El grito del muchacho se alargó en el túnel, reverberando en cada rincón como un eco distorsionado.
Las sombras detrás de él se movieron.
No era solo un truco de la luz.
Algo estaba allí. Algo que no debería existir.
—¡Atrás! —rugió Sentry, jalando a Rex mientras apuntaba el rifle.
Pero era tarde.
El cuerpo del chico se arqueó en una posición imposible. Su piel se tensó y algo empezó a moverse debajo de ella, como si cientos de gusanos recorrieran su interior.
Sus dedos se alargaron en garras, su mandíbula se dislocó con un crack, y su espalda se rompió en un ángulo antinatural.
Lo que antes era un adolescente ahora era una abominación retorcida, con huesos expuestos y un rostro deforme que aún conservaba el rastro de su humanidad.
Pero lo peor de todo...
Era su voz.
Aún sonaba como un niño.
—No... no quiero... por favor...
¡BLAM!
Sentry apretó el gatillo.
El disparo resonó en el túnel, impactando de lleno en el pecho del chico-mutante.
No lo mató.
Pero lo frenó.
La criatura cayó de espaldas, convulsionando mientras un líquido oscuro y espeso brotaba de la herida.
—¿Qué mierda es esto? —murmuró Rex, su rostro desencajado.
Entonces lo vieron.
Justo detrás del cuerpo del chico, en las paredes del túnel, había raíces negras incrustadas en la piedra.
No eran raíces normales.
Se retorcían como venas vivas, y pequeñas espinas brillaban con un resplandor rojizo.
—Esto lo causó... —Sentry se acercó con cautela—. La corrupción del Qi.
Rex lo miró incrédulo.
—¿Me estás diciendo que esas cosas infectan personas?
Sentry asintió con gravedad.
—Si entran en contacto con el cuerpo el tiempo suficiente... Sí. Se fusionan con el huésped. Y lo transforman en... esto.
Ambos observaron el cuerpo del chico, que ya no se movía.
La infección lo había deformado hasta que su carne no pudo soportarlo.
Pero antes de morir... había pedido ayuda.
Rex tragó saliva.
No eran monstruos desde el principio.
—Tenemos que largarnos de aquí —gruñó.
No estaban solos.
Los túneles seguían vibrando con movimientos en la oscuridad.
Más de esas cosas estaban cerca.
Y algo más grande los estaba acechando.
Escape y encuentro con el lobo demoníaco
Sentry y Rex corrieron.
No miraron atrás.
No había tiempo.
El túnel comenzó a temblar. No por un derrumbe.
Sino porque algo los seguía.
Las raíces negras en las paredes se estremecieron, como si una fuerza las estuviera controlando.
Y entonces...
Un rugido estremecedor sacudió el aire.
Cuando emergieron del túnel, jadeando y cubiertos de polvo, la noche los envolvió.
El bosque se alzaba frente a ellos.
Silencio.
Pero no paz.
Porque en la cima de una roca, iluminado por la luna...
Un lobo demoníaco los observaba.
Su pelaje era negro como la noche, con marcas carmesí resplandeciendo en sus patas y espalda. Sus ojos eran dos orbes dorados, brillando con un hambre primigenia.
Y su aliento...
Exhalaba un vapor oscuro, cargado con Qi corrupto.
Rex se tensó.
—Dime que tienes un plan.
Sentry levantó el rifle.
—Sobrevivir.
El lobo saltó.
La criatura cayó sobre ellos con una fuerza descomunal, partiendo el suelo bajo sus patas.
Rex rodó a un lado justo a tiempo para evitar las garras.
Sentry disparó sin dudarlo.
¡BLAM! ¡BLAM! ¡BLAM!
Las balas impactaron, pero no lo detuvieron.
El lobo se movía como un borrón de sombras, su cuerpo zigzagueando con una velocidad sobrehumana.
Era inteligente.
Estaba jugando con ellos.
Con un rugido, lanzó una ráfaga de Qi corrupto.
Un haz de energía oscura explotó contra el suelo, lanzando a Rex por los aires.
—¡Maldita sea! —gruñó, aterrizando de mala manera.
Sentry sacó una granada y la lanzó sin pensarlo.
¡BOOM!
La explosión iluminó la noche.
El lobo saltó en el último segundo, evitando el impacto directo.
Pero se notaba furioso.
Rex se puso de pie, sangrando de la frente.
—No podemos matarlo, ¿verdad?
Sentry apretó la mandíbula.
—No hoy.
El lobo los miró.
Sabía que no lo vencerían.
Pero tampoco lo habían dejado ganar.
Gruñó, mostrando sus colmillos... y luego se giró y desapareció en la oscuridad.
Como una sombra viva, se fundió con la noche y desapareció en el bosque.
Conclusión
Rex y Sentry se quedaron ahí, jadeando, sintiendo el peso de lo que acababan de enfrentar.
La corrupción del Qi...
Las raíces en los túneles...
Las criaturas transformadas...
Y ahora, este lobo demoníaco.
Algo más grande estaba ocurriendo.
Y lo peor de todo...
Aún no sabían qué tan profundo llegaba la corrupción.
Rex escupió sangre y miró a su compañero.
—Dime que la paga por esto vale la pena.
Sentry rió, sacudiendo la cabeza.
—Hermano...
—Definitivamente no.