Frizkiel Bound

—¿Dean?

Se quitó las gafas de sol, y el hombre que emergió no era el chico despreocupado que recordaba. Sus ojos eran más fríos, más agudos. Su sonrisa era más una advertencia que una bienvenida.

—Sí, soy yo —dijo, avanzando.

Luego miró a Dave, Dutch y los demás—su expresión se tornó asesina.

—¿Cómo te atreves a ponerle una mano encima a mi hermana? —dijo, con voz como trueno—. ¿Y pretender ser su familia? Eso solo es suficiente para que los mate a todos.

¿Hermana?

Mi cabeza giraba. Miré a Dean, mi respiración atrapada en mi garganta.

—¿Q-Qué?

Dean se volvió hacia mí entonces, y su expresión se suavizó. Solo un poco.

—Hay mucho que no sabes, Eve. Pero ahora, lo que importa es que estoy aquí. Estás a salvo. Y esos parásitos —señaló detrás de él—, nunca más te van a tocar.

Mis piernas cedieron, y caí de rodillas, el peso de todo estrellándose sobre mí. Alivio, miedo, traición—tantas emociones se precipitaron a la vez, que apenas podía aguantar.