Perdido para Siempre

Mientras Saira salía del pequeño aeropuerto con la camilla de Adam siendo llevada hacia la ambulancia, estaba feliz.

Rápidamente se movió al lado de la camilla, ayudando al paramédico a levantarla dentro de la ambulancia con facilidad practicada. Cuando se dispuso a subir detrás de Adam, una mano se levantó, deteniéndola.

—Señora, no puede viajar con él —dijo el paramédico con calma bloqueando su camino.

Saira frunció el ceño.

—¿Qué quiere decir con que no puedo viajar con él? ¿Por qué no?

—Tenemos la dirección de entrega. Será trasladado directamente a esa dirección. Puede encontrarse con él allí. Por favor tome un taxi.

Saira frunció el ceño. No le gustaba. Y sus cejas se juntaron.

—No, debería ir con él. No se lleva bien con extraños. Y necesito vigilarlo para su medicación...

—Señora, es el protocolo. Tenemos instrucciones de transportarlo solo.

Saira se puso rígida.

—¿Instrucciones de quién?