CAPÍTULO 66

Al escuchar lo que Emily acababa de decir, James se quedó allí en silencio durante unos segundos, con los ojos fijos en la pantalla del portátil. Su mandíbula se tensó. Una extraña quietud se apoderó de él, del tipo que ocurre justo antes de una tormenta. No necesitaba que nadie se lo dijera dos veces—las palabras de Emily tenían demasiado sentido.

Entonces comenzó a asentir lentamente, y un profundo ceño se instaló en su frente.

—Hay algo en eso, en lo que acabas de decir —murmuró James, casi para sí mismo—. Hay algo condenadamente razonable en eso...

Se volvió hacia Emily, su voz volviéndose más firme.

—Si alguien realmente quiere hacerme daño ahora mismo... si alguien busca venganza, golpearme donde duele, es Cora.

En ese momento dio un paso alejándose del escritorio y comenzó a caminar de un lado a otro.