Melanie apoyó la cabeza contra la espalda de Adam, y una sonrisa se dibujó en sus labios mientras el viento azotaba su rostro. El aire fresco le picaba en las mejillas, pero se sentía refrescante, incluso estimulante. En este momento, finalmente entendió por qué a alguien le gustaría montar en moto...
El rugido de la moto debajo de ella mezclado con la fuerte ráfaga de aire y adrenalina era una experiencia increíble. Melanie se permitió disfrutar del momento. Esto era... divertido.
El mundo parecía difuminarse a su alrededor, las luces de la ciudad pasaban como estelas de color. Se movían rápido, las carreteras casi vacías a esta hora, y cerró los ojos por un segundo, confiando en que Adam sabía lo que hacía.
Justo cuando pensaba que no le importaría conducir toda la noche, la moto redujo la velocidad, y abrió los ojos mientras rodaban hacia un camino más tranquilo. Frunció el ceño. Ya no estaban en una carretera adecuada sino en lo que parecía un sendero rocoso.