Nadie recuerda el nombre de los que fueron vendidos.
Nadie espera que regresen.
Pero este niño aún respira.
Mark despierta en medio del polvo, entre cuerpos que no conoce, sin pasado y sin palabras. Solo un arrullo lejano —como de algo que ya no está— lo acompaña mientras es arrastrado por una caravana de sombras, números y silencio. No sabe por qué lo dejaron vivir. Ni si eso fue, realmente, vivir.
Mientras atraviesa desiertos y ciudades huecas, Mark no busca gloria, ni venganza, ni verdad. Solo intenta no desaparecer. Pero incluso eso puede tener un precio.
Epopeya del último horizonte no es la historia de un elegido.
Es la historia de alguien que cayó… y decidió arrastrarse hacia la luz.