Unos días después, el ambiente en la mansión Salvaterra se alteró con la llegada inesperada de Julián Lombardi. El famoso capitán del equipo nacional de fútbol, conocido tanto por su talento en el campo como por su vida llena de lujo y fama, había llegado al país después de una larga temporada en el extranjero. Su regreso no solo sorprendió a Alice, sino que también desató una serie de emociones latentes en los alrededores de la mansión.
Alice estaba en su estudio, revisando algunos bocetos y trabajando en sus próximos proyectos de modelaje, cuando el sonido de un coche deportivo de lujo frenó en la entrada principal. Al principio, pensó que podría ser otro de los socios de Maximiliano, pero cuando vio la figura de Julián Lombardi bajando del coche con esa sonrisa confiada, algo en su interior dio un vuelco. Julián, su antiguo amor, había regresado.
Él caminó hacia la puerta con una actitud arrogante, casi como si estuviera en su propio terreno. Alice lo observó desde la ventana del estudio, sin mover un solo músculo, hasta que finalmente él tocó la puerta. La sorpresa y la nostalgia la invadieron por un instante, pero rápidamente se recompuso. Sabía lo que venía.
Al abrir la puerta, vio a Julián con esa sonrisa que tanto le había cautivado en su juventud. Un rostro que, con el paso de los años, seguía tan atractivo como antes. Con su cabello oscuro perfectamente peinado y su porte de hombre seguro de sí mismo, Julián se acercó a ella con un paso decidido.
— Alice, cuánto tiempo — dijo con voz suave pero cargada de emoción, extendiendo las manos como si quisiera abrazarla de inmediato.
Alice lo miró un momento antes de responder, su rostro imperturbable, pero algo en sus ojos delataba la sorpresa.
— ¿Julián? ¿Qué haces aquí? — respondió con tono de indiferencia, aunque algo en su voz traicionó la emoción contenida.
Julián la miró directamente, sin perder la sonrisa.
— Vine a reconquistarte, Alice. No pude dejar que lo que teníamos se quedara en el pasado. He estado pensando en ti todo este tiempo. — respondió, su mirada fija en ella, con la seguridad de que sus palabras tendrían el efecto deseado.
Alice, aún en estado de shock por verlo después de tanto tiempo, no pudo evitar recordar los viejos tiempos. Aunque sabía que Julián no era más que una etapa de su vida, su presencia traía consigo una corriente de recuerdos que había querido dejar atrás. Pero algo más, algo más profundo, comenzó a moverse en su interior. La familiaridad de su voz, su manera de mirarla… algo le decía que esto no iba a ser sencillo.
Mientras tanto, en el jardín de la mansión, Dere observaba desde la distancia. Aunque su postura imperturbable no lo traicionaba, su mente comenzaba a inquietarse. Había algo en la manera en que Alice y Julián se miraban, un vínculo palpable, y la pequeña chispa de celos comenzó a arder en su pecho. Había intentado ignorarlo, esa extraña atracción que sentía por Alice, pero en ese momento, al ver la cercanía entre ella y Julián, una especie de tensión recorrió su cuerpo.
Dere, con su mirada fija y fría, observó cómo Alice sonreía de manera suave, algo que solo unos pocos lograban sacarle, como si el regreso de Julián hubiera revivido algo que él no conocía. Algo dentro de él se revolvió, pero lo mantuvo en su interior, decidido a no dejar que sus sentimientos lo desbordaran. Sin embargo, la presencia de Julián le daba una sensación extraña, algo que no podía ignorar.
Alice, por su parte, ya no pudo mantener más la distancia. Dio un paso atrás y dejó entrar a Julián en la mansión, con una leve sonrisa en los labios, aunque su mente estaba llena de pensamientos conflictivos. Había algo en Dere que no dejaba de rondar por su cabeza, pero al mismo tiempo, el regreso de Julián la llenaba de incertidumbre. ¿Cómo debía sentirse? ¿Cómo debía reaccionar?
— ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? — preguntó Alice, tratando de mantener la calma mientras él tomaba asiento.
Julián se acomodó con naturalidad, como si estuviera en su propia casa. Su actitud arrogante y confiada no había cambiado. Alice se dio cuenta de que, aunque el tiempo había pasado, él seguía siendo el mismo hombre que había conocido en su juventud. Su mundo de fama y deportes no había alterado ni un poco su personalidad.
— Bueno, he estado viajando mucho. Pero no es solo eso... Me di cuenta de que no puedo seguir sin ti. Quiero que volvamos a estar juntos, Alice. — dijo con una mirada seria y decidida.
Alice lo observó por un largo momento. Aunque quería resistir, algo en su interior le decía que Julián no se iría fácilmente, y mucho menos si él se proponía algo. Por alguna razón, sus palabras resonaban con fuerza en su mente, aunque sabía que su vida había cambiado, que ella no era la misma de antes.
Mientras tanto, Dere estaba en el patio, su mirada fija en el grupo que se formaba dentro de la mansión. Algo en su interior le decía que este hombre, Julián, era un desafío más grande de lo que él imaginaba. Había estado evitando sus propios sentimientos por Alice, pero con la llegada de Julián, las cosas comenzaban a complicarse aún más.
Dere no podía dejar de preguntarse si lo que sentía por Alice era más que solo atracción física. ¿Qué tan lejos estaría dispuesto a llegar para protegerla? Y, sobre todo, ¿cuál sería el papel de Julián en este nuevo capítulo de la vida de Alice?