Ernet había perdido muchas clases, así que sus compañeros más cercanos comenzaron a preocuparse. Aunque se hacían una idea de lo que podría estar pasando, dado los rumores de que estaba desarrollando un nuevo tipo de magia —al igual que Syr Felu—, decidieron hacerle una visita.
La visita fue organizada por Metis, Ig, y ellas. Estaban también las hermanas Catarina y Carina, los compañeros Adonis, Kunv, Gengis y Narel —esta última fue invitada por Gengis.
—Sabes, Ernet, según los rumores no eres el único que está creando un nuevo tipo de magia —dijo Catarina mientras observaba todos los detalles de la sala de la mansión, incluyendo un cuadro que representaba a la diosa del clan Wu—. Syr también parece estar desarrollando una magia nueva.
—¿Wow, en serio? No me lo quiero ni imaginar… De por sí ya era arrogante, ahora con un nuevo tipo de magia no va a parar de presumirla —respondió Ernet, un poco sarcástico y entre pequeñas sonrisas—. Bueno, no importa… estoy seguro de que la magia que estoy desarrollando será más genial.
Todos los presentes miraron a Ernet con creciente curiosidad.
—Interesante… pero aún no nos has dicho qué tipo de magia es —dijo Kurny, tratando de sonsacarle algo de información—. ¿Qué características tiene? ¿Para qué sirve?
—Bueno, verás… lo siento, pero no puedo decir mucho. El Imperio me prohibió hablar sobre ella, ya que puede ser un poco peligrosa —empezó a mentir. Aunque no le importaban las reglas del clan, durante todo este tiempo le había tomado cierto cariño a Klervin, y para él sí era importante—. Pero… ¿es real lo de la nueva magia de Syr?
—Parece que sí —dijo Gengis, algo alejado y con una expresión que Ernet interpretó como incomodidad. Se levantó del sofá en el que estaba sentado y se dirigió hacia la salida—. Será mejor que nos vayamos, chicos. Dejen que Ernet siga perfeccionando su magia. Cuando esté listo, la mostrará.
—¿Por qué dices “parece que sí”? —preguntó Ernet, tratando de detenerlos un poco. Les había echado de menos, y no quería que se fueran tan pronto—. ¿Qué pasa, chicos?
—Están pasando cosas muy raras en la escuela —dijo Adonis, con un tono alegre—. Ya publicaron la lista de los 23 mejores hechiceros. Es tradición que ambas listas se publiquen al mismo tiempo, pero la de los 23 mejores magos aún no ha sido publicada. Eso quiere decir que no han escogido el primer y segundo puesto… Tal vez porque ambos están desarrollando un nuevo tipo de magia. Bueno, es solo una teoría, aunque parece bastante obvia. Otra teoría es que uno de los clanes está presionando para aplazar la fecha y así tener más tiempo de perfeccionar su magia.
—¿Cuánto llevas trabajando en ese nuevo tipo de magia? No creo que sea algo que se haga de la noche a la mañana —preguntó Carina con un tono serio, mientras se levantaba del sofá para seguirle el paso a Gengis—. Supongo que eso no lo puedes contar, pero no estoy preguntando nada complicado.
—Creo que ya llevo más de un año —respondió Ernet, algo nervioso. Dio esa respuesta porque no era creíble decir que apenas la había empezado hace una semana, pero tampoco quería que pensaran que llevaba años, ya que eso podría hacerlos sentirse mal—. No se preocupen. Prometo que, una vez el Imperio apruebe mi magia, serán los primeros en verla.
—Sí, lo sabemos, Ernet —dijo Metis, visiblemente feliz—. Pero mientras tanto, no queremos entretenerte. Será mejor que nos vayamos.
—Opino lo mismo —dijo Narel, con claros signos de timidez—. También quería darte la noticia de que ocupé el puesto número 15 entre los mejores hechiceros. No es la gran cosa, pero supongo que no está nada mal tener un tesoro sagrado.
—¡Eso es genial! —exclamó Ernet, con un grito que resonó en toda la mansión—. Lo siento, no quise gritarte. ¡Debiste decírmelo antes! ¡Felicidades, eso es genial!
—Sí, jajaja. La directora también me pidió que te entregara esto —dijo Narel, extendiendo la mano con un sobre para Ernet—. A todos los presentes también les dieron la misma carta.
—¿Y qué es? —preguntó Ernet, pero nadie respondió, esperando que él mismo lo descubriera—. Una carta donde me piden las especificaciones de qué tipo será mi tesoro sagrado y qué gemas quiero que estén incrustadas… Quiere decir que ya es oficial: todos estamos entre los 23 mejores.
Ernet no pudo evitar una sonrisa de felicidad, más por sus compañeros que por él mismo. Pero toda esa felicidad fue interrumpida por su tía, quien llegaba del mercado con una canasta de vegetales, acompañada de los sirvientes con las manos llenas de compras.
—¡Ernet! ¡Klervin! ¡Lucy! ¿Dónde está Evin? ¿Alguien puede ayudarme? —gritó, aún sin percatarse de la visita que tenía su sobrino—. Tengo muchas compras, ¡necesito que me ayuden!
Inmediatamente, el primero en encontrarse con ella fue Gengis. La impresión y el susto fueron tan grandes que dejó caer la canasta y, tratando de adoptar una postura defensiva, soltó un grito apabullante. Todos los presentes se quedaron petrificados. Las hermanas Catarina y Carina se llevaron las manos a los oídos para mitigar el dolor. No fue hasta que la tía logró ver a Ernet que pudo calmarse, llevándose la mano al pecho e hiperventilando.
Luego de ese momento incómodo, en el que Driem se mostró bastante altanera, Ernet se sintió bastante apenado. Pero todos sus amigos lo entendían; en sus clanes también habría pasado algo parecido.
Después de eso, Ernet tuvo que recibir otro de los acostumbrados regaños de su tía, mientras él solo pedía perdón con la cabeza inclinada.