Era lunes, o al menos el equivalente en ese mundo. El cielo estaba despejado, el aire fresco y lleno del canto de criaturas mágicas. Un buen día para pasar desapercibido.
Y sin embargo…
—¡Ren, detente! ¡Vas a matar a ese pobre gólem de práctica! —gritó uno de los instructores, medio escondido tras una barrera de protección.
—¡¡Pero solo le lancé un corte!! —Ren respondió, confundido, mientras observaba cómo el gólem se partía en tres secciones, se derretía… y luego explotaba.
Silencio absoluto.
Incluso Elyra, que ya estaba acostumbrada, parpadeó.
—Dime la verdad… —le dijo en voz baja—. ¿Eres un arma secreta de otro reino?
—Ni yo sé qué soy… —susurró Ren, encogiéndose de hombros.
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(Intentando pasar desapercibido… sin éxito)
Ren había decidido que sería “el chico tranquilo”, ese que no llama la atención, que saca notas decentes y entrena sin brillar demasiado. Lamentablemente, su maná no estaba de acuerdo.
Durante una clase de control mágico, los estudiantes debían canalizar energía en una flor de cristal sin romperla.
Todos lo hacían con sumo cuidado. Algunos la partían accidentalmente. Otros apenas la encendían.
Ren la tocó y… la flor comenzó a levitar, girar en círculos, crecer hojas nuevas, y luego estalló en lluvia de luz.
—¿Qué hiciste? —preguntó la profesora, impactada.
—Creo que… la regué con mucho cariño.
Un estudiante del fondo gritó:
—¡Que alguien lo envuelva en una manta y lo guarde en una caja sellada!
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Elyra se volvió su compañera frecuente en casi todo: entrenamientos, clases mágicas, e incluso caminatas al comedor. No hablaba mucho, pero sus silencios tenían un tipo de compañía especial.
Una tarde, mientras descansaban bajo un árbol del jardín principal, Elyra comentó:
—Tú no controlas tu poder, Ren. Tu poder te sigue… como una sombra muy ruidosa.
—¿Crees que debería intentar controlarlo más?
—Creo que deberías dejar de hacer flotar bancas cada vez que bostezas.
—Eso fue una vez.
—Fueron tres. Hoy.
Aun así, su amistad se fortalecía cada día. Elyra no solo era una noble del hielo, sino también una de las pocas que parecía entender el peso que Ren llevaba, incluso sin saber por qué.
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(El anuncio oficial: Examen de Incursión)
Durante el almuerzo, el director de la academia —un anciano con barba en forma de espiral y ojos como linternas mágicas— apareció en medio del comedor flotando sobre un disco de piedra.
—¡Atención, estudiantes de primer año! Se acerca su primera prueba oficial: la incursión al sistema de mazmorras de Xel’Narah. Nivel intermedio.
Hubo murmullos, emoción y miedo.
—Serán divididos en escuadrones. La misión: recuperar una reliquia mágica custodiada en lo profundo. Y recuerden: algunas mazmorras… piensan por sí mismas.
Ren tragó saliva.
—¿Una mazmorra viva?
—Sí —dijo Elyra, con una calma inquietante—. Algunos dicen que son restos de los titanes que una vez caminaron el mundo.
—¿Eso tranquiliza a alguien?
—A mí sí. Me gustan los desafíos grandes.
Ren se rió. Por dentro, sentía una mezcla de emoción y temor. Sabía que algo importante iba a suceder ahí… lo presentía.
Y tenía razón.