fuera más alta que yo

Hay cállate, me refiero a que desde pequeña asistía al centro crecer en arte y deporte y estaba en las clases de artes plásticas y música, era de las mejores en ambas clases, pero me salí de música hace años, tocaba el acordeón de teclas y me encantaba, pero me vi envuelta en la difícil decisión de escoger solo una clase por mis horarios escolares y realmente amo pintar así que fue la elegida

Fue una decisión que para mí fue complicada

Pero bueno, volviendo al presente estoy entrando al salón. Saludo a los niños que esperan pacientemente las indicaciones para entrar al salón y les doy la bienvenida dejándolos pasar. También saludo al maestro de artes con la mano y con un simple hola que me regresa con una sonrisa

Voy hacia la mesa en donde tenemos todas las pinturas y las tapas para servir pintura y empiezo a servir pinturas para todos los estudiantes que vienen a las clases, coloco las tapas en las mesas y les coloco vasos de agua para que limpien el pincel y al acabar me dirijo hacia mi silla, frente al maestro

—buenas tardes Adellai —me dice el maestro

—buenas tardes, ¿hoy que harán los niños? —le pregunto al maestro

—hoy les toca practica de dibujo y pintura

—a bueno. entonces ¿les entrego las hojas de cartulina para que empiecen?

—por favor —me dice con una sonrisa

Hago lo que me pidió y damos por comenzada la clase, el maestro explica la actividad de hoy y les dice que empiecen con el boceto y que al terminarlo vengan a buscar pinceles para pintar, les recalca que deben usar todos los ejercicios que hemos estado viendo el semestre pasado como las sombras, delineados, colorimetría, y figuras geométricas para ubicar el dibujo en la cartulina, así podran practicar para el cuadro que tenemos planeado que empiecen a elaborar mañana algunos de los niños, es asi que damos por comenzada la clase y les ponemos música a los niños, la primera canción la cual escogió un alumno se llama zombie lady de Damiano David, la cual es una de mis canciones favoritas. Todos le echamos carrilla al niño diciéndole que esta super enamorado de una niña y aunque lo niega... se sonroja

Después de cuatro largas horas de clase por fin ha acabado mi día de trabajo, toca el timbre que anuncia el final de la última clase, los niños y jóvenes se forman en la puerta les tomo lista y los dejo salir. Me despido de los maestros, marco mi salida en dirección y me dispongo a ir a mi casa en el camino super, super largo

Mentirosa estas a una calle

¡gracias conciencia!

De nada

Veo a los demás estudiantes salir de sus salones. Bajo las escaleras del centro... y entonces lo veo: Aiden

Sale de su clase de taekwondo como siempre, con el uniforme puesto y completamente sudado, lo que, honestamente, lo hace ver aún más atractivo. Tiene el cabello corto, estilo coreano, y no lleva sus lentes. Se ve muy, muy bien. Usa el mismo chaleco y gafete que yo, también está haciendo su servicio social, aunque no sé en qué preparatoria o universidad estudia... ni qué carrera esta cursando

Me le quedo mirando unos segundos y despierto a la realidad

No deberías estar mirando así a tu compañero de servicio

Lo se

¿entonces porque babeas?, me pregunta mi inconsciente

No estoy babeando

Si claro, hare de cuenta que te creo

Dios cállate ya, seguro ni sabe de mi existencia así que da igual

Si eso es porque cada que tienes la oportunidad de hablar con él, sales huyendo

¡gracias por tu apoyo querida conciencia, de verdad!

Ya lo sabes siempre apoyando

En ese momento me percato de otra de mis compañeras que al igual que yo se le queda viendo fijamente idolatrada, la entiendo realmente es un chico muy atractivo, él es alto, wuero y tiene unos ojos negros preciosos, lleva un corte estilo coreano que le queda fenomenal y en este momento lleva su Dobok... lo que lo hace ver muy sexy realmente le queda increible

Y justo en ese momento se me para el corazón, el voltea a ver hacia donde estoy yo y me sonríe mostrando sus Brackets, ¡dios es hermoso! Siento mi corazón acelerarse y mis nervios subir, le regreso la sonrisa y gracias a dios alguien me habla por lo que me volteo rápidamente buscando a quien me ha llamado, es el maestro Caleb de artes

—Adellai mañana iremos después de la salida a comer a una quinta que rentaron, pediremos tacos te aviso por si tú también quieres pedir para que así te traigas 100 pesos, me pidieron que te informe mañana publican la dirección en el grupo del centro, espero verte ahí

—¿seremos todos los maestros y los auxiliares? —le pregunto pensando en Aiden y si hay la posibilidad de verlo ahí

—sí, y lleva traje de baño habrá alberca

—ohhh... está bien, muchas gracias —digo contenta por lo de la alberca

Nos despedimos chocando puños y con un corto abrazo, el maestro Caleb es al menos 5 años mayor que yo y a decir verdad me cae muy bien, es un buen tipo y realmente sabe lo que hace en clase, estudió artes plásticas, por lo que eh aprendido mucho de él y de sus clases

A pesar de que lleva solo un semestre con nosotros el trabajo le queda como un guante, lo desempeña muy bien, aunque aún extraño al antiguo maestro, Rogelio Él me dio clases desde que era niña y fue quien me transmitió mi pasión por el arte. Lamentablemente, se fue por una mejor oferta de trabajo

Lástima para ti, para él fue lo mejor

Gracias, conciencia...

Cuando vuelvo a voltear esta Aiden viéndome, al ver que lo eh visto se voltea rápidamente, y ¡¡¡¿se sonrojo?!!!, ¡eso si no me lo esperaba!

Siento tanta pena que podría cavar un hoyo en el piso del centro cultural y esconderme ahí hasta que cumpla treinta. En lugar de eso, camino hacia la salida con la dignidad de una reina... una reina derrotada, con cara de "¿por qué soy así?". 

Voy saliendo del centro caminando rumbo a mi casa, tratando de no mirar atrás por si acaso Aiden decide aparecer mágicamente y presenciar mi caminata de la vergüenza. Pero no lo vuelvo a ver en todo el trayecto. Ni rastro. Ni su sombra. Ni un mechón de su pelo perfecto flotando por el aire como señal divina.

Y ahí es cuando me doy cuenta de que no tengo ni idea de dónde vive Aiden. O sea, cero pistas. ¿Vive cerca? ¿Le gusta caminar? ¿Tiene chofer? ¿Se transporta en una nube de misterio como los personajes de anime?

La verdad, me da muchísima curiosidad. Pero tampoco puedo ir por ahí preguntando "¿alguien ha visto al niño que me gusta?" como si fuera una abuelita buscando a su gato. Y seguirlo a escondidas, bueno... eso ya cruza una línea. Me vería como una acosadora en entrenamiento. Además, con lo torpe que soy, seguro me tropezaría con una maceta, haría ruido y terminaría fingiendo que estaba recogiendo una moneda que no existe.

Así que respiro hondo, levanto la cara, y sigo caminando, tratando de convencerme de que tengo cosas más importantes que hacer que descubrir la dirección exacta de Aiden. Como, no sé... vivir mi vida con dignidad, por ejemplo

Pero bueno, al que si llego a ver es a Héctor, otro de los auxiliares; el auxiliar de música el cual es mi vecino y mi ex pareja de cuando tenía como 11 años, me la llevo bien con el

Ahora somos buenos amigos

—hola, ¿qué tal Adellai? ¿cómo te fue en las clases hoy?

—bien algo cansado los niños estuvieron muy activos el día de hoy

—No manches, a mí me pasó lo mismo. Estoy fastidiado, todos hablando y riendo. Y ni hablar de escuchar más de 20 instrumentos descoordinados al mismo tiempo.

Me río de su comentario. Él solo sonríe.

—bueno creo que me voy, mis tenis me están matando

—¿nunca te acostumbraras a no estar en chanclas cierto? —dice con tono divertido

—la verdad no, nada como mis chanclas moradas

Solo de acordarme quiero cada vez más llegar a mi casa. quitarme los tenis, ponerme mis chanclas, cenar, bañarme, lavarme los dientes y dormir plácidamente en mi cama

Héctor es un gran amigo, pero no es mi mejor amigo, mis mejores amigos hombres son Ricardo, Manuel y mi primo Diego... Y mi hermano mayor Erick, pero el ya no vive en la casa con nosotros, pero viene a vernos cada fin de semana. El es mayor que yo 4 años. Erick tiene 21, yo tengo 17 y Edwin 14, casi 15.

Actualmente Erick está estudiando una ingeniería por lo que vive en la residencia del campus en el que va y Edwin y yo estamos en la preparatoria técnica de tres años. Yo estoy por salir y el acaba de entrar

La verdad por poco no la cuento varias veces en la preparatoria, yo eh pasado por épocas en donde me eh sentido muy deprimida y al inicio de la preparatoria se me complico mucho por mi salud mental, pero gracias al cielo ya estoy un poco más estable, aunque no ha desaparecido el insomnio ni se me han quitado por completo los ataques de ansiedad

—bueno, nos vemos mañana Héctor

—adiós Adellai

Adivinen qué es lo primero que hice al llegar a casa.

Exacto: ponerme mis preciosas chanclas moradas y cambiarme por ropa más cómoda

Tenía algo de tarea pendiente que hacer así que saco mis libretas y empiezo a realizar mi tarea, unos treinta minutos más tarde mi mamá aparece diciéndome que la cena esta lista, lo que es un gran alivio ya que ya tenía hambre

Nos sentamos los cuatro a cenar

—¿Cómo te fue en el servicio Adellai? —me pregunta mi padre

—bien, estuvo tranquilo el día, dicen que mañana habrá un convivio de alberca en una quinta que rentaron y nos invitaron a todos, solo debemos llevar 100 pesos porque pedirán ordenes de tacos

—ohhh... se escucha bien, ¿iras?

—yo creo que sí, saben que me encanta nadar, así que lo más probable es que si asista, pero creo que me vendré temprano, pero ya veré mañana

—está bien hija, nos avisas

—sipi

—¿y tu Edwin? ¿Como te fue en tu clase de robótica? —pregunta mi madre

Otro pequeño dato que se me olvido mencionar, mi hermano Edwin es un genio para la robótica, le gusta mucho y está en el centro "crecer en arte y deporte" conmigo, pero él está de estudiante y yo de auxiliar del maestro Caleb

—estamos desarrollando el diseño y construcción de un robot autónomo que expondremos en la próxima feria de ciencia a la que nos invitaron por parte de municipio, hoy estuvimos haciendo la integración de sensores y sistemas de percepción que tendrá nuestro robot —nos comenta dejando de lado su comida para hablar

—¡eso suena interesante! —dice mi padre —¿han pensado en cómo van a procesar y fisionar la información de los sensores para tomar decisiones y controlar el movimiento del robot?

—Estamos considerando utilizar un enfoque de fusión de sensores para combinar la información de los sensores de distancia, cámaras y sensores de movimiento. Queremos utilizar un algoritmo de procesamiento de señales para filtrar y limpiar los datos, y luego utilizar un sistema de toma de decisiones basado en lógica difusa o aprendizaje automático para determinar las acciones del robot. También estamos explorando la posibilidad de utilizar una arquitectura de control jerárquica para organizar y priorizar las decisiones del robot. Estamos trabajando en implementar y probar diferentes enfoques para encontrar el que mejor se adapte a nuestras necesidades por los enfoques que tiene el concurso de ciencia y las indicaciones que nos han dado para la construcción del robot

Y así es como mi hermano Edwin nos deja completamente anonadados a los 3

—no mames Edwin —espeto yo —no te entendí absolutamente nada

—ni nosotros —dicen al unísono mis padres

Mi hermano se sonroja ligeramente y lo único que sale de su boca es un simple "perdón"

—¿porque te disculpas? —le pregunto yo

—Somos nosotros los que no entendimos tú no tienes por qué disculparte, creo que los tres estamos de acuerdo en que no te entendemos, pero nos encanta escucharte hablar de algo que te apasiona, aunque nosotros no sepamos del tema

—bueno, está bien —ríe ligeramente. —cambiando de tema... —empieza a decir

—¿Qué pasó? —pregunta mi padre interesado

—quería pedir permiso para salir al cine con unos amigos de la preparatoria y con mis primas Mery y Ximena

—ohhh, ¿cuándo hijo?

—la próxima semana, quede con Yahir, Néstor, Meredick y Ximena de ir al cine a ver como entrenar a tu dragón, el live action

—Bueno, solo nos recuerdas y nos dices cuánto dinero vas a necesitar y nosotros te lo damos

—está bien, gracias papá

Terminamos de cenar y nos fuimos cada uno a dormir mañana será otro día y necesitamos descansar, pero hay unas preguntas en mi cabeza que no deja de dar vueltas

¿De verdad vi a Aiden sonrojarse? ¿Por qué?

¿acaso tengo una oportunidad con él, aunque sea la más mínima?

¿mañana lograre finalmente hablarle y poder empezar a ser su amiga?

¿Está a mi alcance... o es solo un amor imposible?

Dios ojalá pueda lograrlo, me da mucho pánico cada que intento hablar con él, pero espero de todo corazón vencer mi miedo a hablarle, realmente quiero conocerlo, se me hace un chico super atractivo eh interesante, lo quiero conocer...

O más bien, hare todo lo posible por llegar a conocerlo bien y con algo de suerte enamorarlo

Aiden Solís

No puedo dejar de pensar en ella.

No sé por qué, si he hablado con ella una cantidad de veces contadas con los dedos, pero ella está ahí, simplemente está ahí. Me da miedo que entre a mi corazón, pero siendo sincero... ya lo ha hecho. No sé qué es lo que siento por ella, no sé qué pensar al respecto. Solo espero verla mañana en la quinta y, quizá... hablarle. Me muero por hablarle.

Si es que lo llegas a hacer, porque eres un miedoso.

¡Ahhh, está bien! Lo acepto, conciencia. Pero sé que puedo hacerlo.

Tienes que poder. Ella es hermosa.

Completamente hermosa...

Dios, estoy tan sumido en mis pensamientos. Pienso en ese momento nuevamente: ella, con su mandil y su gafete que dice "ayudante" seguido de su nombre...

Nuestro intercambio de miradas, lo mucho que se me aceleró el corazón.

Adellai.

"De noble aspecto"... A ella definitivamente le queda como un guante su nombre. Parece una chica tan alegre, tan viva, tan noble, tan simpática, tan... perfecta.

Su sencillez es una de las cosas que me llamaron la atención. Se ve tan en su propio mundo, creo que no se da cuenta de que deja una gran huella en todos. En serio, es una chica muy, muy especial. Es como un pequeño solecito andante.

Por lo que he observado, le encanta leer. Ya la he visto con varios libros diferentes cuando hay descanso o cuando no tiene nada que hacer en clase. También le encanta la música de Morat; la he escuchado cantar o tararear algunas de sus canciones más de una vez. No es que sea un gran fan de la banda, pero conozco perfectamente "A dónde vamos" y "No se va".

—Aiden, dice mamá que vayamos a comer —me dice mi hermana Sofía, sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué hizo de cenar mamá?

—Parece que pollo empanizado. Vamos, que se enfría.

Nos sentamos en la mesa en silencio y comenzamos a comer mientras vemos una película en la televisión. Es un hábito que tenemos. Aunque no tarda en romper el silencio mi madre, Mónica:

—¿Cómo te fue en el cultural, hijo?

—Pues... estuvo tranquilo. El maestro Raúl y yo dimos nuestra clase de taekwondo a los niños y luego, en las últimas horas, practicamos él y yo.

A veces pienso que me hubiera encantado practicar boxeo, pero uso lentes y tengo mucha graduación. Un mal golpe y adiós vista... podría ser peligroso. A mamá no le haría gracia que me arriesgara así.

Llevo ya algunos años en taekwondo, aunque he sido algo intermitente por la escuela. Por eso apenas lo estoy retomando. Aun así, me gusta un montón. Ahorita soy cinta roja y tengo claro que algún día voy a ser cinta negra. Esa es la meta.

Pero bueno, por ahora tengo que enfocarme en los estudios... y en una cierta chica de cabello castaño con rizos dorados. Sonrío sin poder evitarlo.

Dios, ni siquiera cuando hablo de otra cosa logro sacarla de mi cabeza.

—¿Y tú, Sofía? —pregunta mi padre, Carlos, a mi hermana.

—Estuvo medio pesado. Muchos pacientes sorpresa el día de hoy, algo poco común. Pero bueno, me contarán las horas extras, así que está bien. ¡Que vengan más!

Mi hermana Sofía es psicóloga y trabaja en un centro comunitario a media hora de aquí. Le va muy bien. Tuvo suerte al conseguir ese trabajo y, la verdad, sé que está cómoda con sus horarios, así que todo marcha bien. Por lo que hemos platicado, ya está buscando un carro que comprar para irse al trabajo y dejarme de pasada en la universidad.

Los dos nos vamos en camión, por lo que a veces llegamos raspando: yo a la universidad y ella al trabajo, lo que es un problema... o al menos para mí, ya que mis maestros son algo exigentes con sus horarios. Así que trato de llegar antes para evitar regaños, aunque levantarse a las 4 de la mañana es muy agotador a largo plazo, más si solías tener sueño pesado y estabas acostumbrado a entrar tarde a la preparatoria.

Así es. Mi último año de prepa fue en el turno de la tarde. ¡Genial! (Que se note el sarcasmo).

Es horrible. Sentía que no podía hacer nada porque me levantaba muy tarde y no podía ir al taekwondo. Ahora en la universidad yo acomodo mis horarios, por lo que vengo a hacer mi servicio social por adelantado, aunque yo solo vengo dos horas en vez de cuatro horas al día.

—Pero siempre es bueno tener mucho trabajo algún día a la semana, te distraes más, hija —le dice mi madre.

Mi madre y mi hermana son como uña y mugre. De verdad, es impresionante cómo se entienden con solo mirarse. Tienen ese tipo de conexión que no necesita muchas palabras, como si compartieran un código secreto al que los demás no tenemos acceso. Se ríen por cosas que solo ellas entienden, se mandan memes todo el día, y pueden pasar horas hablando de todo y de nada.

Claro, también discuten de vez en cuando —como toda madre e hija—, pero hasta en eso se nota el cariño. Se pelean por tonterías: que si Sofía no le avisó a mamá que ya iba de regreso, que si mamá insiste demasiado con sus consejos. Pero al final siempre se buscan, siempre se reconcilian. Porque una no sabe estar sin la otra.

Mi mamá es algo ansiosa. Siempre quiere saber dónde estamos, con quién, y a qué hora vamos a volver a casa. Aunque a veces puede parecer exagerada, yo sé que lo hace por amor. Desde que papá tuvo aquel susto con el robo de su celular hace unos dias, su necesidad de tenernos cerca se volvió más fuerte. A veces se nos pasa avisarle que llegamos bien, y basta un mensaje sin responder para que ella ya esté imaginando lo peor. Pero la comprendemos. Porque ella siempre ha estado ahí para nosotros, desde que éramos unos mocosos con uniforme chueco y mochilas más grandes que la espalda.

Le debemos mucho. Por eso intentamos ser más atentos, responderle a tiempo, llamarla aunque sea unos minutos. Porque aunque no lo diga, su corazón descansa cuando sabe que estamos bien.

—Eso es cierto, má —dice Sofía con una sonrisa cálida, de esas que no se dan todos los días. Y en su mirada hay algo más: un agradecimiento callado, un amor que no necesita gritarse para sentirse.

Mi madre la mira de vuelta con ese brillo suave en los ojos, como si en ese instante entendiera que, aunque crezcamos y nos vayamos, siempre vamos a ser sus hijos. Y que ella, pase lo que pase, siempre será nuestro lugar seguro.

El silencio que sigue tiene algo especial, como si por un momento el mundo se detuviera. Y justo cuando parece que nadie quiere romper esa calma...

—¿Me pasan la coca, por favor? —dice mi padre con su tono habitual, bajito pero claro, regresándonos de golpe a la mesa.

Nos reímos suavemente, como si su intervención fuera una cuerda que nos regresara a tierra después de flotar un rato entre recuerdos y sentimientos.

Mi padre y mi hermana son los únicos que toman coca. Yo prefiero un buen vaso de agua —más saludable—, aunque en realidad casi nunca tomo nada mientras como; dejo que la comida pase sola y me hidrato durante el resto del día. Mi mamá tampoco toma mucha coca. Tiene problemas del corazón, y si consume muchas cosas dulces, se le acelera el pulso y se empieza a sentir mal. Así que la evita todo lo que puede. "La salud primero", dice siempre.

—Claro —le responde Sofía, estirando el brazo para pasarle la botella.

El resto de la cena transcurre con normalidad: bocados tranquilos, la tele de fondo, y esa paz familiar que a veces uno no valora hasta que la recuerda con nostalgia. Después de cenar, me levanto, lavo los platos que me tocan, me cepillo los dientes, y justo cuando estoy por meterme en la cama, alguien toca la puerta de mi cuarto.

—¿Aiden, estás ocupado? —pregunta mi hermana.

—No, pásate —le digo, y ella obedece y se pasa a mi recámara. Mi hermana es de cabello negro y ojos café oscuro. A veces pienso que no nos parecemos en nada, pero viéndonos bien, sí encuentro algunos rasgos faciales parecidos—. ¿Qué pasa?

—La verdad vengo a cotillear —ríe un poco y se sienta a mi lado en la cama—. ¿Cómo vas con esta muchacha?, ehhh... Adellai, creo que se llama.

—Sí, se llama Adellai. Y pues no mucho cambio, la veo de lejos y ya está. No soy tan valiente como para lanzármele en una declaración de amor de la nada. Aparte, ni siquiera me conoce.

—Pero si te gusta tanto, ¿por qué no hablarle y ser amigos, y luego declararte?

—Sí, lo sé. Pero sabes cómo soy. Me cuesta acercarme a la gente y empezar conversaciones. Supongo que no he encontrado el momento... solo la admiro de lejos.

—¡Vaya! ¿Quién diría que mi pequeño pollo sería un penoso enamorado?

Así es, damas y caballeros. Mi familia me llama "pollo". Aquí va la explicación, no se amontonen.

Literal, NADIE se está amontonando.

¡Shhh, calla, conciencia! Quiero hacer suspenso.

De niño me gustaba criar pollitos. Mi abuela tenía gallinas, así que siempre había pollitos a mi alrededor. Vivo a tres cuadras de su casa, así que desde pequeño empezaron a decirme "pollo" de forma cariñosa. Raro, tal vez. Pero me gusta. Ya estoy acostumbrado.

—No estoy enamorado, solo tengo un pequeño crush en ella —miento descaradamente

Mi hermana ríe ruidosamente ante mi mentirilla, tanto que llega mi madre a ver de qué se ríe.

—¿Qué pasa?, ¿por qué tanta risa? —pregunta mi mamá.

—Es que a Pollito le gusta una chica y se niega a aceptar que le gusta, ¡y mucho!

—Vaya, ¿quién te gusta, pollo? —pregunta mi madre, interesada, y se sienta en mi cama.

—Una chica del cultural que es auxiliar. No sé ni cuántos años tiene, pero parece de mi edad. Es la chica más bella que he conocido. Le gustan mucho los niños, como a mí, y es muy amable. Mis compañeros me han contado que siempre que puede, les ayuda en todo.

—¿Veeeeees? —dice mi hermana— ¡¡¡Y dices que no estás enamorado!!!

Yyyyy... te descubrieron.

—Calla.

—Ay, pero no te enojes.

—Shhh.

—Sí suenas enamorado, hijito mío —dice mi madre cariñosamente.

—Lo sé. No sé qué me está haciendo esa chica, ¡ni siquiera le hablo!

—Nunca te habíamos visto así —mencionan mi madre y mi hermana al unísono.

—¿Te gusta mucho, no es así, corazón? —me dice mi madre.

—La verdad, sí. Me encanta.

Me tapo los oídos cuando ellas chillan emocionadas y hacen gestos raros con las manos, la una con la otra.

—Bueno, ya mucho cotilleo. A dormir los dos, que tienen un día ocupado mañana.

—Bueno, má —dice mi hermana, levantándose de mi cama y saliendo de mi habitación.

—Buenas noches, hijos. Descansen —dice mi madre desde la puerta de mi cuarto, y se va hacia su cuarto con mi padre.

Finalmente solo.

Así es.

Prendo mi foco de noche y apago el foco del cuarto. Me acuesto en la cama y miro el techo.

¿Será que logro hablarle mañana?

Realmente quiero conocerla en persona. Quiero ser su amigo.

sabemos que no quieres ser solo su amigo.

Lo sé, me refiero a que primero quiero ser su amigo y luego tratar de conquistarla... o conquistarla siendo amigos.

Como suelen decir: el orden de los factores no altera el producto.

Con este pensamiento me sumerjo por completo en el sueño y me quedo dormido.