la leyenda y su aprendiz

Tras abandonar su clan y despedirse de su madre, su padre… y de una Azarack que la miraba desde las sombras con una mezcla de tristeza y odio, Yuki se fue caminando por las colinas nevadas rumbo al templo en las montañas, donde su abuela la esperaba.

Aún recordaba las palabras del líder del clan burlándose de ella…

> “No eres nadie… no tienes fuerza para heredar nada… inútil.”

Pero Yuki caminó sin mirar atrás.

No necesitaba esa gente.

No necesitaba a nadie.

Cuando llegó al templo, la neblina espesa la cubría. La puerta era enorme, tallada en piedra negra con símbolos antiguos que parecían casi moverse con la luz de la luna.

Allí estaba su abuela, de pie como una estatua en la nieve.

A primera vista parecía una mujer joven de unos 24 años, con cabello negro azabache y ojos rojos intensos, pero su presencia era imposible de describir… como si llevara siglos contemplando el mundo.

—Así que viniste —dijo la abuela con una voz calmada, fría, pero no cruel.

Yuki no respondió, solo inclinó la cabeza y dijo:

—Quiero ser más fuerte.

Su abuela sonrió con un gesto apenas perceptible.

—“Fuerza” es una palabra vacía si no sabes para qué la quieres. Pero no importa. Aprenderás.

Las puertas del templo se abrieron solas, y la oscuridad la envolvió al cruzar el umbral.

---

🌒 El entrenamiento comienza…

Los días siguientes fueron duros.

Yuki pronto descubrió que la abuela no era solo una leyenda viviente, sino un monstruo en términos de exigencia.

Se levantaban antes del amanecer, bajaban al patio helado y comenzaban ejercicios físicos básicos: flexiones, equilibrio, resistencia.

Su abuela nunca la felicitaba, solo corregía su postura una y otra vez, con una vara fría como el hielo.

> —No confíes en tus poderes todavía. —decía ella—. Tu cuerpo también debe ser un arma.

Luego pasaron al control básico de la telequinesis.

La abuela colocaba pequeñas piedras frente a Yuki y le pedía que las levantara una por una, manteniendo la concentración durante minutos sin que se le cayeran.

Era agotador, pero poco a poco Yuki mejoraba… aunque solo lograba mantener dos o tres piedras flotando antes de que le sangrara la nariz por el esfuerzo.

> —Tu poder no es infinito —repetía la abuela—. Aprende a administrarlo o morirás como una inútil.

Por las noches, Yuki caía rendida sobre el tatami, con los brazos temblando y la mente agotada.

Pero no se quejaba.

Jamás se quejaba.

Solo apretaba los dientes y pensaba:

> Voy a demostrarles que estaban equivocados.

---

🌒 La advertencia

Una noche, cuando terminaban de entrenar, su abuela se quedó mirándola fijamente a la luz de las velas.

—Esto… —le dijo, señalando las piedras que Yuki aún intentaba sostener en el aire— …es solo lo primario. No es nada.

Lo que viene después… es mucho peor.

Yuki tragó saliva, pero no desvió la mirada.

La abuela sonrió levemente.

—Bien. Esa es la mirada correcta. Por ahora… descansa. Pero no olvides: aún no sabes lo que significa ser fuerte.

---

Así terminaba el segundo capítulo:

Con Yuki, jadeando y sudorosa, de pie sobre el patio helado, las piedras flotando débilmente a su alrededor mientras la nieve caía lentamente.

El espectador entendía que ese era solo el inicio de un entrenamiento largo, brutal… que cambiaría para siempre a la chica que una vez fue despreciada por su clan.