Adellai Rossi
¿Logré hablarle? No... o al menos, no como me hubiera gustado
¿Hice el ridículo?, si...
A la mañana siguiente...
Creo que desde que empezó el día, empecé con el pie izquierdo. Primero, no había cereal para desayunar. Después, quise ir a la panadería a comprar algo de pan dulce y ¡oh, sorpresa! No tenían pan. En una panadería... no había pan.
Sorprendente, ¿no?. para acabar quería un bolillo ya era otro tipo de pan estamos de acuerdo, ¿no?. para comérmelo solo o comérmelo con frijoles, pero nuevamente no había pan, literal ningún tipo de pan
Quise comprar unas galletas y la tienda estaba cerrada, fui a otro lugar y escogí unas deliciosas barras de coco que me llegaron todas partidas
Y camino a la prepa adivinen que...
Se apago el carro y no quería prender, por lo que nos demoramos y mejor se regresó mi papá a la casa para evitar quedarnos varados lejos de la casa y tener que pedir una grúa, lo bueno que mis padres tienen dos carros y solo cambiamos de carro y condujo hacia la prepa
¿Que clase de maldición tenía hoy que todo estaba saliendo mal?
entraba a las 7:10 y llegue con un retraso según yo elegante de 15 minutos, y luego me acorde que me tocaba física. ¿Saben cómo es mi maestra de física?, muy estricta.
Por lo que casi me quede afuera
Casi
Pero gracias a dios se apiado de mí y me dejo pasar... de puro milagro. por fin algo bueno en el día, así que mis siguientes 2 horas fueron sobre la termodinámica, sus leyes y sus procesos, seguí con 4 horas seguidas de la misma materia, pero interrumpidas por el descanso.
fueron de módulo. Porque estoy en preparatoria técnica estudiando procesos administrativos y mi última hora fue ecología, por lo que acabe rápido la actividad y nos dejaron salir
—¿porque llegaste tarde Adellai? —me pregunta mi amiga Ana
—porque no había que desayunar y se le apago el carro a mi papá camino acá y nos tuvimos que regresar por el otro carro
—estas bien salada —ríe y rio con ella, le cuento mis anécdotas de hoy del pan, las galletas y el carro y ríe aun más
—enserio no puedo creer que te haya pasado todo eso en menos de una hora
También le platico que tengo un convivio en donde estoy haciendo mi servicio social, le platico que pediremos tacos y habrá alberca
Y dios ella sabe lo mucho que me encanta nadar, recuerdo una vez que se juntó el grupito, todo el grupo así mixto hombres y mujeres e íbamos a ir a una quinta de la colonia el casco y llevamos botanas y estuvimos todos conviviendo
—¿y a qué hora y en donde va a ser el convivio?
—aún no lo se, nos dijeron que nos dan la información más tarde
—Ah, bueno. Pues te diviertes mucho. Pero yo ya me voy a mi casa. ¡Nos vemos, Adellai!
—¡Nos vemos, Ana!
Me despido de Ana, Milagros, Denika y Kenia y salgo de la prepa, localizo el carro de mi papá y me subo, platicamos un poco sobre cómo me fue en la prepa y me comenta que no está mi mamá porque está trabajando
Al llegar a casa me hago unos tacos de frijol con chorizo y me alisto para ir a mis clases del cultural
Y nuevamente me pasa una tragedia, mis chanclas favoritas para salir, unas negras de elástico fácil de poner, se me rompen nada más salir de la casa. Por lo que me regreso a ponerme mis tenis y veo la hora. Aún son las 2:30 por lo que tengo tiempo de ir tranquila
Porque diablos sales tan temprano
No lo sé, supongo que sabía que algo iba a pasar
Sí, claro. Le llaman "vidente Adellai".
¡Ay, cállate, conciencia!
¿Les ha pasado que dicen "ya nada puede ser peor" y ¡zas! pasa algo peor?
Bueno, pues me acordé que tenía el convivio en la quinta, con alberca. ¿Se acuerdan, verdad? Y como tenía 30 minutos antes de entrar al servicio, me puse a buscar qué traje de baño llevar.
Quería algo sexy para impresionar a Aiden.
Y... no encontré ningún traje de baño. ¡Ni uno! Y eso que tengo varios.
y meterme en ropa interior no era opción
Y luego me cayó el veinte: el Cultural lo dirigen monjas. Sí, de esas que andan bien metidas con la palabra del Señor Jesús y todo eso...
O como las que parecen salidas de una peli de terror, con mirada de "te veo pecar y te exorcizo".
Tal cual, conciencia
Pues, creo que no les haría mucha gracia que llegara en traje de baño así que opte por una blusa y un short largo, por encima de las rodillas
Estamos de acuerdo que no era lo más sexy del mundo
El problema es que quería dar una buena impresión a ya saben quien
No tengo cuerpo de modelo de pasarela, pero mis glúteos son grandes, mis pechos no están nada mal y mi cintura es pequeña, tengo cuerpo de pera y aunque tengo pancita, le da un toque muy lindo, al menos a mi parecer así que se me ven bien los trajes de baño, aunque me da pena usarlos, así que tengo un cuerpo que merece ser amado tal y como es con todo y sus lonjitas...
Pero volviendo al tema, que, ¿Qué diferencia hay entre un traje de baño y la ropa interior?
Nada
Exacto, nada. No me gusta ir por la vida en ropa interior
Cuando salgo en traje de baño normalmente siempre me dejo el short y suele ser un short corto y solo hoy quería meterme sin short ya me había mentalizado a hacerlo, pero
1. Es centro de monjas, les da un infarto a las pobres
2. Me da mucha pena
3. ¡¡¡No encontré ni un puto traje de baño!!!
4. No me meteré en calzones y brasier
Así que debí olvidarme de ir sexy porque no mames, escuela de monjas y no había trajes de baño
Pues, ignorando eso mi blusa de labubu no estaba tan mal, ¿o si?
Si claro que si, lleva otra
Ahhh... la de Stich
No.
La de...
En ese momento escuché una notificación en mi teléfono, así que fui por él y vi que tenía varios mensajes:
@madre, "Centro Crecer en Arte y Deporte":
Hola, buenas tardes. Para informarles que el convivio del centro será en la quinta de nuestra colonia, calle El Viento #360 en Izamal. Les recordamos que pediremos tacos y compraremos cocas, para lo cual se solicita una aportación de 100 pesos. Lleven la camisa del Centro Crecer en Arte y Deporte para meterse a la alberca, y cualquier otra ropa para salir. ¡Los esperamos a las 7:30 p. m.!
Att. Madre Superiora
@maestro Caleb (Artes): Enterado
@maestro Raúl (Taekwondo): Enterado
@Yo ♡: Enterada, gracias
Bueno, al menos ya no tendré que pensar en qué ponerme para meterme a la alberca. Busqué entre mis vestidos y terminé escogiendo mi vestido rosa favorito para salir de la alberca. Es medio largo y no está escotado, así que es perfecto para la ocasión.
Como ya no tenía tiempo (porque tenía que ir a hacer mi servicio), saqué una mochila y la dejé en la cama. Ya tendría tiempo de hacer mi mochila para el convivio más tarde, cuando regresara.
Salgo de mi casa nuevamente y camino tranquila hasta el Cultural. Hay una fila de niños en la puerta esperando que llegue don Jorge (el de las llaves y el que mantiene el orden) para que les abra. Llega don Jorge y me sonríe.
—Buenas tardes, Adellai.
—Buenas tardes, don Jorge.
—Siempre llegas temprano, ¿no?
—Lo intento —río un poco.
—Bueno, eso es bueno —dice mientras nos abre la puerta y nos deja pasar. Aunque aún tenemos que esperar a que abra los barandales de las escaleras, así que lo espero mientras acomoda la puerta principal.
Según sé, él trabaja aquí desde que inauguraron el Centro "Crecer en Arte y Deporte", así que es alguien importante dentro de la institución, igual que la otra maestra de artes, Isabel.
—Así es —digo, siguiéndolo a las escaleras donde nos abre el barandal. Siempre suelo esperar a que suban primero los niños, por lo que me quedo conversando un poco más con don Jorge.
—Bueno, Adellai, que tengas un buen día. Nos vemos al rato en la quinta.
—Sí, claro. Nos vemos más al rato.
Se despide de mí y se va a su lugar de trabajo. Entonces subo las escaleras ahora que ya no hay niños corriendo ni empujándose entre ellos.
—Buenas tardes, niños —les digo alegremente. Son los niños de 6 a 9 años, por lo que me encanta esta clase. Quiero ser maestra de preescolar.
—¡Buenos días, maestra! —gritan todos a la vez, felices. ¡Qué bonitos son los niños pequeños!, pienso alegremente.
—Pasen y agarren sillas —les indico mientras me dirijo a la mesa de pinturas. —Esperen sentados a que les sirva pinturas para que puedan seguir trabajando en su cuadro. —les digo
En el Cultural "Crecer en Arte y Deporte" trabajamos de acuerdo con los calendarios escolares, por lo que cuando hay vacaciones, nosotros también descansamos. Cada año, al final del curso, los niños pintan un cuadro, y eso es lo que están haciendo ahora.
—Buenos días, Adellai —una voz me sobresalta y me giro para ver quién es.
—¡Ay, me asustó, profe Caleb!
—¿Te asusté? Perdón. ¿Necesitas ayuda para servir pintura?
—Mejor póngales los botes con agua, ya casi acabo aquí.
Siempre colocamos en grupos de tres los colores primarios, para que ellos mezclen los tonos que necesitan. Si requieren otros colores, deben pedirnos que se los sirvamos. Empecé a repartir las pinturas por las mesas, y el maestro Caleb les pidió que vinieran por un pincel según lo que fueran a hacer: pintar o delinear. Así que hicieron una fila.
Me senté frente al maestro y le ayudé a repartir los pinceles a los niños.
—Listo —dijo el maestro al entregarle el pincel al último niño.
Mi trabajo aquí es ayudarlos a crear los tonos si no pueden. Es casi necesario por la edad de los niños, aunque al principio del curso les enseñamos a hacer los colores secundarios y terciarios, así que casi todos pueden trabajar solos.
Aunque constantemente tenemos que recordarles cómo hacer ciertos colores como el morado, el café o el color piel.
Normalmente el color con el que siempre ayudamos es el color piel. Los demás se los explicamos: qué colores mezclar o cuál agregar en mayor o menor cantidad.
Así pasan las siguientes cuatro horas de clase de artes. Las primeras dos son algo ajetreadas porque tenemos solo niños; las últimas dos horas son con preadolescentes y adolescentes, así que podemos dibujar algo nosotros o hacer cualquier otra cosa.
Al terminar las clases, tomo lista de los que asistieron y los dejo salir. Marco mi salida en Dirección y me voy a mi casa. Al llegar, mi mamá está cocinando algo.
—¿Qué haces, má?
—La cena: taquitos de papa con chorizo. ¿Cuántos vas a querer?
Me saboreo los tacos, pero me acuerdo que voy a ir a la quinta.
—Sí quisiera, pero hoy es el convivio del Cultural, má.
—¿Vas a cenar allá?
—Sí, pedirán tacos.
—Ah, bueno hija. No te preocupes.
—Bueno, iré a hacer mi mochila porque habrá alberca.
—Bueno, acuérdate de llevar toalla.
—Sí, má.
Voy a mi cuarto y encuentro mi vestido rosa, además de una mochila para meter todo. Me voy con la playera que ya traigo puesta y los pantalones que tengo. Meto un short de licra medio largo a la mochila y mis poderosas chanclas moradas, al igual que mi crema para peinar y un cepillo (ya que soy ondulada). También meto mi estuche para los lentes y meto toallas desmaquillantes, porque me voy a meter a la alberca.
Salgo de mi cuarto y veo a mi familia comiendo, incluyendo a mi hermano Erick.
—¿Whaaaaat? —digo abalanzándome hacia él para abrazarlo—. ¿Y tú qué haces aquí, hermanote? —digo burlona
—Sorpresa, vine a cenar. ¿Por qué no estás cenando?
—No te escuché llegar, y contestando a tu pregunta, pues...
Me interrumpe al ver mi mochila.
—¿Y tú a dónde con esa mochila?
—Ahhh, pues justo eso te iba a decir. Voy a un convivio del lugar donde estoy haciendo mi servicio.
—¿Entonces no te quedas? ¿Es más importante un convivio que yo, que casi no vengo por la universidad? —dice dramáticamente, agarrándose el pecho.
—No, lo siento, es que... tiene alberca.
—Mi cariño y amor por ti... separados por una alberca. Qué pesar...
—Ya cálmate, don Dramas.
—¿Y me dices don? ¿Tan jodido me veo?
Todos reímos escandalosamente con su comentario.
—¿Eso es un sí? Para ya hacerme una cirugía estética.
—Sí, cómo no, güey, ahorita en fa —dice mi hermano Edwin.
—Sí, sí, sí. Ya sabes —le guiña un ojo.
—¿Y con qué dinero, si se puede saber? Si con tu trabajo de medio tiempo apenas alcanzas a pagar lo del piso compartido con tus amigos.
—Con lo que asaltamos de un banco —dice orgulloso y serio, intentando sonar creíble, pero se ríe.
—No pues, si así es, dame dinero —dice Edwin.
Sorprendentemente, mi hermano saca su cartera y nos ofrece un billete de 50 a cada uno.
—Cómprense algo bonito —dice, orgulloso.
—¡Si con esto apenas completamos una coca, no mames!
—Gracias, Eri —le digo sinceramente.
—De nada —dice con una sonrisa.
—Oye —empiezo a decir—, ¿me quieren acompañar a la quinta? —les digo a los dos—. Sé que les encanta nadar tanto como a mí. Solo tendrían que pagar los 100 pesos de los tacos si quieren cenar ahí también.
—¿Sí puedo? —pregunta Erick.
—Pues no pagamos nada por rentar la quinta, así que creo que no habrá problema. Además, la maestra Isabel se alegrará de verte.
—¿Todavía sigue trabajando ahí la maestra Isabel de Artes? ¡Ya tiene como mil años ahí! —dice sorprendido.
—Sí, aún sigue dando clases.
—Wao... lo que es dedicación y amor al arte.
—Ohhh... ganas de tener dinero —dice Edwin.
Nos reímos.
—Puede ser, puede ser. Pero heeey, ir todos los días a hacer casi lo mismo sí es dedicación. Aparte, ella anda en todo: en las decoraciones, en los convivios de los niños, en las festividades del Día de la Madre y del Padre, la Revolución, el altar de muertos, el Día de San José, etcétera —dice mi hermano Erick.
—Es cierto, tienes un punto —dice Edwin.
—Bueno, ¿nos vamos? —les pregunto a los dos.
—Yo no quiero ir —dice Edwin.
—¿Y tú?
—Obvio, microbio, aunque no tengo ropa.
—Te presto de la mía —dice Edwin.
Edwin y Erick son altos, igual que mi papá. Yo, en cambio, soy chaparrita como mi mamá, por lo que los dos me rebasan. Ambos son delgados, pero Erick tiene más músculo que Edwin porque trabaja en un gym como entrenador y suele aprovechar para hacer ejercicio él también.
—Bueno.
Ambos se meten al cuarto de Edwin y escoge una blusa y un short para prestarle. Lo meto en mi mochila junto con mis cosas y entonces me doy cuenta: ¡no llevo toalla! Por poco se me queda en casa.
Qué bueno que viene Súper Erick a salvarte el día.
Así es, el Eri me salvó.
Meto una sola toalla, que tendré que compartir con mi hermano, ya que mi mochila está a punto de explotar. Erick también es rizado, la diferencia es que él sí es chino y yo solo soy ondulada. Mi hermano Edwin es lacio, como mi papá. Así que la china es mi mamá. Lastimosamente, los genes no me favorecieron tanto en el cabello, pero me conformo con tener buen cuerpo —aunque tengo unos hip dips poco marcados—. Yo los veo y me incomodan un poco, pero poco a poco voy aceptando mi cuerpo como es y amándome a mí misma por sobre todas las cosas, porque si tú no te amas, ¿cómo piensas amar a alguien más?
Salgo de la casa, seguida de mi hermano mayor, y vamos platicando hacia la quinta, que está a unas cuantas cuadras de aquí.
—¿Y cómo te está yendo, pequeña?
—Pues está algo ajetreado, pero la verdad me gusta mucho.
—¿Y qué hay de tu vida? ¿Algún galán con el que estés saliendo?
—Pues... —me sonrojo un poco.
—¡No puede ser! ¡Sí que te gusta alguien! ¿Quién?
—Pues... hay un chico en el Cultural —empiezo, un poco tímida y avergonzada.
—¿Ajá? ¿Y qué pasa con ese chico? —pregunta interesado
—Pues... me está gustando mucho, pero no le hablo.
—¿Te pones igual de tímida que ahora? —pregunta mi hermano, asombrado, ya que aunque no soy una chica muy social, tampoco soy tímida.
—Es complicado, pero cada que intento hablar con él pasa algo y no puedo. Pensaba verlo hoy en la alberca e intentar hablar con él, quizá ser su amiga... y luego, a ver qué pasa.
—¡Ya sé! ¿Y si intentamos ponerlo celoso para ver si siente algo por ti?
—¿Cómo?
Mi hermano me explica su plan, y aunque no me parece del todo una buena idea, me gustaría descubrir si tengo una oportunidad con él, así que le digo que sí e intentaremos que se ponga celoso... aunque no creo que eso pase.
Finalmente, llegamos a la alberca. Saludo a las madres y a los maestros y, por fin, lo veo.
Está sentado en una silla con un libro en mano, aunque al parecer no le estaba prestando mucha atención, porque en cuanto abrimos la puerta me observa al llegar y me sonríe, mostrando sus lindos hoyuelos y sus brackets.
Llega mi hermano a mi lado y empieza su plan para ponerlo celoso. Se acerca y me abraza, como suele hacer. Veo cómo la sonrisa se le borra de los labios a Aiden y observa cómo mi hermano me da un beso en la mejilla y empieza a saludar amistosamente a todos los maestros. Él observa cómo todos miran a mi hermano con adoración y cómo él mantiene su mano sobre mis hombros y me aprieta contra él de forma cariñosa.
Veo que Aiden cierra el libro, lo guarda en su mochila y nos observa. Trato de no quedarme viéndolo demasiado, aunque nuestras miradas se cruzan constantemente, sin querer.
Al terminar de saludar a los maestros, mi hermano Erick y yo nos dirigimos a una mesa cerca de los baños para cambiarnos. Dejamos mi mochila y él me jala una silla para que me siente y me abraza con un brazo.
—El plan está saliendo de maravilla, no ha dejado de mirarnos en ningún momento.
—¿Crees?
—Estoy seguro, pequeña. Mira, hasta se sentó de forma que puede vernos.
Dirijo mi mirada a la mesa donde está él, y efectivamente, se ha cambiado de lugar para tenernos a la vista. Aunque, al ver que miro en su dirección, desvía la mirada y empieza a platicar con el maestro Raúl, de taekwondo.
—¿Vamos a nadar, pequeña?
—Sabes que sí.
—Entonces sígueme la corriente.
Se levanta y frunzo el ceño, pero lo sigo. Nos dirigimos hacia la mesa de Aiden, por lo que me alarmo un poco.
—¿Qué haces? —le susurro, pero no me responde y se dirige al maestro Raúl.
—Disculpe, ¿sabe dónde están los baños? La pequeña y yo queremos meternos a la alberca, pero no los veo.
Abro la boca ante su gran mentira ¡los baños estaban justo detrás de nosotros!, pero me limito a mirarlo y le sonrío al maestro Raúl.
—La verdad no lo sé, deja pregunto.
—¿Podría preguntar por el maestro Caleb? —pregunto yo.
—Claro, ¿para qué lo necesitas?
—Para pedirle un plato extra de tacos para él —digo, señalando a mi hermano.
—Ohhh... claro —dice y se levanta de su silla, dejándonos a solas con Aiden.
—Los baños están detrás de donde estaban ustedes —dice Aiden.
—¿Perdona? —pregunta mi hermano fingiendo que no lo haescuchado
—Que los baños están detrás de donde estaban ustedes sentados. Por el pasillo al fondo están los de hombres y los de mujeres.
—Ohhh... gracias.
—¿Vamos a cambiarnos, pequeña? —me pregunta mi hermano, abrazándome por la espalda.
—Sí, vamos. Muchas gracias, Aiden —le digo, y él me sonríe.
—Sí, muchas gracias —dice mi hermano. En cambio, a él no le sonríe.
Nos alejamos aún abrazados, y mi hermano empieza a jugar a darme caderazos empujándome un poco. Obvio, yo no me quedo atrás y le sigo la corriente, haciéndolo un poco más fuerte. Aunque tal vez me paso, porque en un momento lo empujo tanto que se tropieza y casi se cae. Me mira con recelo.
—Me has empujado, pequeña —dice dramáticamente, agarrándose el pecho.
—Sobrevivirás.
—¿Con que a esas vamos? —dice, y me empuja de regreso, pero yo sí caigo al piso de manera vergonzosa.
—¡Lo siento! ¿Estás bien? —dice, acercándose a comprobarlo.
—¡¡¡Ya verás!!! —digo y me levanto hecha una furia para perseguirlo.
Escucho que los maestros nos dicen que no corramos cerca de la alberca, pero los ignoramos. En algún punto de la persecución, mi hermano empieza a perseguirme a mí y yo corro por mi vida.
—Ya casi te atrapo, pequeña.
—¡Ohhh no, no lo harás! —digo y trato de correr más rápido, aunque es en vano. De igual manera, mi hermano me atrapa y me carga.
—Tienes 30 segundos para deshacerte de las cosas importantes.
—No te atreves —digo, entrando en pánico.
—¿A que sí? ¿Lo comprobamos?
A toda velocidad, me quito los tenis, las calcetas, aviento mi celular y mis lentes. Justo en ese momento, mi hermano me deja caer en la piscina. Caigo al agua helada y floto a la superficie. Busco las escaleras y le pego a Erick por aventarme a la alberca, aunque en realidad no estoy molesta. Él ríe de mí y recoge mis tenis, metiendo mis calcetas dentro de ellos.
Agarro mi celular y mis lentes y los meto a la mochila. Saco mis poderosas chanclas moradas y me las pongo. Mi hermano saca su ropa de mi mochila y se va a cambiar para meternos ambos a la alberca.
—Hola, Adellai —escucho su voz a mi espalda, sobresaltándome un poco. Efectivamente, Aiden está detrás de mí, mirándome y sonriéndome.
—Hola, Aiden.
—Perdón por ser tan entrometido, pero ¿te puedo hacer una pregunta?
—Sí, claro, te escucho. ¿Qué pasa?
—¿Quién es tu acompañante?
—Ohhh... ehhh... es un amigo mío —miento, recordando el plan de Erick.
—¿Solo un amigo? Parecen muy cercanos —dice, levantando una ceja.
—Un graaaan amigo —digo con una sonrisa—. Prácticamente nos conocemos de toda la vida.
—Bueno... me iré a cambiar —dice, y se aleja rumbo al baño de hombres.
Reviso mi celular y me quito el maquillaje que llevaba con una toalla desmaquillante, ya que se me ha corrido un poco cuando mi hermano me ha aventado a la alberca. Por cierto... ya se tardó mucho.
Volteo a ver hacia el baño de hombres y veo a mi hermano y Aiden conversando. Mi hermano claramente más animado que él. Terminan de hablar y Erick se acerca a mí.
—¿De qué hablaban?
—No seas metiche.
—Ohhh, vamos, dime.
—Pues... estuvimos hablando de ti.
—¿De mí?
—Sí. Me preguntó cómo nos conocemos —dice, divertido—. Al parecer, sí es celoso.
—¿En serio? Antes de entrar al baño me ha preguntado qué eres para mí.
—¿Y qué le dijiste?
—Que eras un gran amigo.
—Qué bueno, porque le dije lo mismo: que eras una gran amiga de toda la vida.
—No mames, literal le dije eso.
—¿En serio? —pregunta sorprendido.
—Sí.
—Bueno, vamos a nadar.
Mi hermano se avienta a la piscina y yo me meto por las escaleras, nadando hacia él. Veo que Aiden, otros compañeros y maestros del servicio se meten a la alberca.
Mi hermano y yo empezamos a hacer carreras de nado por debajo del agua, las cuales, no es por presumir, yo gano, por supuesto.
Nos cansamos, él deja de nadar y yo me abrazo a su espalda como koala, ya que no piso el suelo por mi baja estatura y no quiero estar de puntitas. Veo a Aiden un poco tenso cuando hago eso, mientras mi hermano me pasea por la alberca y yo me muero por preguntarle qué le pasa, pero me aguanto, porque no manches, apenas he hablado un poco con él y no soy tan aventada como para preguntarle qué le pasa cuando claramente tengo una idea.
—Oye —le hablo a mi hermano.
—¿Mande?
—¿Debería intentar hablarle? —le pregunto, susurrándole al oído.
—¿Quieres hacerlo?
—Sí, pero siempre me pongo muy nerviosa y no sé qué decir o cómo empezar una conversación amena.
—Inténtalo pequeña. Cualquier cosa, me hablas.
—Bueno.
Me separo de mi hermano y me alejo de él nadando. Justo cuando estoy frente a Aiden, me acobardo y salgo de la alberca para hacer tiempo. Veo la cara de mi hermano con una clara expresión de "¿por qué wtf?" y veo que me dice en silencio un claro "háblale", seguido de señas hacia él. Me sonrojo, él solo se ríe en silencio y se pone a nadar nuevamente.
Saco mi celular de la mochila y hago como si contestara un mensaje, aunque en realidad no hay nada que contestar.
—Hola —levanto la mirada y mi corazón se paraliza al ver a Aiden completamente empapado a mi lado.
—H-h-hola, ¿cómo estás? —digo torpemente, ya que no me lo esperaba.
—¿Me puedo sentar contigo?
—Cla-claro, yo encantada... digo, feliz, bueno... nada, siéntate —digo y siento cómo la sangre fluye hacia mi cabeza por la pena.
—Bonita noche, ¿no?
—Ohhh... sí, es preciosa la noche. ¿Has visto la luna? Es lo que más me gusta de la noche de hoy
—digo mirando al cielo y admirando la luna llena que brilla sobre nosotros.
—Sí, eres bellísima —dice y nos sonrojamos.
—La luna —dice intentando arreglar lo que ha dicho— es bellísima. No digo que tú no, pero estamos hablando de la luna, ¿no? Pero si quieres que hable de ti, también eres bellísima —dice viéndome con una sonrisa, aún algo ruborizado.
Mi corazón late desesperado en mi pecho por sus palabras, y Dios, no sé qué decirle. ¿Cómo se supone que siga esta conversación?
—Gracias —murmuro tímidamente.
—¿Ya comiste? —dice mientras se levanta de su silla.
—No, aún no.
—¿Vamos a ver si ya está la comida? —me ofrece una mano para levantarme.
—Claro —digo aceptando su mano y levantándome de mi silla.
No me doy cuenta de que no nos hemos soltado hasta que llegamos con el profe Caleb, que era el encargado de pedir los tacos. Él nos mira las manos entrelazadas, por lo que nos soltamos rápidamente, avergonzados.
Al instante eché de menos su cercanía. ¿Cómo puedo extrañar eso si apenas lo estoy conociendo? Dios mío.
—Adellai, puedo hablar contigo —me volteo y veo a mi hermano Erick.—¿Qué fue eso de agarrarse de la mano, pequeña? —me susurra una vez estamos a una distancia prudente.
—No lo sé... fue —pienso en la palabra correcta— tan... natural, simplemente lo hicimos y ya.
—Bueno, ¿y de qué hablaron en las sillas?
Me sonrojo al recordar el comentario de la luna que hizo.
—Ohhh... —dice al tiempo que ríe— con que mi hermanita está muy clavada.
—Un poco, sí —digo con algo de pena al admitirlo en voz baja.
—Cambiando de tema —empieza a decir mi hermano—, ¿vamos a bailar, pequeña Adi? —dice con una sonrisa burlona y cariñosa, extendiendo su mano hacia mí.
—Claro.
—Déjame ver.
Bailamos un rato algunos huapangos y luego nos volvimos a meter a la piscina, pero salimos enseguida cuando escuchamos "El payaso del rodeo". A Eri y a mí nos encanta bailar; a Edwin no tanto, lo he visto bailar veces contadas.
Pero en cambio Erick y yo siempre queremos bailar; nos encanta hacerlo.
por lo cual somos nuestros compañeros de baile
—Corre —dice Erick divertido.
Salimos de la piscina, nos ponemos las chanclas y nos unimos al baile. Vamos por la mitad de la canción cuando de pronto pierdo el equilibrio y caigo vergonzosamente sobre mis rodillas.
—¿Estás bien? —dice mi hermano preocupado.
—Creo que me he raspado las rodillas.
Me siento en el piso y efectivamente tenía unos raspones que sangraban un poco.
—Voy por el botiquín de primeros auxilios, creo que hay curitas y alcohol —dice una madre y sale de la quinta rumbo a su carro. Minutos después regresa con una caja blanca, saca algodón, alcohol y unos parches grandes que son como curitas, y me limpia las rodillas. El alcohol me arde, pero me aguanto.
—¿Mejor?
—Sí, gracias.
—Creo que es hora de ir a casa, Adi —me dice mi hermano y yo asiento con la cabeza.
Estoy pensando en irme a cambiar cuando volteo a ver a mi alrededor, ya que siento la mirada de alguien, y me doy cuenta de que Aiden está mirándome. Al darse cuenta de que lo he visto, se levanta de su asiento y viene hacia acá.
Seguro a burlarse.
Qué objetividad conciencia.
Yo me burlaría.
Pero tú no eres él, quizá quiere saber cómo estoy después de tremenda caída que me di.
Me levanto yo también caminando hacia los baños para cambiarme cuando él me intercepta.
—¿Cómo estás? —dice refiriéndose a la herida que me eh echo
—Mejor, gracias por preguntar y preocuparte.
—Es que te has caído muy feo, me asustaste.
Dios mío, me encanta su voz, es demasiado sexy.
—Y, ¿ya vas a ir a tu casa?
—Sí, yo creo que sí.
—¡Genial! ¿Te gustaría que te acompañe?
Dios, di que sí.
Pero...
Es tu oportunidad de conocerlo y charlar más con él.
Pero... no lo conozco, no me parece adecuado que me lleve a mi casa.
Solo estará afuera.
¿Y Erick?
Que le den a Erick.
No lo sé.
Contradiciendo mis verdaderos deseos me obligo a decir:
—Lo siento, pero iré a mi casa con Erick.
—Ohhh... pero, ¿te gustaría platicar mañana en la salida?
—Claro —le digo sonriente.
Veo que mi hermano me hace señas atrás de él diciéndome que deje que él me lleve a casa, pero lo ignoro. Mi decisión de hoy está tomada: me iré con Erick para conocerlo más mañana y poder estar más con él. Ahorita ya es tarde y casi no podríamos platicar.
—Genial, nos vemos mañana entonces —dice alegre y mira mi mochila.
—¿Irás a cambiarte ya?
—Sí, creo que fueron suficientes cosas por hoy.
—Bueno, te dejo cambiarte, con permiso.
Se va con su mochila en mano hacia su mesa. Él no se metió tanto rato a la alberca, por lo que estaba seco cuando bailamos "El payaso del rodeo", pero para ser sincera, no me di cuenta si se metió a bailar o no.
Ojalá y sí, a ti te encanta bailar. Imagina que tu futuro esposo no baile.
Sería horrible, necesitaría que no fuera celoso para que me dejara bailar con amigos o que directamente quisiera aprender a bailar para bailar conmigo.
Ojalá.
Voy a cambiarme, me meto a la regadera y saco mi pequeño shampoo de la bolsa, me baño normal y me visto. Salgo con mi vestido rosa y voy hacia el espejo y el lavabo que están en medio de las puertas de los baños de hombres y mujeres. Saco mi crema para peinar y mi cepillo, me cepillo el cabello ondulado y me unto algo de crema para peinar, me hago scrunch para definirlo un poco.
—Me encanta tu cabello —dice Aiden, que aparece repentinamente a mi lado.
—Es mucho trabajo a veces.
—¿Es complicado cuidarlo?
—Pues sí, si no quiero parecer un león y quiero tenerlo definido, sí. Pero lo bueno o lo malo es que soy ondulada, no sé cuál es más complicado la verdad, si el cabello rizado o el ondulado.
—Ya veo.
—¿Tus padres son rizados?
—Mi madre, mi padre es liso, por eso supongo que soy ondulada, un intermedio de los dos.
—Qué chido.
—A mí también me gusta tu cabello, es muy liso.
—Debiste de verme a mis 15, me dejé crecer el cabello y se me veía muy liso, me lo chuleaban mucho.
—Espero algún día me enseñes una foto entonces.
—Ya verás que sí, tú ten fe.
Río de su comentario y veo a Eri aproximarse hacia nosotros, también acaba de salir de bañar.
—¿Me prestas tu crema para peinar?
—Claro —digo y se la paso.
—Bueno, yo ya me voy —dice Aiden.
—Bueno, vete con cuidado, es muy tarde.
—No te preocupes, igual ustedes —se acerca y me da un corto abrazo y me susurra cerca del oído un... —te ves hermosa con ese vestido.
Y así se va, dejándome con el corazón en la boca y los sentidos completamente alterados.
Finalmente, mi hermano y yo nos vamos del convivio y caminamos tranquilamente rumbo a casa mientras platicamos. Me pregunta por qué no me fui con él cuando me lo pidió, pero le dije lo que pensaba, que casi no lo conocía como para irme a solas con él tan tarde. Sé que no es mala persona, pero no me pareció adecuado. Me pregunta qué me dijo cuando me susurró al oído y por qué me puse tan roja, le cuento y dice que al parecer es atracción mutua. Me insiste porque no me fui con él, pero aparte de lo que ya le había comentado sobre la seguridad, quería pasar más tiempo con Erick, ya que solo lo vemos los fines de semana por la universidad. Por lo que le hago ese comentario y me sonríe y me abraza contento por lo que he dicho.
Al llegar a casa, mi madre se infarta al verme las rodillas y me pregunta qué ha pasado. Erick y yo le explicamos que mientras bailábamos "El payaso del rodeo" me he caído y que las madres tenían un botiquín de primeros auxilios en el carro con el cual me curaron las rodillas.
Finalmente, nos vamos todos a dormir ya que Erick se quedará por hoy.
Me voy a mi cuarto, cierro la puerta, me pongo mi pijama, me quito los lentes y me amarro el pelo. Prendo mi foquito de noche y finalmente apago el foco de mi cuarto y caigo ante el sueño.