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Melanie lo observaba. Era todo lo que podía hacer. Honestamente, no había esperado esto de Adam. O quizás —si era sincera consigo misma— simplemente no sabía qué esperar en absoluto. Pero ahí estaba él, de pie con el agua hasta la cintura, tan tranquilo y paciente con Adir mientras guiaba suavemente al pequeño a través de su primera lección de natación. Debería haber sido algo simple, incluso rutinario... y sin embargo, no lo era.
Sonrió mientras veía al niño emerger con un jadeo triunfante, para luego reírse inmediatamente y salpicar agua a Adam, quien se rio y le devolvió el chapoteo sin perder el ritmo.
Melanie cerró los ojos por un breve momento y sonrió para sí misma, dejando que la escena la impregnara. Su mente, casi involuntariamente, se adelantó, estimulando sus propias hormonas... para 'imaginar' cosas... que luego la llevaron a imaginar el 'proceso' [1]con el cual eso podría lograrse, lo que además la llevó a imaginar el cuerpo ardiente de su pareja en el proceso.