“El campo de batalla no es lugar para moderación.”
—Lema del Torneo Interacadémico
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(Inicio de las preliminares: Battle Royale)
El cielo temblaba. No por tormenta, sino por magia acumulada.
Las gradas estaban a reventar. Los tambores sonaban. Desde los reyes hasta los granjeros, todos estaban atentos.
Un campo circular de piedra flotante había sido recreado en el aire sobre la academia: la Arena de los Cielos.
—Hoy… no habrá combates individuales —anunció el director, flotando una vez más sobre su disco mágico—.
Hoy será una batalla real. Sesenta contendientes. Cuatro avanzan.
El rugido de la multitud lo confirmó: nadie quería ver peleas lentas. Querían caos absoluto.
Ren, Kaien, Elyra y Silne se miraron.
—¿Listos? —preguntó Kaien, con una sonrisa ardiente.
—Odio multitudes —murmuró Elyra, invocando su lanza helada.
—Esto será rápido —dijo Silne, mientras el viento giraba a su alrededor.
Ren respiró hondo.
—Intentaré no destruir demasiado el escenario…
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(Explosión de poder)
Cuando el cuerno de inicio sonó, la arena se convirtió en un torbellino de magia, acero y gritos.
Fuegos cruzados, trampas de tierra, rayos de energía sagrada, criaturas invocadas… todos peleaban como si su vida dependiera de ello.
Y quizás así era.
Ren esquivaba y neutralizaba ataques con una eficiencia desconcertante. No atacaba primero… pero quien se acercaba, no duraba mucho.
Kaien rugía con su llama viva, liberando explosiones con cada puñetazo. Uno de sus ataques vaporizó a tres oponentes simultáneamente (fueron teletransportados por seguridad, claro… aunque con el orgullo muy dañado).
Elyra congelaba armas, suelos, e incluso maldiciones. Su lanza danzaba con movimientos calculados.
Silne no tocaba el suelo. Era un torbellino elegante, casi intangible. Cuerpos caían a su paso, desarmados antes de comprender lo que los golpeó.
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🕶️ Los Cuatro Misteriosos
Cuando la batalla alcanzó su punto más intenso, el campo se redujo a los ocho contendientes finales:
Ren, Kaien, Elyra y Silne…
y cuatro figuras encapuchadas, cada una de una academia distinta, pero claramente aliadas.
—Eso no estaba en las reglas —gruñó Kaien.
—No hay reglas en un battle royale —replicó Elyra, tensando su postura.
Los cuatro misteriosos combatientes se quitaron las capuchas al unísono.
Uno tenía ojos completamente negros. Otro portaba un grimorio que flotaba solo. El tercero tenía un brazo cubierto por runas vivas, y el cuarto parecía emitir un eco… como si estuviera en dos lugares a la vez.
—Son usuarios de artes prohibidas —susurró Silne—. Magia arcana no reconocida por las academias.
—Típico. No pueden ganar limpio —respondió Ren, encendiendo su brazalete.
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(El combate final del battle royale)
Los misteriosos atacaron en formación perfecta.
—¡Ren, izquierda! —gritó Kaien, lanzando una onda ígnea que desvió un hechizo en forma de serpiente.
—¡Cubran el cielo! —ordenó Elyra, congelando proyectiles antes de que cayeran como meteoros.
Silne se lanzó hacia el invocador del grimorio, desplazándose como una ráfaga. Cada golpe de viento desintegraba una página.
Kaien se enfrentó al usuario de runas, quien liberaba explosiones de energía negra con cada puñetazo. El choque entre fuego y oscuridad sacudió la arena como un volcán en miniatura.
Ren combatía contra el de ojos vacíos, quien parecía anticipar cada movimiento. Era como pelear contra una sombra con mente.
—Eres igual a nosotros —dijo su rival, con voz distorsionada—.
—No. Yo elegí quién quiero ser.
Y con un giro de su brazo, Ren invocó su energía demoníaca por un instante. No mucho… solo lo suficiente.
El suelo tembló. El rival fue empujado por una fuerza invisible y cayó inconsciente.
Uno a uno, los misteriosos fueron superados. No por poder… sino por sincronía.
Ren y las portadoras no solo peleaban. Confiaban.
Y eso fue suficiente.
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( Los cuatro finalistas)
—¡El combate ha terminado! —gritó el director desde lo alto—.
¡Nuestros campeones de la batalla real son: Ren Azareth, Kaien Flameheart, Elyra de Veyra y Silne Valstra!
La multitud estalló. Banderas volaban.
Incluso los reyes presentes se pusieron de pie.
Silne cruzó los brazos.
—Interesante. No pensé que llegaríamos los cuatro.
Kaien soltó una risita.
—No te acostumbres. La próxima te gano.
Elyra solo miró a Ren, seria.
—¿Notaste lo mismo que yo?
Ren asintió.
—Esos cuatro… no vinieron a competir. Vinieron a observarnos. A provocarnos.
—Y su poder… no era natural.
Silne bajó la mirada, seria por primera vez.
—El mundo se está moviendo. Más rápido de lo que creen.